Empresarios de la Flota Amarilla y estudiantes debatieron abiertamente sobre las amplias salidas laborales en el sector, la urgencia de la sostenibilidad y los desafíos estructurales, como el dilema del procesamiento de la merluza, la anchoíta y la falta de valor agregado.
Con el objetivo de tender puentes entre la industria y las nuevas generaciones, la Cámara de la Flota Amarilla de Chubut (CAFACh) lanzó hace un tiempo la iniciativa «Hacia el mar: Educación y futuro de la pesca».
El programa, que ya tuvo su segundo encuentro esta semana en Puerto Madryn, busca informar a los estudiantes sobre los alcances, desafíos, oportunidades laborales y perfiles profesionales del sector pesquero en Chubut. La actividad se desarrolló primero en la Escuela Municipal de Pesca el martes pasado y continuó el jueves en la Escuela Politécnica N° 703 “José Toschke”.
Un vistazo a la industria
Gustavo González, presidente de CAFACh, explicó que la idea surgió ante la percepción de un profundo desconocimiento sobre la actividad. “Hay mucha desinformación; la gente tiene como arraigado que la actividad principal es el campo, y con respecto a la pesca hay mucho desconocimiento”, señaló a REVISTA PUERTO.
La idea es la de transformar ese desconocimiento en reconocimiento, dándole a los estudiantes un panorama de una industria que es la segunda economía de la provincia y que, en un paralelismo con el sector del agro, exporta más peces que carne a nivel nacional.
González resumió el objetivo de las charlas diciendo: «Darles un pequeño pantallazo de lo que es la industria pesquera, de las alternativas que tienen laborales, de lo que significa esta actividad para la región y para el país».
El intercambio con los estudiantes siempre es enriquecedor. En ese sentido, el empresario armador reconoció el “nivel de concentración y atención” durante las charlas de hora y media, señalando que las devoluciones siempre son buenas y siembran «alguna duda» sobre la actividad.
La principal inquietud de los jóvenes, especialmente del último año de la secundaria, gira en torno al futuro académico y laboral. Los encuentros les brindan información sobre las salidas laborales inmediatas en la actividad, las carreras universitarias que los pueden insertar en el sector y la ventaja de tener una oportunidad de trabajo en su propia ciudad sin necesidad de emigrar.
Un debate interesante
Al cierre de la presentación que animaron los dirigentes de CAFACh, se generó un enriquecedor intercambio con los alumnos, donde la curiosidad superó la timidez. Aunque las respuestas de los jóvenes a las preguntas de los propios González y Raúl Cereceto fueron dispersas inicialmente, el interés por conocer aspectos sensibles de la actividad se hizo evidente.
Más allá del recorrido teórico de la cadena de valor pesquera, los empresarios abordaron, con ejemplos concretos, temas cruciales para el presente y futuro de Chubut. Se destacó la importancia de la certificación MSC para el langostino chubutense, fundamental para acceder a los mercados más exigentes.
Asimismo, se debatió por qué gran parte de la merluza hubbsi que se captura en el Golfo San Jorge termina procesándose en Santa Cruz y no en plantas de Chubut. Se analizó por qué Argentina exporta en gran medida productos sin valor agregado al mundo y se explicaron los altos costos operativos de la actividad. Finalmente, se resaltaron las posibilidades de la especie anchoíta en Chubut y su potencial en el mercado mundial como una alternativa de desarrollo.
Abrir las puertas y combatir prejuicios
“Tato” Cereceto, al aportar la visión empresarial, enfocó su exposición en cómo se aplica la teoría en la realidad cotidiana de la industria. Subrayó que los jóvenes, en general, circunscriben el trabajo en la pesca exclusivamente a embarcarse, ignorando toda la cadena de valor en tierra.
El armador reflexionó sobre la necesidad de este acercamiento, planteando una autocrítica al sector: «Si Argentina vive de espaldas al mar, hay que preguntar si nosotros desde la industria no vivimos un poco de espaldas a la sociedad».
Para el empresario, el programa es un ejercicio de tender puentes y mostrar la actividad, detallando qué se hace bien, qué se hace mal y cómo se está mejorando en pos de una pesca más sostenible. El feedback con los jóvenes, que permite entender sus inquietudes sobre la cuestión medioambiental y sus percepciones, es un ejercicio de retroalimentación muy interesante.