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El mar argentino en riesgo: ¿Se abrirá Tierra del Fuego a la salmonicultura?

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Una iniciativa legislativa busca modificar la norma que convirtió a la Argentina en el primer país en prohibir la cría de salmones en el mar. La comunidad científica, ambientalistas y pescadores temen un grave retroceso ambiental y económico. El oficialismo sostiene que busca fomentar una acuicultura sostenible.

Cuatro años después de haber sido celebrada como un hito global, la ley que prohíbe la salmonicultura en aguas fueguinas podría quedar derogada. La Legislatura de Tierra del Fuego debate esta semana dos proyectos para modificar -y eventualmente reemplazar- la Ley 1355, aprobada por unanimidad en 2021, que convirtió a la Argentina en el primer país del mundo en prohibir la cría de salmones en el mar.

Manifestación en el Congreso contra las salmoneras en Mar Argentino

La iniciativa más reciente, presentada por los legisladores Agustín Coto y Natalia Gracianía (La Libertad Avanza), propone permitir el cultivo de salmónidos mediante sistemas cerrados de recirculación (RAS) y levantar la prohibición vigente, salvo en el canal Beagle. Argumentan que su objetivo es “fomentar el desarrollo económico y promover prácticas sostenibles”. El proyecto incluye la posibilidad de habilitar establecimientos acuícolas en ríos, costas y aguas abiertas de la provincia, bajo control estatal y supuestos estándares ambientales.

Desde el oficialismo fueguino, también se impulsó un texto que propone derogar la ley vigente para reemplazarla por un marco general de “acuicultura sustentable”, con principios de “innovación tecnológica, vigilancia sanitaria y desarrollo científico”.

Las propuestas generaron una ola de rechazo en la comunidad científica, organizaciones ambientalistas y sectores de la economía local que ven en esta avanzada un retroceso grave y evitable. En distintas ciudades de Tierra del Fuego hubo movilizaciones el fin de semana, en defensa de la norma actual. La tensión crece: la Comisión de Recursos Naturales debate el tema este lunes y el proyecto podría llegar al recinto en la sesión de mañana martes.

Una ley pionera bajo amenaza

Sancionada en junio de 2021 por unanimidad, la Ley 1355 fue fruto de un proceso inédito de participación ciudadana. Convocó durante años a científicos, ONGs, legisladores de todo el arco político, pescadores artesanales y comunidades locales, que rechazaron de forma masiva la instalación de jaulas flotantes para cría de salmones en aguas fueguinas.

“La ley vigente es fruto de más de tres años de trabajo. Se consultó a todos los actores, hubo investigación profunda y hasta colaboración binacional con Chile. El ambiente no cambió. Las tecnologías no cambiaron. ¿Qué justifica este giro?”, se pregunta el antropólogo e investigador del CONICET Ernesto Piana. Advierte, además, sobre el mensaje que esta decisión podría enviar a emprendedores locales: “No hay seguridad jurídica. Podemos cambiar las reglas en cuatro años, incluso si las votamos por unanimidad. Eso daña la confianza en las instituciones”.

Tierra del Fuego es, por su geografía y biodiversidad, el único lugar viable en Argentina para desarrollar salmonicultura a gran escala. Justamente por eso, la ley fueguina se volvió emblemática. En contraste con Chile -segundo productor mundial, pero con graves impactos ambientales-, la norma argentina solo permite sistemas RAS sobre tierra firme, sin afectar el ecosistema marino.

“Este intento de modificar la ley parece otro esfuerzo por habilitar un modelo productivo que ya dejó zonas muertas en Chile”, alerta Adrián Schiavini, biólogo del CONICET y docente en la Universidad Nacional de Tierra del Fuego. “Es un producto caro, que no resuelve el hambre, genera pocos empleos y amenaza industrias como la pesca artesanal y el turismo, que sí tienen impacto real en la economía local.”

