Una nueva investigación encontró que dejar más peces grandes en el océano podría contribuir a disminuir la huella de carbono de la actividad pesquera
Dejar más peces grandes en el mar reduce la cantidad de dióxido de carbono emitido a la atmósfera, descubrió un grupo internacional de científicos. En este estudio, primero en su tipo a nivel mundial, se encontró que las pesquerías oceánicas han liberado al menos 730 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera desde 1950.
Huella de carbono en la pesca
Según su investigación, en 2014 se emitió un estimado de 20.4 toneladas métricas de dióxido de carbono, cantidad equivalente a las emisiones anuales de 4.5 millones de automóviles, es decir, la huella de carbono de la pesca es un 25% más alta en relación a las estimaciones anteriores de la industria.
Esto se debe a que, al morir, los peces se hunden hasta el fondo del océano, donde el océano o los ecosistemas costeros capturan el carbono contenido dentro de ellos. Al contrario, con la pesca, una parte del carbono dentro del pescado se libera a la atmósfera en forma de dióxido de carbono unos días o semanas después. Los cuerpos de peces grandes como el atún, tiburones, caballa y pez espada son entre 10% y 15% carbono.
Aunado a esto, los barcos pesqueros también liberan este gas de efecto invernadero con la quema de combustible, muchas veces en lugares remotos donde la pesca no resulta una actividad redituable y se requieren subsidios para llevarla a cabo.
Pesca industrial
Según los autores del estudio, este fenómeno natural de captura de carbono ha sido cada vez más perturbado por la pesca industrial. “A nivel mundial, el 43.5% del carbono azul extraído por la pesca en alta mar proviene de áreas que no serían económicamente rentables sin los subsidios.
Limitar la extracción de carbono azul por las pesquerías, particularmente en áreas no rentables, reduciría las emisiones de CO2 al quemar menos combustible y reactivar una bomba de carbono natural mediante la reconstrucción de las poblaciones de peces y el aumento de sus cadáveres”, señalaron al respecto.
Debido a los potenciales efectos catastróficos del calentamiento global y el cambio climático, urgen nuevas investigaciones que ayuden a gobiernos y organizaciones a reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera de forma inteligente.
Además de esta investigación relacionada con la pesca, otras, como la medición de árboles en zonas desérticas, como en el Sáhara, con inteligencia artificial, también pueden ayudar a un mejor cálculo del presupuesto de carbono y la capacidad de absorción de dióxido de carbono de estas zonas, las cuales no suelen considerarse dentro de estos cálculos.
En este aspecto, algunos investigadores también señalan la importancia de sustentar científicamente los esfuerzos de reforestación mediante distintas investigaciones para diseñar estrategias con un verdadero impacto en la absorción del dióxido de carbono.
Ante la perspectiva de una mayor huella de carbono de la industria pesquera, los investigadores señalan la importancia de apostar por una pesca sostenible que permita la permanencia de peces más grandes en el océano, particularmente en zonas donde la pesca no es económicamente rentable, para reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera.