Mientras arranco esta columna y mis vacaciones (?) los barcos tangoneros que alcanzaron a llegar a las subáreas a las que fueron sorteados terminaron su primer día de prospección de langostino dentro del área de veda permanente de merluza. A nadie le importa mucho el resultado parcial porque el foco está en otro lado.
Este lunes posiblemente ya se sumen los que quedaron demorados por la medida de fuerza del SOMU contra el acta firmada por el propio gremio con las cámaras que agrupan a los buques congeladores.
Siempre con el diario del lunes, hubiese sido más rentable para las patronales pedir por la derogación del decreto que estableció el año pasado el dólar exportador que la eliminación de los derechos de exportación o la vuelta de los reintegros por puertos patagónicos.
En lugar de eso, eligieron el camino de la ambigüedad; como para que la mutilación pase desapercibida bajo la complicidad sindical que tampoco se anima a afrontar la nueva realidad y deja que lo descubran sus propios afiliados. O lo que es peor, los de la vereda de enfrente.
Hoy la preocupación que atraviesa al sector pesquero en las puertas de una nueva temporada de langostino no pasa por lo biológico: la biomasa de langostino disponible para las redes tangoneras muestra señales positivas y se espera, si no ocurre ningún fenómeno externo que disminuya el nivel de pesca, una temporada parecida a la del 2018 cuando se desembarcaron más de 250 mil toneladas.
Tampoco desvela la discusión que balconea en la Comisión de Seguimiento de la Pesquería en el Consejo Federal Pesquero. Ahí ALFA insistió por las 72 horas efectivas de pesca para que mejoren sus capturas. Se respaldan en los números oficiales que muestran que cada vez pescan menos. En el 2021 declararon descargas de langostino por 58 mil toneladas; en el 2022 fueron 45 mil y el año pasado 32 mil.
López Cazorla no vería con malos ojos apoyar la propuesta de la cámara marplatense, pero se opone Chubut por injerencia de los frigoríficos que pugnan por mantener la calidad del marisco y creen que un mayor tiempo de pesca atentaría contra ese factor.
En tanto desde la flota congeladora pidieron la cuotificación y poder subir la producción de cola del 30% actual al 50%. Por si hacían falta más certezas que el negocio del langostino entero ha dejado de existir.
Hoy el sector, sobre todo en el fresco, a nadie le cierran los números, o falta ese punto de equilibrio para capear una temporada de pesca que sostiene un negocio que ya no es el mismo a fuerza de bajos precios, cambio de hábito en el consumo y competencia de langostino de cultivo. ¿Todos lo entienden? Parece que no.
En muelle Deyacobbi o Puerto Piojo ni entraron en calor por la zafra . El hervidero de otros años poniendo tangones, pastecas de reenvio, cambiando cajones y cintas en cubierta, colocando las lavadoras de sulfito… contrasta con el desierto de estos últimos días. Nadie se desespera por ir al sur. Menos después de escuchar las pretensiones de los sindicatos de oficiales.
El viernes por la tarde un armador dudaba en enviar uno de sus dos barcos al sur. “La venta de merluza no está, hay barcos que descargan y quedan parados cinco días, bodega que se descargan en dos días. Si nos quedamos acá corremos el riesgo de quedar parados en cualquier momento y si vamos para allá (Chubut) perdemos plata”, resumía.
“En una industria que depende de los precios internacionales, no tiene ninguna lógica pretender aumentos que están por encima del aumento en el tipo de cambio”, dijeron desde CAPEAR ALFA en un comunicado, cuyo título pareció una premonición “La receta de un fracaso anunciado”.
Los decididos a ir apuestan a que la rueda allá gire más rápido, aunque a la rentabilidad del negocio la tengan que hacer entrar con calzador. “Anotá el 2024 como el año en que se fundieron los fresqueros de altura”, pedía otro armador menos optimista.
Los riesgos son muchos. Que los frigoríficos queden sobre abastecidos pronto y esa rueda de la supuesta fortuna se detenga por problemas reales o inventados como ya pasó con los uniformes de Estrella Patagónica en el inicio de la zafra de Rawson.
Los precios internacionales se mantienen estables, pero luego de la devaluación de diciembre el tipo de cambio quedó anclado y los costos en pesos siguieron subiendo al punto de licuar los niveles de rentabilidad recuperados con la modificación del tipo de cambio.
Los compradores saben que se viene un año abundante y nadie apurará en el envío de órdenes de compra. Salvo de L1 que no suele haber mucho en el inicio de la zafra, aunque la apertura de las subáreas al norte abre una chance de encontrarlo pronto.
Los pocos armadores del fresco que se animan a ir a nación –a la prospección se inscribieron solo 6 barcos de los 65 aspirantes al sorteo- esperan poder cobrar un valor por arriba de los 2 dólares por kilo de marisco entero descargado en los muelles de Chubut.
En Madryn hay empresas que ya avisaron que no van a comprar materia prima de los fresqueros. Porque no pueden pagar lo que piden por la materia prima, es lenta la rotación de la venta y alto el costo financiero como demorado la devolución del IVA.
Si las cuentas no dan en el agua por las pretensiones de los sindicatos marítimos, el costo del combustible y los cánones portuarios, en tierra no son mejores y desde algunos frigoríficos ya avisaron que no les da para afrontar lo que pide el STIA. Para mayo ni para lo que resta del año.
“Estamos trabajando con una rentabilidad nula sumado a un ciclo recesivo que nos afecta en nuestra cadena de valor”, avisó Pino Quercia en una nota dirigida al referente del gremio en Comodoro.
Pero es lógico que los trabajadores demanden una recomposición salarial que les permita hacer frente al aumento de los alimentos, tarifas, transporte, combustible, medicamentos, que tuvieron un fuerte crecimiento en estos últimos meses. A ellos tampoco les cierran los números
Encontrar ese punto de equilibrio parece más difícil en estos tiempos libertarios donde todo debería regularse por el propio mercado. “El frío de la Libertad”, ironizó esta semana un participante frecuente de espacios oficiales como representante de intereses pesqueros.
Sin una atención oficial que medie rápida de reflejos en los múltiples conflictos que puede ir surgiendo en esta difícil coyuntura, el fenómeno puede mutar y de protagonizar una temporada de langostino podrá parir una batalla sin cuartel con breves lapsos de “alto el fuego”. La conflictividad como regla; la paz como excepción.
Fuente: Punto Noticias