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Cómo se detectan, se persiguen y se neutralizan los barcos pesqueros que roban los recursos argentinos

La Prefectura Naval Argentina es una de las cuatro fuerzas de seguridad federales del país. En los últimos años, su presencia fue más notoria por su involucramiento en la prevención del delito en algunas urbes, pero su tarea principal está en el mar.

El prefecto mayor Rodolfo Villarreal, jefe del servicio de Tráfico Marítimo, lo explica así: “La PNA es la autoridad marítima nacional por excelencia y tiene entre sus misiones la de garantizar la seguridad de la navegación, la protección marítima y ambiental, y el control ambiental marítimo, fluvial y lacustre”. “Además, asume las tareas de policía auxiliar de diversos organismos, entre ellos de la subsecretaría de pesca, y es la responsable de todos los centros SAR (búsqueda y rescate) del país”.

Tiene tres ámbitos de actuación. El fluvial, que comprende básicamente la hidrovía Paraná-Paraguay y el Río de la Plata, con más de 3500 kilómetros lineales de jurisdicción; los lagos interiores, que en su conjunto suman una superficie de más de 3400 kilómetros cuadrados de superficie; y el control del mar, con una superficie acuática de más de 4.800.000 kilómetros cuadrados a los que se le suman las concesiones otorgadas recientemente por la Comisión de la Plataforma Continental de Naciones Unidas.

¿Cómo se ejerce el control de la pesca ilegal? ¿Cuáles son los mecanismos para neutralizar a las flotas piratas que pretenden robar los recursos ictícolas de la Zona Económica Exclusiva Argentina?

“La Prefectura tiene una presencia permanente y efectiva en las zonas calientes de nuestro mar, que además se ve potenciada por la interacción de distintas dependencias de la fuerza. Por un lado están los buques guardacostas en el lugar, esto se ve complementado por el accionar de las aeronaves del servicio de aviación de Prefectura, el Departamento de Policía Auxiliar Pesquera y el Servicio de Tráfico marítimo, cada uno en su rol, contribuyen a la efectividad del sistema de control y al eventual abordaje y conducción a puerto de un buque infractor”, introdujo Villarreal.

El patrullaje es la primera fase del operativo de control. Una vez detectado un infractor –un buque pesquero dentro de la zona- se comienzan a tomar blancos radar, es decir puntos de marcación cada 3 minutos para delimitar la trayectoria del buque sospechado de estar realizando una actividad pesquera furtiva.

Posteriormente se hace la aproximación hacia la nave y de acuerdo a lo que determina la Convención Internacional de Derecho del Mar, se inician los intentos de comunicación con el pesquero, en idioma castellano e inglés y también utilizando señales luminosas o sonoras que indican invariablemente que debe detener sus máquinas y someterse a una visita de inspección.

Procedimientos blancos

Bajo esta denominación se engloba a aquellos casos en que, al ser detectado, un buque infractor acata las órdenes de la autoridad marítima, detiene sus máquinas, inmoviliza sus artes de pesca y se somete a la inspección que una dotación de visita realizará a la nave.

La ley indica que si el infractor es sorprendido dentro de las 200 millas, todo lo que tenga en sus bodegas se presume pescado en forma ilegal. El buque es conducido a puerto, escoltado por el guardacostas y la Subsecretaría de pesca fija el valor de la multa más los gastos del operativo policial.

En el mes de febrero de 2019 el buque surcoreano “O Yang 77” fue interceptado por el GC24 “Mantilla”. Su capitán acató todas las órdenes policiales, fue conducido a puerto y luego de abonar una cifra de casi $25.000.000 (entre multa, gastos operativos y valor de la carga) y de acreditar que se encontraba apto para navegar, fue liberado.

Procedimientos duros

No siempre los pescadores ilegales se rinden mansamente a los requerimientos de la autoridad marítima, muchas veces no solo intentan darse a la fuga, sino que además realizan maniobras náuticamente temerarias que ponen en peligro a la policía y al propio pesquero en infracción.

La experiencia acumulada por la Prefectura Naval Argentina luego de los 77 apresamientos que ha efectuado en los últimos años, le permitió a la fuerza elaborar un protocolo de actuación para casos de resistencia a las órdenes previas al abordaje de la nave.

En 2016, la PNA tuvo un importante logro al consolidar un leading case a nivel internacional en materia de persecución internacional de infractores.

A partir de ese antecedente, cuando se detecta un buque infractor, en lugar de ser perseguido en forma ininterrumpida, se lo denuncia ante Interpol y se libra una orden de captura internacional. Así, en el primer puerto al que la nave fugitiva arribe, deberá ser detenida por las autoridades locales y puesta a disposición de la Argentina, que determinará la multa y otras medidas judiciales.

Este fue el caso del pesquero chino “Hualy 8”, que habiéndose dado a la fuga fue requerido a través de la red policial internacional y capturado en Indonesia, donde debió permanecer más de seis meses hasta que satisfizo las exigencias argentinas.

“Hace pocos días, la Prefectura persiguió al buque chino Hua Xiang 801. La nave no acató la orden de detención, lo que habilitó un procedimiento que determina la realización de disparos de advertencia que nunca apuntan al barco, son meramente intimidatorios, por encima de la estructura o a varios metros de su proa o popa. En caso de que persista la fuga, se pueden realizar disparos de invalidación, es decir, sobre partes sensibles del buque con el propósito de afectar el sistema de gobierno o propulsión y forzar la detención”, detalló Villarreal.

A partir del reciente logro internacional argentino, ya no es prioritario actuar siempre sobre el casco de la nave porque las autoridades saben que una vez cursada la denuncia, será detenida en el puerto de arribo. “En la mayoría de los casos, la tripulación ni siquiera sabe lo que está pasando”, explicó el prefecto.

Se instaló en la sociedad argentina que el país tiene una inmensa área marítima para proteger sus recursos y no cuenta con los medios necesarios para hacerlo. En realidad, este criterio no es una verdad absoluta, al menos no en el sentido tradicionalmente considerado. Es que luego de varios años de estudio y desarrollo, la Prefectura diseñó un sistema novedoso de monitoreo marino que va mucho más allá de los tradicionalmente conocidos como AIS y LRIT (sistemas de posicionamiento satelital que son válidos en tanto y en cuanto el buque que se quiera detectar tenga sus emisores de señal activados).

“Nos encontramos con el problema que los buques ilegales apagan sus equipos AIS y se tornan eventualmente indetectables cuando están fuera del alcance radar. Al menos eso pasaba hasta que logramos poner en servicio el llamado Programa Guardacostas. Este complejo sistema de ubicación e identificación de buques, utilizando tecnología de última generación, combina todos los tradicionales sistemas de trackeo de naves, desde los radiofónicos a los satelitales, los costeros y los de largo alcance, integrándolos a una base de datos común. Esta conjunción de tecnología y operadores nos permite obtener información precisa de una nave más allá de que tenga o no encendido su sistema satelital”, explicó Villarreal.

Mientras transcurre la entrevista con Infobae, en la enorme pantalla central del cuarto de operaciones, se proyecta una imagen plana del globo terráqueo, con miles de puntos de colores. Cada punto es un buque que puede ser rastreado por la PNA.

Para el caso de los pesqueros, en color verde aparecen todos los que navegan fuera de la ZEE. Bastará que se acerquen a la zona de exclusividad para que se transformen en rojo, lo que dispara una alerta del operador de turno. El próximo paso es que un guardacostas se haga presente en el lugar.

“Cada vez más buques extranjeros saben que lo mejor que pueden hacer es no ingresar a pescar a nuestras aguas”, concluye Villarreal.

Infobae

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