Armadoras CFP reducción salarial. En el segundo día de la Feria de Barcelona, los empresarios argentinos aprovecharon el evento como excusa para concretar lo que venía demorándose en los pasillos de la industria: una reunión entre pares, cara a cara, para fijar postura común ante un conflicto que mantiene paralizada la zafra de langostino en aguas nacionales.
En un salón reservado, resolvieron sin dudas ni vueltas no dar un paso atrás en la postura de reducir un 30% el item de los valores de producción que perciben los marineros. Lo que hasta ahora eran planteos aislados, ahora se transformó en una posición conjunta, con la firmeza de quien sabe que es imposible trabajar a pérdida.
Más que una noticia nueva, la verdadera cuestión fue la foto: empresarios y representantes de distintas cámaras, que hasta hace semanas operaban por separado, sentados en una misma mesa, sellando lo que en público pocos se animaban a decir con claridad. Uno de ellos era Fernando Álvarez Castellano que ayer se sumó vía Zoom al encuentro.
Sin una revisión de los costos laborales, que hoy superan los precios de venta del langostino, no hay manera de sostener la actividad. En esa línea, armadores deslizaron a REDES AL MAR que no están dispuestos a poner sus barcos a disposición si el Consejo Federal Pesquero decide avanzar con una prospección. «Si no hay rentabilidad, no hay zarpada», soltó uno de ellos.
En los pasillos de la feria, mientras otros degustaban tapas de mar y se repartían folletos con cifras de exportación, también se cocinaba otro tipo de menú. Muchos sienten que el Subsecretario de Pesca, Antonio López Cazorla, y varios integrantes del Consejo Federal, que también están en Barcelona, se mueven por los stands como si el conflicto no les estallara en la cara. «No terminan de entender que, si no llaman ellos a una mesa, nadie más lo va a hacer», se lamentó un representante patagónico.
La falta de una señal clara desde Nación, una convocatoria formal al diálogo entre gremios y cámaras, empieza a leerse más como una decisión política que otra cosa. De hecho, los armadores ya saben de boca de funcionarios nacionales que si el problema lo tienen con sus empleados, lo deben resolver con ellos.
Así, mientras la feria internacional exhibe lo mejor del sector pesquero global, la delegación argentina vuelve a mostrar su interna más espinosa, la de un potencial natural inmenso pero con trabas en lo laboral y productivo.