Tras quedar ayuna de participantes interesados en sumarse la prospección de langostino en aguas provinciales de Chubut, desde la CAFACH, la cámara que agrupa a 28 barcos de la flota amarilla en Rawson, distintos armadores analizaron la complicada coyuntura que atraviesa la actividad pesquera en Chubut a partir del intento del SUPA por establecer un reajuste del 160% con las empresas de servicios de estiba que operan desde el puerto de la capital provincial.
“Somos los primeros en querer salir a pescar. No hay manera de no querer salir a pescar porque somos pescadores”, explicó Marcelo Ramos, uno de los socios de la cámara, a modo de rechazo a las versiones que daban cuenta de que el resultado de la convocatoria fue digitado desde la propia cámara armadora.
“Somos 100 barcos entre artesanales y de la flota amarilla. Puedo marcar una idea, tener injerencia entre los asociados, pero no con el resto”, aseguró Gustavo González, presidente de la cámara. Pensar que los referentes de Conarpesa, Cabo Vírgenes, Pesquera San Isidro, Estrella Patagónica, por citar algunos nombres, hacen lo que yo les digo, es ridículo”, aseguró el empresario.
“El problema es de costos, no hay otra cosa”, afirmó el dirigente al tiempo que aclaró que el SUPA hace una paritaria con un prestador de servicios, pero las empresas de estibaje no son las que pagan sino que emiten la factura y se la trasladan a las plantas de reproceso.
“Ese reajuste que pretende aplicar el gremio genera una situación inviable desde lo comercial donde nadie puede hacerse cargo porque resiente la poca rentabilidad que tiene hoy el sector”, subrayó.
“Esto nos baja el precio a nosotros”, dice Mateo Mariscal, otro de los asociados a la CAFACH. Los armadores calculan que, si las plantas absorben el reajuste que pide el SUPA, implicaría una reducción en el valor que reciben de langostino entero de entre el 4% y 6% por kilo conformado.
“Creo que es un capricho de los dirigentes del SUPA y se la han tomado con algunas empresas o referentes del sector como Gustavo (por González). Soy grande y a mí no me maneja nadie”, aseguró Mariscal, quien le pidió a la conducción del SUPA que se comunique con cualquiera de los otros socios.
“Si no quieren hablar con el presidente de la cámara que hablen conmigo o con cualquiera de los armadores, en esta todos pensamos lo mismo. Es impagable el reajuste. Deben tomar conciencia y comprender que están tomando de rehenes a todos los trabajadores por un capricho. Yo soy un laburante y siento como ellos, como los estibadores que trabajan con nosotros, que estamos perdiendo lo que nos regala la naturaleza”, completó.
Marcelo Ramos sacó cuentas más específicas y asegura que el reajuste que pide el SUPA va mucho más allá del 160%. “En realidad es mucho más elevado por los ítems que agregan en el acta acuerdo”, dice el armador. “Suman un apuntador y un pasaseña que en Rawson no son necesarios. Puede que sí lo sean para otras ramas, el congelado, barcos mercantes, pero no para la flota amarilla”.
Los armadores recuerdan la mala experiencia que dejó la incorporación de la tarea de limpieza del chupón de bodega, que en realidad pocas veces se realiza, pero igual se cobra. “Sumás los adicionales y llegas al 30% más del costo del servicio por lo que en realidad el reajuste no es del 160% sino del 190%”, remarcó Ramos.
Pablo Novello, otro de los referentes consultados, se refirió a la cuestión paritaria que traba las negociaciones. “Firman (por el SUPA) el 138% y salimos a pescar mañana. Pero si nos obligan a firmar el 160%, mañana tenemos a todos los otros gremios marítimos golpeando la puerta pidiendo lo mismo”, aseveró quien también se vincula al reproceso del marisco y conoce el impacto que genera en el costo de producción el incremento en el servicio de estiba.
Gonzalo Vega es el referente de la flota artesanal. Ante la consulta de REVISTA PUERTO advirtió que los acuerdos alcanzados por el SUPA fueron con empresas de servicios de estiba que no representan al puerto de Rawson. “Tal vez puedan pagarlo porque hacen actividades distintas a las que se realizan acá como el congelado o la carga de aluminio”.
En ese sentido, el pescador lamentó que la temporada anticipa precios mucho más bajos en relación a zafras anteriores. “Los precios que manejan las plantas no son buenos. Será la primera vez que el langostino de Rawson se pague más barato que el de aguas nacionales. Nunca vimos una cosa así”.
Con el conflicto demorando el inicio de la zafra hace más de un mes, a diez días que termine noviembre y sin ningún interlocutor que asome entre todas las partes capaz de convocar a una mesa de trabajo para intentar acercar a las partes, entre los asociados a la CAFACH aseguran que una alternativa a seguir ocurre a pocos kilómetros más al sur.
“En Comodoro Rivadavia se sentaron el prestador del servicio de los barcos del fresco con los estibadores y acordaron en una escribanía pagar un reajuste del 138% y hoy están trabajando con normalidad”, subrayó Giuliano Vestuti.
El armador insiste en que el guarismo acordado con los gremios marítimos y que ofrecen para los estibadores marca la evolución de la inflación, en tanto revela que algunos de los socios de la cámara están evaluando, si el conflicto se demora, armar a merluza y operar desde Comodoro Rivadavia.
“Es una alternativa que estamos analizando si la situación se prolonga; cuatro o cinco barcos armarían a merluza porque no pueden estar mucho tiempo sin pescar”, confiesa González. “En su momento dijimos que el mes de noviembre estaba perdido. A esta altura ya comenzamos a perder días de diciembre”, reveló el Presidente de la cámara.
“Suponiendo que el conflicto se resuelva este miércoles (por pasado mañana) y se inicia la prospección y toca buen tiempo como para desarrollarla sin interrupciones, estaría terminando el sábado 2 de diciembre”, especificó González.
La zafra de langostino en aguas provinciales impacta de manera directa e indirecta en el trabajo de cerca de 13 mil personas.
En estos veinte días de noviembre no hubo pesca, descarga, transporte, clasificación, pelado, envasado ni congelado de langostino. Miles de horas de jornales que nadie liquidará porque la flota estuvo amarrada al muelle. Un lujo demasiado caro para todos.
