Las plantas y criaturas más pequeñas en el océano alimentan una red alimenticia completa, incluidos los peces de los que depende gran parte de la población mundial para la alimentación, el trabajo y la identidad cultural. Los autores sugieren utilizar índices de ecosistema a gran escala como una forma para determinar cuándo está ocurriendo la sobrepesca en el ecosistema.
En un artículo publicado en Science Advances, el investigador en pesca de NOAA Jason Link y su colega Reg Watson del Institute for Marine and Antarctic Studies de la University of Tasmania sugiere que los científicos y los administradores de recursos deben centrarse en ecosistemas completos en vez analizar solo poblaciones individuales. La gestión pesquero por población es muy común en todo el mundo, pero un nuevo enfoque podría ayudar a evitar el daño de la sobrepesca y la inseguridad que trae consigo a las economías pesqueras.
“En términos simples, para administrar con éxito las pesquerías en un ecosistema, la tasa de remoción para todos los peces combinados debe ser igual o menor que la tasa de renovación para todos esos peces” dijo Link.
Los autores sugieren utilizar índices de ecosistema a gran escala como una forma para determinar cuándo está ocurriendo la sobrepesca en el ecosistema.
Ellos proponen tres índices, cada uno basado en datos de captura y satélite disponibles, para vincular las capturas pesqueras a la producción primaria y la transferencia de energía a través de la cadena alimentaria marina.
Los umbrales específicos desarrollados para cada índice hacen posible, dijeron ellos, determinar si se está produciendo una sobrepesca del ecosistema. Por definición, la sobrepesca del ecosistema ocurre cuando la captura total de todos los peces está disminuyendo, la tasa de captura total o el esfuerzo pesquero requerido para obtener esa captura también está disminuyendo, y los desembarques relativos a la producción en ese ecosistema excede los límites adecuados.
“Detectar la sobrepesca a nivel de ecosistema ayudará a evitar muchos de los impactos que hemos visto al administrar las especies capturadas en una base de población por población, y es una promesa para detectar los mayores cambios en el ecosistema y la productividad pesquera mucho más rápido” destacó Link.
Mirando todo el ecosistema
El primer índice usado en el estudio es la captura total en un área, o la cantidad de peces que puede producir un lugar dado en el océano. El segundo es la tasa de las capturas totales con respecto a la productividad primaria total, o la cantidad de peces que pueden provenir de los vegetales en la base de la cadena alimentaria. El tercer índice es el tasa de captura total con respecto a la clorofila, otra medida para los vegetales de vida marina, en un ecosistema.
Los umbrales propuestos para cada índice se basan en los límites conocidos de la productividad de cualquier parte del océano. Usando estos límites, los autores dicen que se debe considerar el contexto local o regional al decidir que acciones de gestión deben tomar para abordar la sobrepesca en el ecosistema. Tener estándares internacionales facilitará esas decisiones y enfatizará la pesca sostenible.
“Conocemos que el cambio climático está desplazando muchas poblaciones de peces hacia los polos, sin embargo, las flotas pesqueras y las industrias asociadas no están cambiando con ellos” dijo Link. “Eso ya ha tenido serios impactos económicos y culturales”. Los autores resaltan que ellos fueron capaces de seguir estos cambios a los largo del tiempo y ver cómo pueden exacerbar o incluso contribuir a la sobrepesca del ecosistema.
La pesca es una parte importante de la economía mundial. Según los autores, además del comercio y empleo, los peces proveen la fuente principal de proteínas para más del 35% de la población mundial, y el 50% de las personas en los países menos desarrollados, según los autores. Las regiones donde se produce la mayor cantidad de sobrepesca del ecosistema, también los impactos pueden ser mayores.
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