El conflicto que atraviesa la flota artesanal de Puerto Rawson llegó a un punto crítico. El Sindicato de Obreros Marítimos Unidos formalizó el inicio de un paro total de actividades tras semanas de tensión con la Cámara de Armadores. “La situación vuelve inviable el trabajo en condiciones seguras”, advirtieron los delegados Daniel Cisternas y Sebastián Viel al presentar la nota el 1º de diciembre.
El detonante fue la decisión de los armadores de desembarcar marineros bajo el argumento de que la Prefectura Naval exige incorporar un maquinista debido a la potencia efectiva de determinados buques. El SOMU rechaza esa interpretación y sostiene que la práctica se volvió habitual, dejando a las tripulaciones expuestas y con una carga operativa imposible de sostener.
Los delegados explican que la realidad de la flota cambió de manera evidente. Buques que históricamente cargaban entre 200 y 300 cajones ahora superan los 600 o incluso 700. Ese salto implica mayor exigencia física, maniobras más complejas y un ritmo de trabajo que requiere dotaciones completas. “La maniobra no se puede realizar con menos personal sin comprometer la seguridad”, remarcan.
Desde el sindicato señalan que la Cámara de Armadores “busca generar un conflicto entre sindicatos”, en lugar de garantizar las condiciones necesarias para navegar. Aseguran que los recortes de tripulación golpean directamente los puestos de trabajo y ponen en riesgo a quienes salen al mar en jornadas de alta exigencia.
La medida de fuerza incluye a todos los barcos cuyos armadores pretendan desembarcar personal bajo los criterios objetados. El SOMU afirma que no retrocederá hasta que se restituya la cantidad adecuada de marineros en cada embarcación. También exige claridad sobre las decisiones técnicas que aplican los armadores y los criterios utilizados para modificar las dotaciones.
El gremio solicitó formalmente la presentación de certificados de dotación, seguridad, explotación y despacho. Esa documentación permitirá constatar si los cambios introducidos cumplen la normativa vigente y si responden a criterios reales de seguridad o a decisiones que priorizan costos por encima de la integridad de la tripulación.
La Secretaría de Trabajo ya tiene en sus manos la notificación de la medida, por lo que ahora deberá convocar a las partes para intentar una instancia de diálogo. La intervención oficial será clave para destrabar un conflicto que se instaló en plena temporada, cuando la flota necesita previsibilidad para continuar operando.
Mientras tanto, en los muelles el clima es tenso. Los marineros respaldan el paro y sostienen que la discusión no es solo salarial: es un reclamo por seguridad marítima. Las condiciones del mar, las exigencias de la pesca y el volumen creciente de carga hacen que cualquier reducción de personal se vuelva un riesgo que nadie quiere asumir.
Los armadores, por su parte, aún no emitieron una respuesta pública al pedido de documentación y a los cuestionamientos del gremio. En el sector reconocen que la definición de dotaciones siempre genera fricciones, pero evitan pronunciarse mientras esperan la convocatoria oficial.
La situación también preocupa a otros gremios del puerto. Aunque no todos están directamente involucrados, observan con atención un conflicto que puede impactar en la dinámica general de la temporada y en la relación entre empresas y tripulaciones.
En este escenario, el SOMU insiste en que no busca agravar el clima en los muelles, sino garantizar que cada marinero vuelva a su hogar en condiciones seguras. La demanda, aseguran, es simple: embarcaciones con dotaciones que permitan trabajar sin riesgos innecesarios y sin afectar fuentes de empleo.
Fuente: LU17