Una investigación conjunta entre el Instituto Español de Oceanografía (IEO), del Instituto de Ciències del Mar (ICM-CSIC) y del Institut Français de Recherche pour l’Exploitation de la Mer (IFREMER), ha permitido detectar que el 58% de las sardinas del Mediterráneo Occidental ha ingerido microplásticos, mientras que en el caso de las anchoas este porcentaje es de un 60 %. Según los investigadores, entre los factores que influyen en esta incidencia está la prevalencia de parásitos como larvas, trematodos y nematodos en el tracto intestinal. Es decir, los individuos con mayor contenido de microplásticos en su sistema digestivo también tienen más parásitos. Tal y como señala Maria Grazia Pennino, primera autora del artículo, “este es uno de los primeros estudios que encuentra este tipo de relación entre la incidencia de microplásticos y parásitos”.
En concreto, los resultados muestran que en el caso de las sardinas los individuos con una peor condición corporal tienen una probabilidad más alta de ingestión de microplásticos. En el caso de la anchoa, en cambio, la probabilidad de incidencia aumenta en los individuos con un índice gonadosomático -peso de la gónada como porcentaje del peso total del cuerpo que se utiliza para medir la madurez sexual de los individuos- más alto y de menor tamaño. En los individuos de ambas especies una peor condición corporal implica una mayor incidencia tanto de parásitos como de mircroplásticos.
Marta Coll, investigadora del ICM- CSIC, apunta que los resultados plantean nuevas preguntas. La principal, es que los investigadores desconocen el mecanismo concreto por el cual los peces pelágicos pequeños con mayor incidencia de microplásticos también presentan mayor cantidad de parásitos intestinales, señaló Industrias Pesqueras.