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Cancún (México), 9 mar (EFE).- El expresidente costarricense José María Figueres (1994-1998), fundador de la organización Ocean Unite, dijo hoy a Efe que urge acabar con la pesca ilegal, que no solo perjudica a los océanos sino que arrastra consigo otras condenables actividades como el tráfico de drogas, armas y personas.
“Esta actividad ilícita, además de dañar el océano y pescar sin ningún miramiento a las especies, viene acompañada de otras actividades ilícitas como el trasiego de armas, de personas y el tráfico de narcóticos”, expuso Figueres con motivo de la Cumbre Mundial del Océano, que se celebra del 7 al 9 de marzo.
Las personas dedicadas a la pesca clandestina suelen buscar esas otras actividades también ilícitas para reforzar sus ingresos, formándose una cadena que perpetúa acciones con el océano como telón de fondo, expuso. La pesca ilegal representa 23.500 millones de dólares en productos pesqueros cada año a nivel mundial.
Para el fundador de Ocean Unite, que está impulsando la Asamblea del Océano Pacífico -que tiene como objetivo generar un liderazgo del continente americano en materia de conservación-, existen diferentes frentes que atender para detener la inminente crisis que comienza a afectar a los mares.
Uno de ellos es “seguir avanzando en la lucha por (frenar) el cambio climático” para disminuir el impacto que crea acidificando el océano y elevando su temperatura.
Los obstáculos no son pocos para ello, ya que “muchos países todavía ven el combate al cambio climático y el bajar las emisiones de carbono como un costo, en lugar de verlo como la oportunidad que representa”.
De acuerdo con Figueres, cambiar el paradigma ambiental implicaría movimientos bruscos en la economía, los cuales traerían “una economía verde mucho más eficiente”.
Las nuevas generaciones de jóvenes trabajadores serán esenciales en esto, ya que las oportunidades laborales deben crearse en función de sus necesidades y generar así una economía de bajas emisiones de carbono. Para ello es necesario acabar con la percepción ilusoria “que hace ver la lucha contra el cambio climático como un costo, como una cosa imposible”, sostuvo.
“Hay que verlo como una gran oportunidad económica y ambiental”, aseguró y, para ello, propuso “avanzar en la formulación de buena política pública que mande buenas señales a los mercados de que se quiere avanzar en la dirección de esa economía verde”.
“Los gobiernos tienen que entender el reto y verlo como una oportunidad”, abundó.
Sin embargo, dijo, nadie está exento de responsabilidad, ni las empresas ni por supuesto la sociedad civil, que con cada pequeña acción puede sumar a este gran esfuerzo colectivo.
El copresidente de Ocean Unite, iniciativa para unir voces globales en favor de las acciones de conservación de los océanos, confesó experimentar una sensación ambivalente, entre la esperanza y el temor.
“Lo que me da temor es que no aprovechemos la ventana de oportunidad para hacer estos cambios a tiempo; lo que me llena de motivación es que en todas esas transformaciones veo grandes oportunidades para relanzar la economía global”, manifestó.
Asimismo, destacó la gran labor de los países latinoamericanos, que en los últimos años “han asumido un compromiso mucho más fuerte y contundente con respecto al cuidado del océano”.
Esto ha despertado una “linda competencia entre los diferentes países de América Latina por ver qué país puede conservar mejor el océano”, acotó.