Fin de año complejo para la temporada de langostino en aguas bajo jurisdicción de la provincia de Chubut.
La temporada de langostino transita ya su primera mitad con un rasgo dominante, la incertidumbre. Y no se trata únicamente del ruido —ya habitual— entre intereses gremiales y empresariales.
Temporada de langostino
De acuerdo con Pescare. Este año, el escenario se volvió más opaco por un desfasaje temporal que todavía no permite conclusiones firmes, pero que reciente.
El inicio tardío en aguas nacionales abre la pregunta incómoda sobre si habrá impacto, más adelante, en la dinámica de la pesquería provincial de Chubut.
En el langostino, conviene no subestimar jamás lo evidente, el pulso de la zafra lo marca el estado biológico del recurso, no la ansiedad del calendario.
Factores que influyen en la temporada
Aun así, lo concreto, a esta altura, es que el arranque fue dificultoso por dos frentes simultáneos.
Primero, el institucional-laboral, que demoró decisiones y complicó la normalidad operativa.
Segundo, el clima, que recortó días efectivos y empujó a la flota a una lógica defensiva, pescar cuando se puede, como se puede. Con este contexto, el comportamiento del langostino exhibe señales complejas para la actividad, y la complejidad —cuando se acumula— se vuelve costo.
Tallas predominantes y un agravante que condiciona: la fauna incidental
En términos de composición, por estos días predomina el L3, acompañado por L2. No es, por sí solo, un dato catastrófico, el langostino es calidad comercial y cada temporada tiene su impronta de tallas y su ritmo de “maduración”.
El problema aparece cuando esa talla predominante viene escoltada por un componente de fauna incidental que, en algunos sectores, dejó de ser un ruido tolerable para convertirse en un factor condicionante.
El caso más sensible, la merluza incidental. Durante el fin de semana —con reportes especialmente el domingo— se registraron barcos con hasta cinco lances nulos, y otros con presencia significativa de merluza, principalmente en el límite del AIER a la altura de Rawson.
Ese patrón tensiona el delicado equilibrio entre captura objetivo, selectividad operativa y costos de procesamiento a bordo y en planta. Cuando el bycatch se vuelve “relevante”, la ecuación deja de ser meramente productiva para convertirse en un problema de conducción; dónde insistir, cuánto insistir y cuándo retirarse.
Lecturas y premoniciones
La lectura de algunos capitanes suele ser el primer termómetro real de una temporada, porque nace de la repetición, del hábito y de la comparación con años anteriores, quién mejor que ellos para determinar y comparar el estado del recurso.
En diálogo con un capitán que asiste todos los años a la temporada de Rawson, la descripción fue tan gráfica como inquietante, “En el pozo, en el medanito, en los palos del AIER, y hasta en la isla, el langostino hoy es L3 y cuando viene algo interesante, viene con mucha merluza.
Es un año complicado de explicar, por ahora; pero te doy un dato, cuando viene muy acompañado de peisos, el langostino escapa. ¡Cuidado.!, se vio mucho al principio”.
Consultado sobre las expectativas inmediatas, dijo “es imposible desde mi lugar decirte lo que va a pasar, lo que te aseguro es que en contacto con capitanes que van a merluza al norte del 42, (por el paralelo 42°S).
Ya hay quienes de a 100/150 cajones están levantando langostino grande, no se si es un dato importante, pero es lo que está pasando hoy”.
La frase tiene valor por dos motivos. El primero es geográfico, enumera referencias que, en la práctica, funcionan como “puntos de fe” para la flota, zonas que suelen ordenar la búsqueda.
El segundo es conceptual: “complicado de explicar” no alude a la falta de información, sino a la falta de un patrón estable. Y cuando no hay patrón, la toma de decisiones se vuelve más compleja y cara a la vez.
Alternativas que pueden plantearse
En paralelo, empieza a consolidarse otro dato que no es menor, la posibilidad de una detención operativa para las fiestas, con acompañamiento del complejo manufacturero.
El rumor —que ya dejó de ser rumor en varios muelles— habla de una pausa desde el 15 de diciembre hasta los primeros días de enero. Durante la primera mitad de esta semana habrá reuniones para considerar oficialmente esa parada.
El punto fino, sin embargo, no es la fecha, es el nuevo encuadre. Porque no sería una simple “parada por calendario”, sino una decisión que podría justificarse.
Al menos en parte, por el comportamiento del recurso, que este año no estaría ofreciendo la previsibilidad de otras temporadas.
En lenguaje llano, la pesca está errática, y si el componente incidental castiga rendimientos, la pausa deja de ser un lujo y pasa a ser una válvula de control.
A la complejidad biológica y operativa se suma una variable de economía real, el flujo de caja.
En las primeras semanas se observa una mayor cantidad de cajas descargadas por día, explicada por dos factores que se potencian, mayores volúmenes en bodega y la incorporación reciente de unidades de pesca nuevas.
El resultado es un sistema que acelera la captura y empuja a tierra más producto en menos tiempo.
Franca contradicción
Ahí aparece el cuello de botella, entre lo capturado y lo exportado hay un tramo que no se estira por voluntad.
Plantas, cámaras, logística y mercado internacional tienen su propio límite. Y cuando el ritmo de descarga supera la capacidad de absorción del circuito comercial, la presión se acumula en forma de stock.
Este año, los precios se ubican algo por encima del año pasado, pero el dato no alcanza para despejar el nubarrón.
La tónica de estas últimas semanas es netamente “ofrecida”: hay mercadería, hay necesidad de colocarla, y eso condiciona la negociación. Las cámaras comienzan a incrementar stock, aun cuando lo harían —por ahora— a un ritmo menor que en la temporada anterior.
¿La razón? Una menor cantidad de días efectivos de pesca en 2025, al menos hasta este punto del calendario. Menos días en el agua amortiguan el crecimiento del inventario, pero no eliminan el problema: solo lo retrasan.
La zafra avanza, sí. Y como siempre, todo depende del estado de la especie, disponibilidad, concentración, talla y distribución. Pero hoy el cuadro muestra demasiados interrogantes simultáneos:
un inicio tardío en aguas nacionales cuyo efecto sobre el tramo provincial aún es incierto
un comportamiento de talla con predominio L3/L2 que, por sí mismo, no alarma, pero se agrava cuando aparece merluza en niveles condicionantes;
lances nulos y rendimientos heterogéneos en zonas sensibles del AIER frente a Rawson;
una posible parada amplia por fiestas, que podría formalizarse en breve, y que este año parece encontrar argumentos adicionales en el propio recurso;
y una presión financiera creciente por mayor volumen diario descargado, en un mercado que se muestra más vendedor que comprador.
En términos estrictos, el langostino no está “mal” en una sola dimensión, está inestable en varias a la vez. Y esa es, probablemente, la definición más exacta del momento. La temporada está en marcha, pero todavía no terminó de revelar su lógica. Mientras tanto, el sector navega en el día a día con poca planificación y con una certeza mínima.