Los mapas que muestran dónde vagan los tiburones y los atunes en el Océano Pacífico oriental, y por dónde viajan los barcos de pesca en esta vasta extensión, podrían ayudar a los administradores de los océanos a identificar las regiones de alta mar donde las especies vulnerables pueden estar en riesgo. Investigadores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, han creado un mapa de este tipo al analizar los hábitats ocupados por más de 800 tiburones y atunes y 900 barcos de pesca industrial.
Al concentrarse en las aguas internacionales en el noreste del Pacífico, encontraron que los barcos de Taiwán, China, Japón, Estados Unidos y México representaban más del 90 por ciento de la pesca en áreas de hábitat clave para siete especies de tiburones y atunes.
“En alta mar son bienes comunes globales de los océanos”, dice el estudiante graduado en Biología en Stanford Timothy White, autor principal del artículo que detalla esta investigación, publicado este miércoles en ‘Science Advances’. “Análisis como este abren la puerta a conversaciones sobre si pensamos que el modo de operación actual en alta mar es más equitativo, más efectivo y más deseable”, destaca.
Los investigadores esperan que sus hallazgos puedan ayudar a los estados miembros de Naciones Unidas que actualmente formulan el primer tratado legalmente vinculante del mundo para proteger las aguas internacionales, conocido como alta mar.
“Podemos proteger una especie cerca de la costa de América del Norte, pero esa misma especie puede estar expuesta a un alto nivel de pesca internacional en el océano abierto. Al aumentar la transparencia del lugar donde se encuentran las flotas de peces y barcos, podemos identificar los puntos calientes donde puede requerirse protección internacional “, subraya Barbara Block, profesora de Ciencias Marinas de Prothro en la Universidad de Stanford.
DONDE LA PESCA SE ENCUENTRA CON LOS PECES
El trabajo del equipo se basa en un estudio de 2018 dirigido por ‘Global Fishing Watch’, ‘Block Lab’ y otros investigadores, publicado en ‘Science’. En ese estudio, los científicos tomaron cuatro años de datos del Sistema de Identificación Automática (AIS, por sus siglas en inglés), que rastrea los movimientos de las embarcaciones vía satélite, y desarrollaron un algoritmo de aprendizaje automático que mapeaba la huella de 70.000 embarcaciones pesqueras individuales en todo el mundo, hasta detalles sobre el Métodos de Pesca de cada Embarcación.
En el documento actual, los científicos redujeron su enfoque a las actividades de más de 900 embarcaciones de 12 países en el noreste del Océano Pacífico para comprender mejor el grado de superposición entre las flotas pesqueras, los tiburones y los atunes en esas aguas. Las soluciones significativas a la pesca excesiva de algunas poblaciones de tiburones y atunes se han visto obstaculizadas por dos misterios importantes: dónde se está pescando y dónde están los peces.
Para ayudar a resolver estos misterios, los investigadores combinaron las posiciones de las embarcaciones con las preferencias de hábitat oceánico obtenidas del programa de rastreo de una década llamado Etiquetado de los Depredadores del Pacífico (TOPP, por sus siglas en inglés). Esta iniciativa incluyó atún de aleta azul del Pacífico, atún de aleta amarilla, atún blanco, tiburón blanco, tiburón mako de aleta corta, tiburón salmón y tiburón azul.
Con la excepción del tiburón salmón, todas estas especies están actualmente incluidas en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), aunque algunas poblaciones se pescan de manera sostenible en la región noreste del Pacífico.
Durante los 10 años del programa TOPP, se implementaron 876 etiquetas electrónicas en tiburones individuales y atunes. Cientos de viajes individuales, cada uno de los cuales abarcan cientos o miles de kilómetros, mostraron a los investigadores qué áreas del océano son los hábitats preferidos para cada especie.
Al integrar los datos sobre animales, barcos y el medio ambiente, los investigadores predijeron qué regiones oceánicas y flotas de pesca comercial tienen la mayor superposición. “El mayor desafío fue combinar estos conjuntos de datos muy diferentes”, afirma White.
“Al agregar las últimas técnicas de seguimiento de embarcaciones y de aprendizaje automático a las cajas de herramientas de los científicos marinos, pudimos pintar una imagen más clara de cómo interactúan los peces y las pesquerías, y esta información puede informar cómo nuestras estrategias de gestión deben reflejar esto”, apunta.
PROTECCIÓN DE ALTA MAR
Las discusiones sobre el tratado de alta mar de Naciones Unidas, que están en curso hasta 2020, están muy en la mente de estos investigadores. Como una ventana a las interacciones entre humanos y animales en alta mar, creen que su trabajo podría ayudar a orientar qué partes del Océano Pacífico nororiental merecen una consideración especial, qué tipos de actividades de pesca deben abordarse y qué naciones tienen un papel importante que desempeñar en la protección estas aguas
“Estos análisis nos han brindado la oportunidad de profundizar en la dinámica de este océano y ver dónde los gerentes y las partes interesadas deberían centrar su atención”, dice el coautor del artículo Francesco Ferretti, investigador asociado en la Estación Marina Hopkins de Stanford. “Necesitamos presionar más para preservar este rincón del planeta porque estos son algunos de los mejores entornos oceánicos del mundo”, concluye.
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