Internacionales
De acuerdo al último Censo quedan solo 3.448 kawésqar. Un 0,1% de la población del país que hasta hoy sigue con sus actividades de navegación y pesca artesanal como actividad económica de subsistencia. Esto, mientras reclaman del Estado la protección de sus mares ancestrales ante la arremetida de la industria salmonera.
Son alrededor de 370 millones de personas en el mundo. Representan unos 5.000 grupos distintos y están distribuidos en unos 90 países del mundo. Sin embargo, pese a representar alrededor del 5% del total de la población mundial, se encuentran entre las poblaciones más desfavorecidas y vulnerables. De hecho, representan el 15% de los más pobres de la Tierra.
Desde Greenpeace resaltaron la relevancia que los pueblos indignas en cuanto a herencia y vinculación con su entorno, un vínculo del cual se debiera aprender y tener en cuenta justo cuando el planeta enfrenta una severa crisis medioambiental.
“En un momento especialmente complejo para nuestros recursos naturales es importante tener como referencia el hecho de que el mundo natural, el conocimiento tradicional y el uso sustentable de la tierra son la base de muchas formas de vida de los pueblos indígenas”, señala Noemí Cruz, coordinadora de la campaña de bosques de Greenpeace Andino.
En Chile, y de acuerdo al último Censo, el 13% de la población se considera perteneciente a un pueblo originario, lo que corresponde a poco más de dos millones de personas. La pertenencia, sin embargo, tiene una amplia variación, con un 80% correspondiente a mapuches y apenas un 0,1% para el pueblo kawésqar.
En este contexto, Greenpeace expuso la diferencia de trato que está afectando a algunos pueblos indígenas del país.
“Por ejemplo, desde el 1 de agosto, entró en vigencia una nueva normativa que está regulando el ingreso, traslado y permanencia de quienes visiten Rapa Nui. La medida se hizo para revertir los negativos efectos medioambientales que estaba sufriendo la isla debido a su crecimiento demográfico. Sin embargo, vemos con preocupación la situación que está afectando a las comunidades kawésqar en nuestra Patagonia en la grave afectación que están sufriendo ante la invasión que planea la industria salmonera en sus mares ancestrales”, dice Matías Asun, director nacional de Greenpeace.
Leticia Caro, dirigenta de la comunidad kawésqar Nómades del Sur se encarga de exponer la realidad de este pueblo ancestral de la Patagonia: “Hasta hoy mantenemos nuestras actividades de navegación y pesca artesanal como actividad económica de subsistencia, respetando las prácticas de nuestros antepasados canoeros. Sin embargo, y a pesar de nuestra oposición a que la industria salmonera destruya este legado cultural, debemos denunciar la incomprensible obstrucción de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, organismo que se ha opuesto a tramitar nuestra solicitud de un espacio marino protegido que permita hacer perdurar nuestra cultura. Es insólito e incomprensible que, para proteger nuestro territorio, los kawésqar hayamos debido interponer un recurso de protección ante la Corte de Apelaciones de Punta Arenas para que se respete esta obligación del Estado de respetar nuestros derechos”.