Los científicos de la Universidad de Oxford y la organización sin fines de lucro Globa Change Data Lab nos quiere hacer reflexionar sobre qué es lo mejor que podemos hacer para reducir la huella de carbono de los alimentos que consumimos, ¿concentrarnos en lo que comemos, o si es un producto local?
En un artículo titulado “Nuestro mundo en datos” han analizado 29 productos alimenticios diferentes. Desde carne de vacuno hasta nueces, pasando por el pescado. En el análisis se ha tenido en cuenta todo el proceso de producción y las emisiones que se originan; incluido los cambios en el uso del suelo hasta el transporte y el embalaje.
Los datos empíricos los han obtenido del meta-análisis llevado a cabo por Joseph Poore y Thomas Nemecek, que fueron publicados en la revista Science en 2018, donde se analizan datos de más de 38.000 granjas comerciales en 119 países.
Uno de los mitos que desmontan los investigadores es que a pesar que al transporte de las materias primas y los alimentos se le atribuyen las principales emisiones de gases efecto invernadero, la contribución al total es de poco menos del 10 por ciento. La mayor contribución a las emisiones, hasta un 80 por ciento, provienen de la combinación del uso de la tierra y las granjas.
Arriba de la lista como mayor emisor de gases efecto invernadero en el equivalente de CO2 es la carne de vacuno con 60 kg por cada kg producido. Y en la parte baja están los guisantes, con solo 1kg por cada kg.
En general, los alimentos de origen animal tienden a tener una mayor huella que los de origen vegetal. El cordero y el queso emiten más de 20 kg de CO2 por kg. Las aves de corral y la carne de cerdo son las que tienen dentro de los animales terrestres las huellas más bajas. Sin embargo, las emisiones más bajas de todas las proteínas animales provienen del pescado, ya sea silvestre o de acuicultura.
Por tanto, la forma más sostenible de consumir proteína animal es a través del pescado, siempre desde la relación de esta producción con las emisiones de gases efecto invernadero. Y más en concreto, y según el estudio, los peces silvestres son los que tienen emisiones más bajas, mientras que los peces de cultivo solo son superados en sostenibilidad por los huevos.
Por el contrario, comer localmente solo reduce ligeramente las emisiones. En el caso de la carne de res, el impacto del transporte es el 1 por ciento del total.
La una excepción al transporte es la de aquellos alimentos que se cargan por vía aérea. Normalmente son aquellos que deben consumirse frescos y tienen una durabilidad baja. No obstante, muy pocos alimentos se transportan por esta vía.
La solución para la proteína animal está en el consumo de pescado y marisco, el resto se consigue comiendo productos vegetales.