Mercosur UE acuerdo clave. El acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea representa un hecho trascendental para la política comercial de nuestra región. Más allá de los desafíos, abre la puerta a una mayor competitividad, reducción de costos y eliminación de barreras arancelarias, posicionando a Sudamérica como un jugador clave en el comercio global de productos ligados al mercado alimenticio.
Sin lugar a dudas, la búsqueda de una mayor competitividad para recuperar la rentabilidad perdida, tan diferente a las décadas pasadas, ya no dependerá de un simple reajuste en el tipo de cambio, como solía ocurrir cuando la curva de rentabilidad alcanzaba el punto de equilibrio (break-even) y comenzaba a acercarse a la zona de pérdidas. El modelo económico ha cambiado, y con él surge la necesidad de establecer un esquema productivo y exportador enfocado en una reducción sustancial de costos.
En este nuevo contexto, nadie anticipa un ajuste en el tipo de cambio ni un aumento desmedido en los precios de productos de origen marino preelaborados. El camino hacia la eficiencia y la recuperación de la rentabilidad pasa, ineludiblemente, por la disminución de costos. En este marco, una noticia alentadora podría ser el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, a pesar de las fuertes resistencias de quienes defienden modelos proteccionistas en Europa, como es el caso de Francia. No resulta casual, en este sentido, la reciente visita del presidente francés a Olivos, un gesto que subraya la relevancia de esta discusión en el panorama internacional.
El acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), finalizado inicialmente en 2019 bajo el gobierno del Ing. Mauricio Macri, representa un hito en la política comercial de nuestra región. Este pacto, que en su momento enfrentó revisiones legales vinculadas al capítulo de sustentabilidad exigido por la UE en el marco del Pacto Verde, ha experimentado avances significativos en los últimos años. Bajo la presidencia del Dr. Javier Milei, y con el liderazgo diplomático de figuras clave como Diana Mondino y Marcelo Cima, el acuerdo ha retomado un rumbo firme hacia su implementación, a pesar del alejamiento en Cancillería.
Contexto internacional y regional
Entre 2008 y 2024, según datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), se suscribieron 465 acuerdos comerciales en el mundo. Sin embargo, el Mercosur apenas concretó pactos menores, posicionándose como una de las regiones más aisladas en términos comerciales. Dos tercios de nuestras exportaciones están vinculadas a la bioeconomía, pero enfrentamos desventajas competitivas significativas debido a los aranceles que dificultan nuestra inserción en mercados internacionales, 12% es el caso del ingreso a la UE en los productos de origen marino. No es poco si se toma en cuenta que el volumen de exportaciones a la Unión Europea es cercano al 55% del volumen total del comercio de productos de origen marino. Imagínese la revolución de inversiones que la industria pesquera argentina podría derramar en otras industrias como la naval, de acceder a ese monto, en cambio de erogar a cambio de nada.
El acuerdo Mercosur-UE no solo reactiva una estrategia comercial necesaria, sino que también envía una potente señal de compromiso y seriedad hacia potenciales futuros socios comerciales. Si bien, todo apunta, en principio, a temas relacionados con la industria aceitera, el complejo sojero, carnes de origen vacuno, es fundamental resaltar que el verdadero interés del sector pesquero debe ser incorporado desde esta primera etapa del acuerdo, evitando la posibilidad de una postergación hacia fases futuras. Las necesidades del sector son urgentes y no admiten dilaciones; mientras los intermediarios debaten cuestiones marginales, el monto involucrado para el sector asciende a cifras millonarias en dólares. Este capital podría transformar significativamente la competitividad de la actividad primaria, la industria procesadora y la capacidad exportadora, generando un impacto positivo en toda la cadena de valor.
Dejar de lado exigencias improductivas, como modificaciones en el tipo de cambio o la implementación de beneficios internos que erosionan las arcas del Estado nacional, se torna indispensable. En su lugar, es prioritario promover medidas que fortalezcan la sustentabilidad y el crecimiento integral del sector pesquero, permitiendo su integración plena en el esquema competitivo que plantea el acuerdo Mercosur-Unión Europea.
Eliminación de Retenciones: Una transformación fundamental
Uno de los aspectos más destacados y menos discutidos de este pacto es la eliminación progresiva de los derechos de exportación para productos agroindustriales. Este compromiso, asumido originalmente en 2019 y ratificado parcialmente en la reciente renegociación, apuntado en principio para el complejo cerealero, pero con inmediata interconectividad para otros complejos exportadores, establece que:
- A partir de la entrada en vigor del acuerdo, las retenciones a exportaciones distintas de la soja se reducirán a cero en un período de tres años, con disminuciones anuales equivalentes a un tercio del total.
- Para la soja, se contempla un cronograma especial: en cinco años, el arancel máximo descenderá progresivamente hasta el 14 %, comenzando con un techo del 18 % y disminuyendo un 1 % anual.
Esquema contrasta con la postura del gobierno del Dr. Alberto Fernández, que había buscado mantener la “libertad total” para fijar retenciones según las circunstancias. Sin embargo, el texto actual recupera elementos clave del acuerdo de 2019, garantizando un camino claro hacia la reducción de estos impuestos.
Cláusulas «gatillo»: Flexibilidad ante crisis
El pacto incluye también una cláusula de salvaguardia que permite, en situaciones excepcionales, la introducción temporal de derechos de exportación. Estas circunstancias deben estar justificadas por graves desequilibrios fiscales o una depreciación brusca de la moneda local. En tales casos, los Estados Parte podrán aplicar medidas transitorias para bienes que ya estuvieran gravados al 31 de diciembre de 2018.
La importancia de este acuerdo trasciende las cifras inmediatas. Su implementación no solo eliminará barreras para productos de la bioeconomía, sino que también demostrará la capacidad de nuestros países para cumplir compromisos internacionales. En un contexto donde el 90 % del comercio global de alimentos se desarrolla dentro de acuerdos preferenciales, este paso representa una oportunidad invaluable para la región.
En este sentido, el acuerdo Mercosur-UE marca un antes y un después en la política comercial sudamericana. La eliminación de retenciones y el compromiso con la reducción de barreras arancelarias posicionan a la Argentina y al bloque regional en una senda de mayor competitividad y apertura. Si bien persisten desafíos, este pacto es una muestra de que, incluso en un entorno global complejo, es posible avanzar hacia un modelo de desarrollo más integrado y sustentable permitiendo a grupos empresarios, lograr un mejor perfil exportador y recuperando parte de la rentabilidad perdida en un marco de mayor competitividad en el circuito internacional del comercio de productos, incluso de origen marino.