Islandía amplió su cuota de caza de ballenas hasta 2023, continuando así una política condenada por la comunidad internacional.El ministro de Pesca y Agricultura islandés, Kristjan Thor Juliusson, anunció el martes de noche que la cuota anual será de 209 capturas para el rorcual común o ballena de aleta, contra 161 en 2018, y de 217 para la ballena de Minke o rorcual pequeño, frente a 262 en 2018, esto hasta 2023.
El rorcual común es el segundo mamífero más grande después de la ballena azul. En cambio, el rorcual de Minke es una de las ballenas más pequeñas.
El gobierno declaró que se basó en las recomendaciones del Instituto islandés de investigación marina, así como en un informe de la universidad de Islandia, dado a conocer el 15 de enero, sobre el impacto macroeconómico de la caza de ballenas.
“Estamos comprometidos a utilizar los recursos naturales de manera sostenible, sobre la base de un asesoramiento científico”, dijo el ministro ante cámaras de la televisión pública islandesa. “Estas cuotas tienen una base científica, son sostenibles, se vigilarán y cumplen con el derecho internacional (…) Sobre estas bases se fundó esta decisión”.
En un comunicado, el gobierno islandés indicó que la cantidad de ballenas de aleta ha aumentado de manera constante desde 1987: “En el último censo, en 2015, su población en el Atlántico centro-norte fue estimada en 37.000 ejemplares, o sea, el triple respecto a 1987”.
En 2018, la única empresa de caza del rorcual común, Hvalur hf., arponeó 144 ballenas después de paralizar su actividad durante dos años. En 2016, la empresa tuvo que guardar sus arpones a causa de dificultades comerciales con Japón, principal mercado para la carne de ballena.
En julio de 2018, IP-Utgerd Ltd, empresa especializada en la caza de ballenas Minke, tuvo que suspender la captura por el resto del año, que es considerada más rentable para la industria local.
“Debemos ir mucho más lejos de las costas que antes, por lo que necesitamos más personal, lo que aumenta los costos”, destacó su director general, Gunnar Bergmann Jonsson.
A pesar de una moratoria internacional en vigor desde 1986, Islandia es -junto a Noruega- el único país del mundo que autoriza la caza de ballenas. Japón también lo hace, pero oficialmente con fines científicos, aunque gran parte de la carne se vende en el mercado.
El Movimiento Izquierda-Verdes, al que pertenece la primera ministra Katrin Jakobsdóttir, reafirmó en octubre su oposición a la caza de ballenas. “Hay diferencias de opinión respecto a este tema”, reconoció Kristjan Thor Juliusson.
Según el informe de la universidad de Islandia, la caza de ballenas sigue siendo rentable para el país, y ha generado ingresos de 1.410 millones de coronas islandesas (unos 10 millones de euros) al año, entre 2009 y 2017.
La temporada de caza de ballenas en Islandia comienza habitualmente en junio.
Europa Azul