El sábado 29 de febrero, en una más de las tantas batallas que venía dando al cáncer, murió Ernesto Azpillaga, uno de los operadores más importantes del sector pesquero argentino de los últimos veinte años, así lo indicó REVISTA PUERTO.
En 1998, desde Comodoro Rivadavia, Ernesto Azpillaga tomó contacto por primera vez con el sector pesquero al estar a cargo de los controles de ese puerto y de ahí en más, con un estilo particular, fue abriéndose paso hasta convertirse en un actor clave de las más importantes decisiones en la política pesquera argentina y particularmente en el sector del langostino. No porque algo dependiera de él sino porque siempre era el artífice que generaba el encuentro entre las partes.
Patagónico, político, peronista y un gran componedor, encontró su lugar en la pesca. Con trato amable y relajado fue el vínculo entre empresarios y funcionarios desde su llegada a Buenos Aires, allá por el año 2000, y hasta hoy. Primero en CaLaPa, la Cámara Langostinera Patagonica, luego como Gerente Institucional de Conarpesa y hasta ayer desde la Consultora D&E que formó con su hermano de la vida, Darío Baroli.
Lo conocimos en enero de 1999 en su casa de Rada Tilly. Llamó nuestra atención porque era un inspector extraño, tenía en el puerto de Comodoro Rivadavia más infracciones con veinte barcos que Mar del Plata con doscientos. Nuestra amistad fue a primera vista y se mantuvo por estos veinte años basada en el amor, sí, pero mucho más aún en el respeto: nunca a pesar del lugar de poder que supo ocupar intentó influir sobre nuestra línea editorial para que pusiéramos o sacáramos una letra de las publicaciones, aunque muchas veces nos encontrábamos claramente en veredas opuestas.
Ernesto Azpillaga o «El Negro Azpillaga”, como lo llamaban los muchos amigos que supo generar en la pesca, fue junto a Darío Baroli un constructor de puentes entre partes que no podían llegar a un acuerdo por sí solas, facilitando la comunicación y el entendimiento. Pocos saben que la Ley de Emergencia Ocupacional fue una picardía de Azpillaga para perjudicar a la competencia y terminó generando muchas plantas en tierra en la Patagonia; o que pesquerías nuevas como la de centolla se gestaron en la consultora.
Para quienes lo quisimos y lo tendremos siempre entre nuestros recuerdos más queridos, la partida de Ernesto es un momento muy triste. Como buen patagónico, será enterrado en su amada Comodoro Rivadavia, acompañado por la familia y sus amigos; y descansará allá por siempre.