Más de 200 mil toneladas se desembarcarán de langostino este año. Fotos. Deproa Marineros Unidos
El Consejo Federal Pesquero dispuso el cierre de la temporada de langostino en aguas nacionales. Cifras récords de desembarques pese al significativo aumento del esfuerzo pesquero. Se esperan medidas de manejo para un recurso que no es infinito.
El langostino patagónico parece dispuesto a contradecir cualquier regla de manejo pesquero. Este año en que aumentó el esfuerzo pesquero -el número de barcos que declararon haber pescado el marisco-, también creció la cifra de desembarques y superará el techo de las 200 mil toneladas cuando termine el año.
El número será diez veces más que a principios del nuevo siglo. Un verdadero despropósito que no tiene muchas explicaciones científicas. Es claro que el ecosistema está en evolución, hay cambios ambientales, pero no están en claro cuáles influyen para explicar este comportamiento biológico.
El Inidep hace muchos años que no suma dos o tres campañas de investigación para evaluar el recurso. Con más datos, quizás se tuvieran más certezas que expliquen el fenómeno.
El “Victor Angelescu”, el nuevo buque de investigación, hasta el año que viene no saldrá de campaña. Por ahora están capacitando al personal de Prefectura para que lo maneje, de modo de mantenerlo alejado de la conflictividad del Simape
Pero a los empresarios poco les importa el futuro mientras el presente siga siendo tan venturoso. Brindan por la sobreabundancia sobre todo los marplatenses que encuentran en el langostino una alternativa para oxigenar balances asfixiados por la poca rentabilidad de la merluza.
La fiesta del langostino acaba de terminar en aguas nacionales, la principal zona de pesca donde opera la flota. La autoridad de aplicación determinó que el sábado pasado fue el último día para salir a pescar y deben regresar a puerto el 31 de octubre.
“El pescado ya era chico y había mucha merluza juvenil”, confió un armador fresquero marplatense que mandó sus barcos al sur. Es que donde se pesca el marisco es la misma zona de veda de merluza. Cuando comienzan a bajar los rendimientos de langostino crece la presencia de merluza que se descarta, se tira al agua.
Al cerrar la temporada el Consejo Federal Pesquero preserva la merluza y a los juveniles de langostino que estarán disponibles a la red de pesca en la temporada próxima y también a los adultos que participarán del ciclo reproductivo que generará el recurso que la flota pescará en el 2019.
Pero ese mismo CFP juega con fuego. En la temporada pasada, las 172 mil toneladas descargadas fueron aportadas por 251 embarcaciones pesqueras, entre congeladores tangoneros, fresqueros de altura, costeros y artesanales.
Desde hace dos años el Consejo Federal Pesquero permite que algunos barcos fresqueros se conviertan en congeladores y si bien resignan la cuota de merluza para recibir otra de especies no cuotificadas, eufemismo para llamar al langostino, los barcos que operaron sobre el recurso fueron 266.
Otro atajo de la flota mayor fue reformular el permiso de pesca cediendo merluza y adosando permisos irrestrictos de barcos artesanales de la banquina chica. Por este camino desfilaron una docena de viejas lanchas amarillas. Y ya hay varios interesados en sacar pasaje por ese sendero el año próximo.
Con más barcos pescando se llegó a las 191 mil toneladas, según datos que aporta la propia Subsecretaria de Pesca. Los números serán mayores sin dudas porque sigue en acción la flota amarilla de Rawson que opera en aguas provinciales.
El crecimiento del número de invitados a la fiesta del langostino provocó que se agotara más rápido. El año pasado la temporada se había prolongado desde fines de mayo hasta mediados de noviembre.
La fiebre por el langostino impide hasta ahora encontrar coincidencias entre todos los actores que participan de la pesquería para definir un plan de manejo que la ordene y patine de sustentabilidad. Hoy no solo no asoma nadie con autoridad moral como para fijar las reglas sino que todos quieren una porción mayor.
Mientras tanto el Inidep reconoce lo obvio. Que este año “se pescó más rápido el langostino y también la merluza como by catch (pesca acompañante) respecto de lo sucedido en otros años por un mayor esfuerzo pesquero”, sostuvo Otto Whôler, director del instituto, en declaraciones a Revista Puerto.
Junto con el calamar, que tuvo una zafra más abundante que la del 2016, el langostino es el otro brote verde que hace crecer las exportaciones pesqueras, dentro de un achicamiento generalizado del comercio exterior argentino en el 2017.
En los primeros ocho meses del año se exportaron 327.923 toneladas entre pescados, moluscos y mariscos a cambio de 1.277 millones de dólares. Las cifras representan un aumento del 9,8% y del 16% respectivamente, en comparación con el mismo período del año anterior.
A la torta de exportaciones el langostino aporta la mayor parte. Entre enero y agosto se exportaron 106.166 toneladas a cambio de 685,4 millones de dólares, con un precio promedio de 6497 dólares la tonelada. Los números representan una mejora del 10,6%, 15,7% y 4,6%.
Pero el langostino no es infinito. Y es difícil que su biomasa disponible para ser pescada por la flota, más temprano que tarde, no se resienta si las actuales condiciones se mantienen. Mucho más complicado es que pueda seguir esta curva ascendente del esfuerzo pesquero y de desembarques.
Ponerle candado, bloquear la puerta de ingreso para que no pasen nuevos barcos parece una medida de manejo poco menos que indispensable. El día que la naturaleza, el ecosistema, el langostino, muestren su peor cara quedará en evidencia, de manera tangible, que la flota está absolutamente sobredimensionada.
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