Delegados y allegados al Sindicato Obrero de la Industria del Pescado ocuparon las instalaciones de la oficina gubernamental. Ahora piden por ampliación de subsidios para los trabajadores precarizados. Alejandro Manuel, el jefe Seccional hizo la denuncia Penal por la ocupación.
En estos casi 45 meses, pese a que se perdieron más de 900 fuentes laborales, el SOIP se manifestó una sola vez, el pasado 23 de enero. En el epílogo del gobierno macrista van dos movilizaciones en menos de una semana.
Tras la manifestación y reclamo del martes pasado frente a la Delegación de Trabajo de la Nación en el microcentro de Mar del Plata, ayer jueves fueron un paso más allá y tomaron la dependencia donde al cierre de esta edición un grupo de una veintena de trabajadores se preparaba a pasar la noche.
El pedido es el mismo, o va aún más allá que el del martes cuando Alejandro Manuel, el jefe de la Delegación, se comprometió a canalizar el reclamo. Ahora solicitaron que se incluya también al personal precarizado.
“Teníamos el compromiso que nos paguen las 3 cuotas del REPRO que nos deben de 2017 pero no hay respuestas y como los compañeros están cagados de hambre (sic) nos vamos a quedar acá hasta que haya una solución”, dijo Cristina Ledesma ayer a la tarde.
La Secretaria General del gremio rechaza el argumento de que el reclamo es funcional a los empresarios, que estaban negociando con las autoridades la llegada de más Repros para compensar el pago de salarios.
“En la última quincena trabaje 12 horas, en lo que va de esta, 4 horas; cómo hacemos para comer”, explicó y se preguntó María Carrara, envasadora de El Marisco, que formaba parte del grupo que ingresó y ocupó la oficina de manera pacífica.
Si bien al principio se informó que el ingreso de los obreros había generado algunos hechos de violencia, REVISTA PUERTO no pudo advertir ninguna rotura, ni en la puerta de acceso ni en escritorios aledaños. El Jefe Seccional hizo la denuncia penal en la Fiscalía por la ocupación y no volvió a aparecer en toda la tarde.
“Acá lo estamos esperando con la respuesta”, dice Ledesma, sentada en la escalera que lleva al primer piso. “Por qué nos manifestamos dos veces en una semana… porque los compañeros no aguantan más. Aumentó todo y no alcanza para nada la miseria que cobran. Se pagó estos tres meses y necesitamos que nos completen lo que quedó pendiente. Eran seis cuotas y solo bajaron tres. Y que también haya para los que trabajan en negro porque la están pasando peor”, remarcó la dirigente.
Afuera una parrilla acomodada a un costado de la calle Santiago del Estero despacha un humo blanco que abraza los árboles de la vereda. Hay un móvil policial que corta el tránsito de los que vienen por Luro de manera injustificada. No son tantos los que tocan el bombo y los redoblantes. Otro grupo chequea los celulares desde la vereda.
Adentro hay grupos diseminados en distintos sectores en misiones parecidas y caras de aburrimiento. Una colaboradora de Ledesma confecciona la lista de los que van a pasar la noche. Son las cuatro de la tarde y si algo sobra son certezas de que no habrá respuestas.
La lista la recibe un oficial de civil que viste pulóver verde. El policía le pide que no sean muchos para tener mejor control y Ledesma se lo confirma. “Queremos reabrir la paritaria y no tenemos respuesta de CaIPA hasta que Rivera no regrese de viaje”, dice la dirigente. Otro allegado le avisa que llegó el micro y debe comenzar el operativo retorno al puerto.