Estos son los cuatro enunciados que definen la situación actual de actividad. Cuando todas las energías dejaron de estar puestas en evitar la licitación de cuotas, rápidamente quedó claro que los problemas de ayer siguen vigentes hoy. Baja demanda y problemas macroeconómicos que quitan competitividad y agravan la situación social.
En todos los discursos que buscaron frenar la licitación de cuotas se planteó que la forma de incrementar las exportaciones era sumar más valor agregado, manteniendo o incluso aumentando la mano de obra. Sin embargo, la realidad se impone por su propio peso y hoy se viven, en plena temporada de langostino en Rawson, conflictos gremiales que no solo han llevado a que las plantas y los barcos detengan la producción sino que, además, como consecuencia de las medidas de fuerza, se han vuelto a ver escenas despreciables como el desecho a la basura de toneladas de langostino. Los conflictos son producto de una situación económica en la que la inflación deprecia los sueldos y aumenta los costos de empresas que no logran ser competitivas en un mercado retraído.
Para conocer cuál es la situación en los mercados internacionales hablamos con Fernando Álvarez Castellano Castellano, CEO del Grupo Conarpesa y Ventura Lafuente, presidente de Estrella Patagónica. Ambos coinciden en su visión respecto de la demanda y lo que es más preocupante aún, la constante caída en el precio del langostino, ubicándose apenas por encima de los 5 mil dólares la tonelada.
“Las ventas vienen flojas, muy flojas. Europa no está consumiendo como lo hace habitualmente y en China recién la semana que viene, cuando se reincorporen de las vacaciones, tendremos un panorama de cómo viene este año; pero parece complicado. Las grandes superficies vendieron, pero a precios bajos y habrá que ver la evolución de precios, a ver si suben un poco para el langostino entero. Pero también han bajado los precios del langostino procesado en tierra (colas), hay que esperar a ver cómo va transcurriendo febrero para tener más claro”, señala Fernando Álvarez Castellano Castellano.
Ventura Lafuente asegura que para el langostino “la demanda sigue muy débil”. Si bien rescata que hubo para el entero “un ligero incremento de ventas en los tamaños grandes, L1 y L2”, el precio fue muy bajo. En el caso de las «colas» de langostino, señala que hubo “una tímida salida de los tamaños grandes pero con precios en bajada” y que para los tamaños pequeños directamente no tienen demanda.
La baja demanda, producto de la crisis económica en Europa, sumada a los cambios en los hábitos en el consumo y la escasa posibilidad de competir con productos sustitutos de inferior calidad pero también de inferior precio en China, ha complicado las ventas. La caída en el precio, tanto del langostino entero como de las colas, es un mal augurio de cara a la temporada en aguas nacionales, dado que la curva descendente parece no encontrar su piso.
El contexto internacional, sumado a los altos costos internos, producto de una inflación por encima del 20% mensual y una paridad cambiaria que no termina de sincerarse, vuelve muy crítica la situación de las empresas. En tal coyuntura, poder cumplir con lo propuesto de aumentar el valor de los productos se vuelve una utopía.
FERNANDO ÁLVAREZ CASTELLANO CASTELLANO: Hoy en día, para añadir valor agregado al extremo, esto es producto final góndola, no hay capacidad fabril y la mano de obra en argentina está muy alta y el coste final nos deja fuera de mercado. Pese a ello, igual se agrega valor, se hace pelado, desvenado, etcétera; pero no todo el volumen de capturas porque no es posible y de serlo sería instalando mucha maquinaria para ser competitivo y eso iría en contra de la cantidad de mano de obra contratada actualmente en las plantas. Por lo tanto, lo que se necesita son incentivos para que se haga cada día más valor agregado, por ejemplo, con compensaciones impositivas.
“El valor agregado depende de variables como rendimiento, productividad, precio, etcétera. Dependiendo de la especie, el agregar valor implica trabajar aprovechando al máximo la materia prima y obtener un producto diferenciado. La situación macroeconómica actual no permite ni la inversión necesaria en marketing para diferenciar nuestros productos ni en tecnología para producir con mayor regularidad”, señala Ventura Lafuente, reafirmando lo dicho por el CEO de Conarpesa.
La baja demanda y la crítica situación macroeconómica no sólo complican las aspiraciones de una mayor industrialización de los productos pesqueros, sino que ponen en riesgo lo que se ha conseguido hasta ahora. La inflación deprecia los sueldos y en la Patagonia los trabajadores están disconformes y piden aumentos que desde el sector empresario aseguran no poder afrontar. Esto genera situaciones de conflictividad que perjudican seriamente a la industria, como se ha visto en los últimos días en la ciudad de Rawson.
“El nivel de conflictividad y la forma de expresarla está totalmente fuera de control. Sin ir más lejos, a nosotros la semana pasada nos dejaron 60.000 kilos de langostino en la mesa que tuvieron que ser tirados a la basura por un reclamo laboral, cuando hay gente que no tiene para comer y se toma como normal”, denuncia Álvarez Castellano Castellano.
El empresario pide la intervención del gobierno, pide que busquen los mecanismos para que no vuelva a ocurrir, “porque de seguir así se perderán hasta las posibles inversiones y clientes. Es por este motivo que tenemos parados los barcos y las plantas en este momento y tuvimos que cancelar pedidos que teníamos por no incurrir en incumplimientos. Así no se puede trabajar ni planificar”, sostiene.
El presidente de Estrella Patagónica coincide con su colega, señalando que la conflictividad laboral solo agrava la situación y advierte que “ciertas demandas descabelladas y la forma de reclamarlas de algunos sindicatos están perjudicando mucho llevar una industria adelante en un entorno como el actual”.
Las reformas laborales que intentó implementar el gobierno de Javier Milei fueron desarticuladas por la justicia; sin embargo, parece imprescindible, a través de las vías correspondientes, encontrar una solución a, por ejemplo, la toma de fábricas o bloqueos que terminan con comida en la basura. En esto coinciden también ambos empresarios.
“Es una tarea pendiente buscar una forma de canalizar los reclamos pero trabajando o si se va a parar por no llegar a un acuerdo, avisando para ese día y los siguientes no ingresar materia prima que después se tire. “¡Mejor que el langostino se quede en el mar que no en el basural!”, exclama Fernando Álvarez Castellano Castellano. Para Ventura Lafuente, no existen dudas de que es necesaria una reforma laboral pero que cuente con el consenso de todos, para que “nos aleje de la incertidumbre y nos ponga normas claras con autoridades que arbitren su cumplimiento”.