En los últimos 40 años, ocho de los principales giros oceánicos del mundo (sistemas de corriente de viento) se han desplazado lentamente hacia los polos a una velocidad de aproximadamente una milla cada dos años. Hasta ahora, las observaciones disponibles han sido escasas y de corta duración, lo que dificulta el seguimiento de los cambios dinámicos de la circulación oceánica a gran escala.
Esto es lo que encontraron los expertos del Instituto Alfred Wegener, Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina (AWI), analizando datos satelitales globales a largo plazo de la temperatura de la superficie del océano y los niveles del mar. Su trabajo fue publicado en la revista Geophysical Research Letters, revisada por pares, el 25 de febrero de 2019.
Comenzando sus simulaciones del contenido de dióxido de carbono atmosférico en los albores de la era industrial en 1850: los investigadores elevaron la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera de la Tierra hasta que fue el doble del nivel de 1850 y calcularon el desarrollo potencial actual para un rango de clima inicial condiciones
Al hacer esto, el equipo de investigación pudo discriminar entre las fluctuaciones naturales en las corrientes oceánicas y las que podrían atribuirse al cambio climático. «Nuestros cálculos para un mundo con altos valores de dióxido de carbono produjeron las mismas tendencias que vimos en los datos satelitales», dijo el coautor y modelador climático AWI Gerrit Lohmann. «Y estamos viendo cambios similares en los análisis que realizamos con otros modelos disponibles de todo el mundo. De esta manera, podemos demostrar que el calentamiento global es un motor importante para estas corrientes cambiantes», agregó Lohmann.
«A medida que las corrientes limítrofes occidentales continúan cambiando, los cursos de tormentas invernales y la corriente de chorro siguen su ejemplo», dijo el oceanógrafo de AWI Hu Yang, primer autor del estudio. «En los bordes de las corrientes fronterizas orientales, ahora vemos que los ecosistemas ricos comienzan a reducirse porque las corrientes cambiantes están cambiando las condiciones de vida demasiado rápido para que los organismos marinos se adapten».
Este cambio hacia los polos norte y sur tendrá consecuencias a largo plazo, no solo por sus amplios impactos en el transporte de calor oceánico, el aumento regional del nivel del mar y la circulación oceánica costera, sino que las corrientes cambiantes también privarán a las aguas oceánicas costeras de nutrientes necesarios para que las larvas de las especies marinas prosperen, algo que ya estamos viendo.
Y es en estos impactos a largo plazo en los que debemos centrarnos en este momento. En la costa oeste de América del Norte, el salmón está siendo expulsado de las aguas tradicionales de pesca, no solo afectando a la especie en su conjunto sino que también crea inestabilidad económica para la industria pesquera.
Las pesquerías costeras en la costa este de América del Norte, desde el Atlántico de Canadá hasta Florida, se han visto afectadas, especialmente las poblaciones de langosta y bacalao. Pero es alarmante el aumento del nivel del mar en la costa este de los EE. UU. «A unos 40 grados de latitud norte y sur, donde los efectos de las corrientes cambiantes son más evidentes, el aumento del nivel del mar ya es de 8 a 12 pulgadas más que en otras regiones», dijo Yang.
