Destacó la importancia de generar este tipo de encuentros para arribar a una solución definitiva en el desecho de alimento al mar y asumió la actual situación como un escándalo que nos deja mal parados ante el mundo.
El encuentro dejó en claro la necesidad de transparentar los datos de descarte y bycatch, la necesidad de fortalecer el programa de observadores, de desarrollar artes selectivas de fácil uso que se combinen con medidas de manejo como las vedas para lograr el objetivo.
También se planteó la necesidad de revisar la legislación, generar planes de manejo, aplicar fuertes sanciones, imponer prácticas saludables y definir el destino de la pesca acompañante que llegue a puerto. El primer paso sería terminar con el descarte de especies con valor comercial.
La jornada comenzó con la exposición de los investigadores del INIDEP a cargo del Proyecto Artes de Pesca, Julio García y Ricardo Roth, que describieron el trabajo realizado desde el año 1972 a la fecha en el desarrollo de artes selectivas para varias especies.
El trabajo de los investigadores fue elogiado especialmente por los expertos extranjeros, que reconocen la importancia de contar con un ente estatal que aborde el desarrollo de tecnología, algo difícil de conseguir en otros países sin el aporte empresario.
Ante un auditorio que había manifestado su preferencia por el uso de artes selectivas blandas, Julio García señaló que para lograr los objetivos biológicos que se le han planteado, los sistemas duros son los más adecuados.
“Nosotros recibimos una consigna biológica y esperamos que se cumpla, buscamos un filtro que deje escapar en lo posible todos los juveniles”, indicó al tiempo que se mostró predispuesto a buscar un sistema blando sin rejillas metálicas que permita alcanzar la meta de selectividad.
En las intervenciones posteriores del público, se pusieron de manifiesto diferentes miradas. Por un lado los biólogos destacaron que la selectividad es vista como una pérdida entre los empresarios pero en realidad existe una ganancia respecto del futuro de la actividad, al preservar los juveniles y el ambiente.
Las biólogas a cargo del Programa Merluza destacaron la importancia de usar artes selectivas como herramienta complementaria de las áreas de veda para garantizar la sustentabilidad del recurso.
Por otra parte se planteó la necesidad de contemplar la posibilidad de encontrar un arte que el sector esté dispuesto a usar porque pueden ser muy eficientes pero si la flota no la usa no sirve.
Los presentes introdujeron a su vez la necesidad de profundizar la investigación en la supervivencia de los ejemplares que son liberados y realizaron propuestas de modificación a la red atendiendo el comportamiento de la merluza.
Las jornadas estuvieron abiertas al debate y se observó una actitud madura del sector empresario respecto de lo que hoy reconocen como una necesidad biológica, moral y de mercado. “No vamos a poder exportar si no tenemos pesquerías sustentables que podamos mostrar y certificar, debemos trabajar de otra manera”, indicó el Subsecretario de Pesca sobre el cierre del encuentro.
“Hay que sincerar cuáles son los procesos que llevan al descarte, según datos del INIDEP se están tirando 110.000 toneladas de comida (merluza) al año, 30.000 durante la faena de langostino y 80.000 por parte de los propios merluceros. Si no hacemos algo consistente para proteger el mar, estamos haciendo pesca ilegal. La Unión Europea tiene tarjetas amarillas y rojas, el descarte es un problema y no estamos haciendo nada. Se debe entender que salir a pescar significa cumplir algunas cosas”, indicaron desde la ONG Vida Silvestre.
Las cifras de descarte y bycatch son estimativas, si bien se cuenta con un programa de observadores a bordo no es lo suficientemente robusto para abarcar la flota de todas las pesquerías y del encuentro surgió como prioritario invertir en mejorar la cobertura.
En ese sentido y en coincidencia con varios de los presentes, el exdirector del INIDEP, Otto Wöhler, se refirió al caso chileno, que mediante un cuerpo de casi 200 observadores buscó durante dos años transparentar los datos. La transparencia surgió como el primer objetivo que se debe alcanzar para poder desarrollar estrategias de mitigación.