¿Salmones sí, pero dónde y cómo?

Los impulsores de la modificación aseguran que no buscan autorizar jaulas en el Beagle, pero la letra de los proyectos abre la puerta a otras zonas sensibles, como la Isla de los Estados o la costa atlántica. “La ley actual protege también ríos, lagos y lagunas. La nueva redacción los habilitaría, y eso podría ser incluso peor que el mar”, advierte Schiavini. “Lo que preocupa es la posibilidad de que esto sea solo el primer paso, una apertura que después se amplíe con más presión empresarial.”

En X, el legislador Coto defendió el proyecto con un tono combativo: “Ese salmón que ves en la carta se tuvo que importar porque algunos decidieron prohibir producirlo acá. Presentaremos la ley para fomentar la salmonicultura. Que ninguna ONG de hippies con OSDE nos diga cómo vivir”, escribió. También compartió, a modo de chicana, el video oficial de la canción El Salmón, de Andrés Calamaro.

Pero para referentes locales, como el chef Lino Adillón, que lleva más de 30 años en Ushuaia, el riesgo es demasiado alto. “Entre los años de investigación y estos cuatro años de ley, llevamos ocho años como sociedad trabajando para cuidar lo que tenemos. La industria es bienvenida en tierra, en sistemas cerrados. En el mar, no. Ya se sabe que es nociva”, resume.

Una amenaza para la economía y la salud

El salmón es un producto de exportación. No forma parte de la dieta popular. Y, en su versión de criadero, tiene serios cuestionamientos sanitarios: el 60% de las muestras tomadas en supermercados de Buenos Aires presentaron niveles de toxicidad superiores a los recomendados.

“¿Qué sentido tiene competir con Chile, que tiene 20.000 kilómetros de costas, cuando podríamos diferenciarnos con sistemas más sustentables?”, pregunta Schiavini. “Tierra del Fuego ya tiene productos únicos, con valor agregado. No necesitamos copiar un modelo que está siendo cuestionado en el mundo.”

Además, la instalación de salmoneras impactaría directamente sobre la pesca artesanal de centolla, uno de los motores turísticos y económicos de la isla. Como dijo Diana Méndez, capitana de barco y referente del sector, en un artículo publicado en Lugares en 2021: “El mar es nuestro sustento. Si cambia el agua, cambian los ciclos de vida de los animales. Las centollas ya no se están reproduciendo. ¿Vamos a sumar una amenaza más?”.

Francis Mallman, uno de los primeros en manifestar su preocupación por los efectos del salmón en la salud y el ambiente, pesca centolla en el Canal Beagle, el crustáceo que más se vería afectado por la instalación de criadero de salmones.

El investigador Gustavo Lovrich, del CADIC, coincide: “Las salmoneras afectan desde el plancton hasta las ballenas. El canal Beagle tiene una biodiversidad única, y está en peligro. Hay lugares en el mundo que están invirtiendo millones para revertir lo que Tierra del Fuego ya hizo bien.”

Un faro para el mundo que hoy se apaga

La ley 1355 fue, para muchos, una señal de que el desarrollo económico puede ir de la mano con el cuidado ambiental. Fue celebrada por científicos, cocineros como Francis Mallmann y Mauro Colagreco, y activistas de ambos lados de la cordillera.

Hoy, en cambio, ese consenso parece diluirse.

Las propuestas generaron una ola de rechazo en la comunidad científica, organizaciones ambientalistas y sectores de la economía local que ven en esta avanzada un retroceso grave y evitable.

“La ley fue ejemplo para el mundo”, insiste Piana. “Si la tiran abajo, Argentina no solo retrocede. También pierde autoridad moral. ¿Qué confianza vamos a tener en nuestras propias reglas si las cambiamos cuando estorban a algún negocio?”

Para algunos, es una discusión sobre salmones. Para otros, sobre el tipo de país que se quiere construir.

Fuente: La Nación