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Los desembarques se derrumbaron en Mar del Plata con los barcos pescando langostino en la Patagonia y se resiente toda la cadena vinculada al pescado fresco que se sostiene con garantizados que no le sirven a nadie.
Los desembarques pesqueros del mes pasado en puerto Mar del Plata no llegan a las 14 mil toneladas. La cifra es la más baja del primer semestre, superando en inactividad al mes de enero, el cual siempre arrastra demoras en poner en marcha la flota luego de las fiestas de fin de año.
Parte del fenómeno lo explica la migración masiva de buques fresqueros a participar de la zafra del langostino. Son unos setenta barcos –nunca hubo una lista definitiva, quizás para no potenciar las luces de alarma que se encendían en los muelles locales, pero buques que mostraban una operatividad regular en esto de entregar merluza fresca a plaza.
En junio del año pasado los desembarques en Mar del Plata rozaron las 30 mil toneladas y la flota potera, como el mes pasado, entregó las últimas toneladas de una zafra abundante pero que mejoró los números del primer cuatrimestre.
La reducción del 50% en los desembarques del comparativo de junio lo explica la merluza, o su falta, a partir de una flota con cupo y con problemas para ir a pescarla. La mejora en el reintegro a la exportación de filet procesado en tierra, el envión del precio internacional de la tonelada interfoliada que superó los 3 dólares el kilo ni la devaluación del 40% del peso en tres meses parecen alcanzar como inventivos para que la flota la capture y los frigoríficos la procesen.
La falta de merluza impacta en tierra. La Cámara de Frigoríficos Exportadores (Cafrexport) agrupa a empresas que no tienen buques, es decir, compran pescado en muelle. Su presidente, Fernando Mellino, reconoció que en junio en su frigorífico, “27 de Noviembre”, trabajaron un 70% menos que en el mismo mes del año pasado. Los días en que hubo pescado en las mesadas se cuentan con los dedos de una mano.
Esta semana Loba Pesquera dejó más de 200 trabajadores en la calle, entre efectivos de su frigorífico, la PyME “Coronado”, los tripulantes del pesquero “Sirius” y los fileteros desperdigados en distintas fasoneras con distinto grado de precarización.
Lo de Loba fue la crónica de una muerte anunciada que comenzó a escribirse hace más de dos años cuando se cerró la canilla de la subdeclaración de merluza y el barco no alcanzaba para alimentar a todas las plantas satélites hambrientas del pescado negro.
Pero Loba no será la última de la lista en este invierno. Hay otros 88 trabajadores en INSER que esperan desde hace un mes dentro del frigorífico que Fabian Otero y Juan de Rosa les entreguen langostino para reprocesar. Otros puestos laborales que penden de un hilo.
Junio fue el primer mes en sentir la ausencia de la flota fresquera que sostenía lo poco que queda de la industria del fresco en Mar del Plata. Las 14 mil toneladas descargadas el mes pasado, que no todo es fresco, genera salarios de garantía que no les sirve a nadie. Ni a la empresa y mucho menos al trabajador.
Y esto recién comienza. La temporada de langostino se prolongará hasta octubre cuanto menos. El mal tiempo y dirigentes que reclaman lo que no está firmado en las Actas han contribuido a un inicio de zafra con altibajos pero de la que nadie piensa bajarse. ¿Cuántos podrán pasar el invierno?.
La semana que viene, si no hay cambio de agenda, el presidente Macri volverá a reunirse con las cámaras empresarias de la pesca. No pueden esperarse muchos cambios para el circuito fresco que hoy brilla por su ausencia en las calles del barrio puerto. Es el mismo Macri que designó a Oscar Fortunato como su representante en el Consejo Federal Pesquero.
Mientras los trabajadores quedan desocupados con cartas documentos que anticipan el pago del 50% de la indemnización aludiendo problemas externos, aunque se saltearon el procedimiento preventivo de crisis, tal el caso de Loba Pesquera, ninguna autoridad asoma ya ni preocupada por contener el estallido que se viene.
Siempre lo urgente se tapa con subsidios y las listas de beneficiarios ya la confeccionan en el sindicato de estibadores y de obreros del pescado. Así lo resolvieron en el epílogo del año pasado. Y a falta de otras alternativas capaces de torcer la ecuación y mejorar la actividad en la pesca marplatense que languidece, lo único que se les ocurre son subsidios.
El subsidio del año pasado para los estibadores lo cobró la Federación de Cooperativas de Actividades Portuarias y Afines en noviembre. Los más de 200 beneficiarios comenzaron a cobrarlos a fin de este verano. Cualquiera se tienta con LEBACS pagando tasas del 30% anual.