La revisión de la legislación que prohíbe traer más del 10% de especies acompañantes y tirar pescado al agua, fue puesta como otro de los puntos a tratar. En ese sentido el caso chileno también fue puesto como ejemplo, dado que mediante la flexibilización de las normas se logró reducir el descarte al permitir traer ciertas especies a tierra sin penalización.
Este punto disparó otra problemática, el destino de la pesca acompañante. Desarrollar programas para darle un uso a esa captura no deseada es otro de los desafíos que se presentan. Para ello se propuso trabajar en conjunto con el programa de desarrollo de productos del INIDEP y desde la UTN de Chubut se pusieron a disposición para abordar la problemática.
Pero en el caso argentino, como bien indicaron los ambientalistas, el problema del descarte lamentablemente no solo involucra a especies sin valor comercial sino a especies de alto valor como la merluza y el langostino. Esta realidad fue planteada tanto por los biólogos como por los ambientalistas y hasta por el Subsecretario de Pesca.
Sobre este punto, investigadores del INIDEP consignaron que existe una forma sencilla de reducir el descarte de especies comerciales: “evitar el último lance”, señalaron, refiriéndose a las maniobras de pesca que se realizan cuando ya el barco está prácticamente completo y de todas formas se tira la red para descartar el pescado con más días y subir una tanda más fresca.
“Se tira especie objetivo”, indicaron y sugirieron establecer protocolos de buenas prácticas, como la obligación de procesar todo o un porcentaje determinado antes de volver a tirar la red y estableciendo estímulos con ventajas comparativas, por ejemplo a través de cupos de captura siempre y cuando esté acreditada la transparencia.
Desde la Asociación de Capitanes ensayaron una defensa frente a la responsabilidad que les cabe a sus representados en estos actos, señalando que el problema son las exigencias empresarias. Queda claro que para ello se requiere fiscalizar cada uno de los barcos con cámaras a bordo, generando igualdad y equidad ante la ley.
En ese sentido, Juan Bosch indicó que “hay que evitar el bycatch con la aplicación de vedas, artes de pesca y sanciones porque de lo contrario no se aprende, lo que se subió al barco hay que traerlo. No se puede ganar siempre, es un escándalo que tiremos comida al agua, nos va a jugar en contra”. Vale aclarar que este mismo Subsecretario avaló la suspensión de artes de pesca selectivas durante los últimos tres años.
Argentina lleva 20 años discutiendo sobre el uso de artes selectivas, bycatch y descarte. Si bien hubo avances respecto de lo que sucedía en la década del 90, lamentablemente no han sido suficientes. Durante todo este tiempo los barcos han llevado a bordo dispositivos Disela o Dejupa pero no los han usado y las autoridades no han castigado las prácticas irresponsables.
Del encuentro surgió como otra de las falencias de la administración pesquera la falta de planes de manejo, tanto específicos como por especie, especialmente para la merluza y el langostino pero también uno capaz de involucrar a la mayor cantidad de pesquerías posible, con el objeto de lograr un verdadero manejo ecosistémico.
Salvo algunos pocos actores, la mayoría coincidió en que el objetivo de lograr el descarte cero es una utopía que como tal nunca se alcanzará; pero quedó claro que existen vías factibles para reducir considerablemente el bycatch y fundamentalmente el descarte. Establecer plazos concretos y programas con etapas, tal como lo hizo Chile, parece una de las vías posibles.
El punto de partida sería priorizar la eliminación del descarte de especies comerciales y para ello se necesita primero una fuerte inversión en el fortalecimiento del programa de observadores a bordo. En el caso de Chile, el Estado desembolsó dos millones de dólares anuales para lograrlo.
Quedó claro también que, además de un trabajo conjunto con el sector, de reuniones periódicas, de programas de capacitación y concientización, se necesita una férrea decisión política de terminar con este problema biológico y moral que en el corto plazo tendrá un efecto en la comercialización de nuestros recursos. La actual gestión está en retirada y esta es una de las primeras acciones que realiza para mitigar este flagelo; le queda ahora a la próxima administración continuar el camino que se ha comenzado a trazar.