Año tras año, a partir de 2009, todos los 8 de junio se celebra en el mundo el “Día Mundial de los Océanos” a partir de una decisión de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) desarrollada el 5 de diciembre de 2008 a raíz de la iniciativa presentada por Canadá, el mayor país bioceánico del planeta, así lo indicó Marcelo Bonelli en este artículo especial.
El conjunto de los océanos Antártico, Ártico, Atlántico, Índico y Pacífico cubren el 70 por ciento de la superficie total de la Tierra, con el agregado de que a través de sus interacciones con la atmósfera, la biósfera y la litosfera dan lugar a que en el planeta se hagan posibles las numerosas formas de vida existentes, ya sean humanas, animales o vegetales, a las que facilitan los alimentos y demás recursos indispensables.
Ya en 1994 había entrado en vigor la Convención de la ONU sobre la Ley para los Océanos, determinante para establecer la protección de la flora y las especies de la fauna marina como el atún, el merlín, el pez espada y el tiburón. La misma Asamblea General de la ONU designó a 1998 como el “Año Internacional de los Océanos” y una década más tarde estableció la referida fecha para la celebración. Así es como todos los años da a conocer un breve comentario al respecto por parte del en ese momento Secretario General y en algunos casos por la UNESCO, el primero de los cuales a continuación se transcribe. Hoy bien vale la pena reflexionar sobre todo este tema en tiempos en que los desperdicios plásticos, que ya hasta han formado islas, constituyen un grave problema para todos.
Se señaló en 2009 en ese inicial documento: “La primera celebración del Día Mundial de los Océanos es un momento propicio para destacar las muchas contribuciones de los océanos a la humanidad. Es también una ocasión de reconocer los grandes desafíos que se nos plantean para mantener la capacidad de los océanos de regular el clima mundial, prestar servicios esenciales al ecosistema y proporcionar medios de vida sostenibles y oportunidades para una recreación segura”.
“De hecho, la actividad humana está causando graves estragos a los océanos y mares del mundo. Ecosistemas marinos vulnerables, como los arrecifes de coral, e importantes zonas de pesca sufren los daños ocasionados por la explotación excesiva, la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada, el uso de prácticas pesqueras destructivas, la introducción de especies exóticas invasoras y la contaminación marina, especialmente de fuentes terrestres. El aumento de la temperatura de los mares, la elevación del nivel del mar y la acidificación de los océanos como resultado del cambio climático también suponen una amenaza a la vida marina, a las comunidades de las zonas costeras y las islas, y a las economías nacionales”..
“Los océanos se ven afectados asimismo por la actividad delictiva. La piratería y el robo a mano armada contra los buques amenazan la vida de los navegantes y la seguridad del transporte marítimo internacional, que mueve el 90% de las mercaderías del mundo. El contrabando de drogas ilícitas y la trata de personas en el mar son también ejemplos de la amenaza que representa la actividad delictiva a la vida humana y a la paz y la seguridad de los océanos”.
“Varios instrumentos internacionales concertados con los auspicios de las Naciones Unidas se refieren a esos múltiples problemas. Entre ellos ocupan un lugar central la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, que establece el marco jurídico por el cual deben regirse todas las actividades en los océanos y los mares y que constituye la base para la cooperación internacional en ese ámbito, en todos los niveles. Además de lograr la participación universal en la Convención, el mundo debe esforzarse más por aplicarla y por hacer respetar el estado de derecho en los mares y océanos”.
“El tema del Día Mundial de los Océanos, “Nuestros océanos, nuestra responsabilidad”, pone de relieve el deber individual y colectivo que nos incumbe de proteger el medio marino y administrar cuidadosamente sus recursos. La seguridad, salubridad y productividad de los océanos y mares son indispensables para el bienestar humano, la seguridad económica y el desarrollo sostenible”.
Por último también resulta sumamente importante tener en cuenta lo que sucede con los saqueos que se producen por los apropiadores de la fauna marina con el aval y la complacencia de importantes gobiernos del planeta.