Los que han regresado a sus barcos han sido los pescadores de la campaña de la anchoa en el Cantábrico. Esta mañana salían más de cien embarcaciones. Estiman que reducirán sus capturas de 10.000 kilos diarios a unos 6.000 porque no saben si podrán venderlo todo por la crisis generada por el coronavirus, así lo informó Antena 3.
La flota de bajura del Cantábrico inicia hoy la costera del Cantábrico y lo hace con las tripulaciones ceñidas a los protocolos de protección y las medidas de seguridad sanitarias igual que los trabajadores de tierra. Es decir, con mascarillas de protección y manteniendo las distancias de seguridad.
Reducción de las capturas de la anchoa en un 40%
Se les recomiendan que no bajen a tierra cuando toquen puerto. Se comienza así una campaña de la anchoa peculiar en esta temporada en la que se calcula que las capturas se van a reducir en torno aun 40 % de la captura habitual en la campaña de la anchoa.
Los cálculos se han realizado para intentar no bajar el precio en el mercado puesto que la pandemia por coronavirus mantiene y se ha ralentizando la actividad en las conserveras, los restaurantes cerrados por el momento y se aprecia una importante reducción en el consumo de pescado fresco.
Después de un mes amarrada, vuelven al mar
Después de un mes amarrada, la flota de bajura del Cantábrico ha vuelto al mar para una atípica costera de la anchoa. “Llevo muchos años en esto y es la campaña más rara” nos confiesa en Santoña un veterano pescador del “Ermita Pilar”. Pablo Argos, el patrón de esta embarcación, recuerda que “en cada barco tenemos un protocolo interno de seguridad.
Todos a bordo llevan mascarillas y guantes pero una de las recomendaciones más básicas, guardar la distancia de seguridad, es difícil de cumplir dentro de las dimensiones de un barco. “Es imposible mantener los dos metros de distancia” apunta un profesional “Y a la hora de dormir estamos todos en un espacio muy reducido” apostilla su compañero.
Quieren test, además de mascarillas y guantes
“¡Test!. No queremos mascarillas ni guantes, queremos test para los marineros”, grita un joven desde la cubierta de uno de los barcos que esperan a cargar las bodegas de hielo antes de salir al mar.
Pero las limitaciones continúan también cuando regresan a puerto. “No nos podemos juntar más de seis barcos a descargar y a tierra solo bajan dos hombres y un responsable de la carga” explican Argos y su segundo de a bordo.
Más allá de la seguridad, la flota ha decidido reducir en un 40% las capturas para no saturar un mercado inestable. Los barcos grandes, con un cupo de 10.000 kilos, solo descargarán 6.000 por día. “El pescado fresco-explica Luis Herrera, Secretario de la Cofradía de Santoña- ha bajado mucho el precio porque la gente no sale de casa a comprar un producto perecedero”.
Mientras, las empresas conserveras, como la del Grupo Consorcio, han hecho un esfuerzo inversor para cumplir con las normas de seguridad de sus trabajadores que garanticen la continuidad de la producción; pero para Ivan Zuaza, Dtor Industrial del Grupo Consorcio “también estamos con la incertidumbre de ver cómo se desarrolla esta campaña y poder poner en el mercado un producto de calidad”
La mar y la pesca no se libran tampoco de la crisis del coronavirus.