La acuicultura 4.0, o de precisión, está calando cada vez más en el ADN empresarial y su implantación en el sector se irá viendo a lo largo de todo este 2020 con ejemplos teóricos y, sobre todo, prácticos. Estaremos atentos a cómo se van produciendo para contártelo.
Los enfoques clásicos basados en observación, medición y experiencia deben dejar paso a otros donde el conocimiento se encuentre en lo más alto, y de esta manera, optimizar la producción a través de decisiones científicas y la ingeniería de control.
Los avances tecnológicos van a permitir maximizar el control tanto en las granjas en recirculación en acuicultura (RAS, por sus siglas en inglés), como en plantas de esteros convencionales a las que se están incorporando energías limpias de producción eléctrica y sensorización. Esta incorporación tecnológica llegará incluso a la fabricación de alimentos específicos para peces cultivados en RAS.
La implantación de la acuicultura 4.0, a través de sus herramientas tecnológicas como las TIC y el Internet de las Cosas (IoT) permitirán el monitoreo constante, la mejora de la calidad del producto y el bienestar animal. Este control, permitirá un uso eficiente de los recursos, reducir el consumo de pienso, el oxígeno, la electricidad, y con ello, mejorar la cuenta de resultado de las empresas y reducir el impacto medioambiental.
Dentro de las tecnologías de la revolución 4.0 que están listas para incorporarse al sector productivo destacan las que permiten la detección acústica y óptica del comportamiento de los peces y crustáceos y que permiten aportar soluciones de control de la alimentación y la biomasa.
Otras, como la robótica, necesitan aún de un mayor tiempo de maduración y, por el momento, se encuentran limitadas a la alimentación.
Otras deberán desregularse para poder alcanzar su máximo potencial, es el caso de la edición genética CRISPR/Cas9, una técnica que consiste en cortar y añadir genes del propio organismo, permitirá dentro de pocos años obtener peces más robustos y mejor preparados a los cambios climáticos, a las enfermedades y a la actual disponibilidad de las materias primas. En el ámbito biotecnológico, con CRISPR/Cas9 podremos producir proteínas, lípidos y azúcares de interés industrial de manera masiva y a menor coste.
Son ya varios los países en los que se está trabajando de manera intensiva para incorporar esta tecnología a la acuicultura, destacando Estados Unidos, Canadá, Argentina o Australia. Sin embargo, no sucede lo mismo en el seno de la Unión Europea que, lejos de ver este tipo de tecnologías como una ventaja, considera a estos organismos como OGM (Organismos Modificados Genéticamente), incluso a pesar de que a los peces cuyo genoma ha sido editado no cuentan con ADN agregado de otro organismo, y se trata de modificaciones que se podrían alcanzar a través de la mejora genética convencional o, incluso, de manera fortuita. Un atraso científico que puede convertirse a medio y largo plazo como un freno a la expansión de la acuicultura sostenible en Europa.