Crisis sector pesquero. “Entendemos la situación, por supuesto, de la sequía y de la baja del precio de los commodities”. Esa fue la justificación utilizada por el ministro de Economía, Luis Caputo, al fundamentar la reducción temporal de las retenciones a las exportaciones para el campo y las economías regionales.
La baja de precios internacionales también se verifica en la actualidad en los mercados de la industria pesquera, pero el sector quedó marginado de la medida gubernamental.
El sector ha aportado sobrados elementos que dan cuenta de la necesidad imperiosa que tiene la pesca de obtener alivio fiscal para ser competitivos, ya que una combinación de factores no solo les restringe el acceso a determinados mercados, sino que en determinados productos y especies hay rentabilidad negativa.
Sin temor a equívocos, desde la industria confirman que ‘hoy la pesca es menos competitiva que hace un año atrás’. La situación profundizó su crisis sin que la emergencia esté siendo atendida, ni por el gobierno nacional, ni tampoco por los estados provinciales.
Los costos internos se duplicaron al ritmo de la inflación, mientras que el tipo de cambio exportador quedó bastante por detrás de esos porcentajes, más allá de ‘dólar blend’ que permitía liquidar una parte con contado con liqui (CCL) y otra parte con el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), en lo que se conoce como el esquema 20% y 80%; aunque los exportadores ratifican que hay atraso cambiario, cuestión que el gobierno rechaza de plano y descarta cualquier tipo de devaluación, al punto que redujo el crawling peg al 1% mensual.
Los costos subieron por el ascensor y el dólar por la escalera lo que fue limando la competitividad del sector pesquero, que, mientras consumió el año 2024 entre una reforma desregulatoria y una demora en la cuotificación, sufrió otra estocada con la suba de los valores de los Derechos Únicos de Extracción (DUE), al tiempo que no se atinó a revisar ninguno de los impuestos distorsivos que impactan de lleno en el negocio.
Las retenciones tienen su origen en aplicar un esquema recaudatorio después de un proceso devaluatorio, y siempre se dice que son temporales, pero terminaron perdurando más allá de lo previsto, publicó rp.
Hoy, mantener los derechos de exportación a los productos pesqueros los deja sin margen de competir en los mercados. Un langostino exportado desde Argentina tiene entre 3% y 9% de retenciones y si va con destino a la Unión Europea (UE), allá debe pagar otro 12% de aranceles para su importación. En tanto, un vannamei cultivado en Ecuador no paga retenciones a las exportaciones y tampoco tiene aranceles para ingresar a Europa. Ambos productos terminan en la misma góndola de las cadenas retail; imposible competir en precios.
Para completar el combo, los niveles de demanda de los productos pesqueros no se han recuperado a niveles anteriores a la pandemia, y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania también ha impactado negativamente, a lo que debe sumarse los efectos inflacionarios en Europa que han deprimido el consumo, retrayendo la demanda.
Esta serie de factores ha provocado la caída de los precios internacionales de pescados y mariscos, a pesar de lo cual, desde el Gobierno de Javier Milei la pesca sigue estando fuera de radar para levantar el pie sobre los Derechos de Exportación. La distinta vara que se aplica para medir a la pesca respecto al campo, deja al octavo complejo exportador en una situación de peligrosa fragilidad.