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Las solicitudes hechas por el sector pesquero al Secretario de Agroindustria bonaerense evidenciaron que las irregularidades cometidas por la Nación comienzan a tener sus consecuencias. Solimeno ya le puso tangones al Rasmus Esffersoe de 47,7 metros de eslora total y bajo la concesión de cuota social buscan ingresar este y otros barcos al caladero aunque no se ajusten a la normativa.
En Mar del Plata, el sector pesquero le dejó claro al subsecretario de Agroindustria de la Provincia de Buenos Aires, Miguel Tezanos Pinto, cuáles son las batallas que esperan libre en el Consejo Federal Pesquero: seguir incorporando barcos a la pesquería de langostino sin que importe el tipo de permiso que posean, la eslora, ni la historia de captura. Para algunos casos el Ejecutivo Nacional parece haber allanado el camino, como sucede con el Rasmus Esffersoe al que la firma Solimeno ya le colocó tangones, pese a tener 44 metros de eslora de arqueo y 47,71 de eslora total, porque confía en las promesas del subsecretario Juan Bosch. Si Moscuzza puede tener un barco de casi 48 metros pescando langostino, Solimeno entiende que él también debe ser medido con la misma vara. También le pidieron al funcionario que gestione un cupo social de langostino para los barcos que operan en la ciudad, bajo la promesa de descargar en Mar del Plata y dar trabajo en tierra, algo que difícilmente cumplan pero que les sirve para pedir el mismo tratamiento que la Patagonia en lo referente a una metodología de concesión de autorizaciones de captura que Santa Cruz se encargó de viciar con irregularidades.
Manejarse fuera de los parámetros previstos por la legislación tiene consecuencias, lo hemos dicho luego de cada reformulación de permiso que habilitó el ingreso de barcos partiendo de lanchas amarillas, inactivas hace años en algunos casos y sin ninguna historia de captura en la pesquería. Lo hemos dicho cuando se tomaron en cuenta autorizaciones de captura de calamar para computarlas como langostino y también cuando se violaron la Ley Federal de Pesca y diversas resoluciones para permitir a un barco como el José Américo, pescar de forma completamente ilegal en el Mar Argentino. Pero por supuesto nada de esto se tuvo en cuenta y hasta se generó una nueva reglamentación para la administración de la pesquería que pretende blanquear todas las irregularidades cometidas por los distintos administradores en los últimos años, como es la Resolución 171 de la Secretaría de Agroindustria.
Las únicas entidades empresarias que intentaron tímidamente pedir explicaciones sobre lo actuado por la administración pesquera nacional al Consejo Federal Pesquero, fueron CAPECA y CAPIP, por medio de una timorata nota que nunca llegó a tratarse por los Consejeros y que Bosch les mandó a que se la guarden y sin chistar. Algo que los empresarios hicieron valientemente y sin dudar.
Que nadie parara el ingreso ilegal de barco José Américo al caladero tarde o temprano tendría consecuencias y habilitaría a cualquiera a exigir el mismo tratamiento. La semana pasada en Mar del Plata quedó claro que el momento ha llegado.
Solimeno reclamó que se habilite el ingreso del Rasmus Effersoe a la pesquería de langostino. El barco cedió su autorización de captura para todas las especies no sometidas a cuota en 2015, junto con las del Magadalena María, para dar vida al congelador Empesur VI que quedó con un cupo de 750 toneladas para especies no cuotificadas, es decir langostino.
A diferencia del Magdalena María, al Rasmus Effersoe se le permitió conservar el permiso para acceder al caladero y poder operar de esta forma con cuota de merluza, como lo ha hecho desde entonces. Pero ahora Solimeno tiene otros planes; quiere que el barco recupere la autorización que perdió, probablemente con el permiso irrestricto de alguna lancha amarilla o el cupo social que Mar del Plata está reclamando.
Pero en la discusión sobre el permiso y la autorización de captura a la que podría acceder o no se está perdiendo de vista un detalle que no es menor: el Rasmus Effersoe mide 47,7 metros de eslora total y 44 metros de eslora de arqueo. Ni siquiera con la actual normativa (Resolución SAGyP 171/18) puede permitirse el ingreso de estos barcos, dado que, si bien se modificó la eslora pasando a tomarse como válida la eslora de arqueo en lugar de la total, el barco de Solimeno supera holgadamente los 40 metros.
Sin embargo, al no aplicarse la legislación para la empresa Moscuzza SA, Antonio Solimeno considera que su barco de similares características debe ser tratado por la autoridad de igual modo y al parecer en la Subsecretaría de Pesca no estarían tan en desacuerdo.
El Rasmus Esffersoe ya luce un par de tangones; la modificación al buque se sustenta en las promesas que el propio Subsecretario de Pesca de la Nación le habría hecho a Solimeno. Con ese apoyo y el de Oscar Fortunato como representante del Poder Ejecutivo en el Consejo Federal Pesquero, el ingreso del barco sería casi un hecho.
Por otra parte, comienza a afianzarse una metodología de autorizaciones de captura a partir de cupos provinciales que puede tener consecuencias negativas para el langostino. Chubut y Santa Cruz acceden al cupo social por haber aceptado no pescar dentro del Golfo San Jorge para preservar el recurso; pero Santa Cruz, hizo uso de ese cupo otorgándoselo a barcos sin permiso nacional y nadie en el Consejo Federal Pesquero lo objetó.
En el caso de Mar del Plata se buscaría aplicar el mismo mecanismo, usando el viejo argumento de la cuestión social, algo que siempre les ha funcionado muy bien y mucho más en épocas de campaña electoral. Le solicitaron a Tezanos Pintos que sea un objetivo a lograr dentro del CFP, por supuesto bajo la promesa de generar más y mejores puestos de trabajo. También prometieron que los barcos descargarán en el Puerto local, algo que resulta una mentira más ante el desconocimiento del funcionario.
Si los empresarios pesqueros marplatenses realmente estuvieran interesados en dar más trabajo podrían hacerlo hoy mismo. La merluza hubbsi tiene un buen precio de mercado y con la última devaluación se volvió aún más competitiva, pero en lugar de poner las fábricas en marcha lo que hacen es darle la cuota de merluza al Estado para que la reparta entre otros buques, congeladores muchas veces. Esto ni siquiera es legal, se está incumpliendo con el régimen de cuotificación de merluza pero a nadie le importa, como a nadie le importa seriamente generar empleo; lo único que se busca es entrar al caladero de langostino y una vez allí ya todo serán derechos adquiridos.
Si no surge del propio sector empresario la firme decisión de frenar el aumento del esfuerzo pesquero sobre el langostino, nada frenará a una administración que ha demostrado no reparar en la legalidad ni en las recomendaciones biológicas a la hora de multiplicar el número de barcos. Se está repitiendo el mismo escenario que ya vimos con el reparto de merluza hubbsi en los noventa por parte de Menem, Cavallo y Solá.
Quienes se enriquecieron mediante las triangulaciones de permisos de pesca ilegales en aquel momento lo están haciendo también ahora con los mismos argumentos; la consecuencia de ello en Mar del Plata fue y es que cada vez menos obreros trabajan en la industria pesquera y cada vez más armadores se vuelven millonarios con la excusa de la cuestión social.
Revista Puerto