Langostinos récord enfrentan demanda. La temporada de pesca de langostino viene mostrando desde su comienzo números que invitan al optimismo. Desde Chubut, el presidente de la Cámara de la Flota Amarilla del Chubut (Cafach), Gustavo González, destacó con cifras en mano que las capturas superaron expectativas, alcanzando casi 50 mil toneladas en lo que va del ciclo. Con esta proyección, enero podría cerrar con más de 70 mil toneladas, un registro que se ubica por encima de la media anual de la provincia. Sin embargo, tras las luces del éxito de captura, en tierra hay otra realidad que enciende las alarmas: la acumulación de stock en cámaras frigoríficas, producto de una débil demanda internacional.
La paradoja del langostino
Las estadísticas resultan inobjetables. En noviembre, las flotas capturaron 24 mil toneladas, seguidas de otras 20 mil en diciembre, en un caladero que, según González, «está super sano». No obstante, las dificultades comerciales empañan el panorama. Europa atraviesa una recesión económica que comprime los valores de referencia y, con ello, el interés por el langostino de menor tamaño. Según González, los problemas podrían agravarse hacia mediados de enero, cuando las capturas empiecen a incluir especímenes más pequeños y menos atractivos para la exportación.
El problema no es únicamente de demanda; es también de oportunidad. En palabras del empresario, “todavía estamos pescando marisco de buena calidad y buen tamaño”. Pero este “por suerte” evidencia lo endeble de la situación: las cámaras llenas y los bajos precios ponen en jaque la sostenibilidad de las operaciones.
Costos, precios y la ecuación insostenible
El análisis de González lleva al núcleo de la problemática: la desconexión entre los costos internos y los precios internacionales. El empresario resumió la realidad del sector con una frase contundente: “Los precios determinan los costos y no los costos los precios”. Este dilema, presente desde hace tiempo, se ve agudizado por la inflación en dólares y un tipo de cambio que no acompaña las necesidades exportadoras.
Fernando Álvarez Castellano, presidente de Conarpesa, ratificó este diagnóstico: aunque las capturas son buenas, “los precios están un poco más bajos que el año pasado”. Esta disminución, sumada a la acumulación de stock en las plantas, obliga a las empresas a mantener el producto almacenado, esperando mejores condiciones de mercado.
Para competir a nivel global se deberá ajustar costos sin afectar la calidad ni la seguridad de las operaciones. Pero ese ajuste no puede hacerse en un vacío; requiere, además, políticas macroeconómicas que den previsibilidad y fortalezcan la competitividad.