La Subsecretaría de Pesca se dispone a cambiar las reglas del juego en la única pesquería rentable y sustentable que exhibía la industria, para atender las presiones de las empresas integradas de Mar del Plata.
El subsecretario de Pesca Juan Manuel Bosch se dispone a patear el tablero de la pesquería del langostino patagónico y en el revuelo, hacerle lugar a las presiones de un sector de la pesca marplatense que busca tomar mayor protagonismo en un negocio fenomenal pero que ocurre lejos de nuestro puerto.
El langostino es el principal recurso del mar argentino en términos pesqueros. Si bien la flota costera de Chubut lo pesca casi todo el año en aguas provinciales, la mayoría de las capturas ocurren en jurisdicción nacional a partir de mayo y hasta octubre/noviembre, depende la abundancia del recurso.
Abundancia que no ha parado de crecer en los últimos cinco años. Más de la mitad de lo que la pesca nacional exportó el año pasado fue este marisco color naranja cuyos desembarques volvieron a ser récords, con más de 220 mil toneladas.
Hasta ahora había algunas reglas básicas y escritas hace 3 décadas que controlaban el desarrollo de la pesquería. La Resolución 1113/88 establece que aquellos buques que hubieran perdido el permiso de pesca del langostino podrán dedicarse a la captura de esta especie siempre y cuando reúnan algunas características: potencia de motor principal menor de 2 mil HP; eslora total inferior a 40 metros son las principales.
A partir de la bonanza del recurso el esfuerzo pesquero, la cantidad de barcos que pescan langostino, viene creciendo en sintonía con los desembarques. Más de 160 barcos pescaron el año pasado, que fueron más que en el 2016 y menos que este 2018.
La reformulación de permisos de pesca, en algunos casos viciados de nulidad absoluta y contraria al espíritu de la Ley Federal de Pesca, ha permitido sumar más y nuevos comensales a un menú que, aunque parezca infinito, no lo es.
El ejemplo más claro de permisos poco claros es el otorgado al “José Américo”, un barco que la empresa Moscuzza construyó a nuevo en Vigo, España. En el origen de las 2600 toneladas de langostino que recibió el buque aparece un barco potero, que pesca calamar.
Pero hay algo más: el barco mide 47 metros de eslora máxima total y queda fuera del alcance de la 1113/88. De ahí que el armador, con su ladero Oscar Fortunato, ex presidente de CEPA, la cámara que agrupa a las empresas integradas como Moscuzza, y ahora representante del Poder Ejecutivo en el Consejo Federal Pesquero, trabajan para convencer a Bosch de derogar dicha Resolución.
Y ya lo tienen convencido para dinamitar al langostino. Porque detrás del “José Américo”, que ya está en la Base Naval de Mar del Plata, viene el “María Alejandra 1”, el nuevo de Valastro (también construido en España), que está en camino y mide 44 metros de eslora máxima total.
Bosch participó esta semana de la Feria de Bruselas, una de las más importantes del negocio pesquero mundial. El futuro del langostino ante las presiones de Moscuzza y Cía fue un tema ineludible.
La excusa para modificar la Resolución y abrir la puerta para barcos más grandes y potentes tendrá forma de plan de manejo consensuado entre todas las provincias. La idea del funcionario es aprobar el plan antes de arrancar aguas nacionales. Como para que los barcos de Moscuzza y Valastro puedan comenzar a amortizarse rápido.
Ya no serían 40 metros de eslora total sino 40 entre perpendiculares de modo de incluir a los “excedidos”. Para contar con el voto favorable de Santa Cruz, otorgaría 10 mil toneladas de cuota social para que buques de la provincia, aún sin permiso de pesca para el langostino, lo descarguen en Caleta Paula y Deseado.
En el borrador que circula por estas horas aparece una limitación de captura por viaje a la flota de altura. No está definido si serán 18 toneladas por día o 36 por viaje con cajones de 15 kg Hasta el año pasado la marea de estos barcos duraba 72 horas con cajones de 18 kg, con lo cual cualquier decisión que se adopte reducirá su capacidad de pesca.
Qué posición tomará Francisco Di Leva, el representante de Buenos Aires en el CFP es un misterio. Los que conocen sus pasos aseguran que respaldará los reclamos de los armadores fresqueros. Sobre la 1113 no tiene grises: o la derogan (en la zona liberada entrarían también varios fresqueros) o la dejan como esta.
En el medio de todos estos intereses asoma el langostino, el sostén del sobredimensionamiento de la flota que lo tiene como especie objetivo. Pese a que no hay campañas de investigación con buques científicos sobre el crustáceo, se espera otro año de abundancia. Claro que nadie sabe hasta cuándo puede durar el fenómeno.
Podrá identificarse una única certeza cuando las piezas de la pesquería vuelen por los aires luego que Bosch apriete el botón y dinamite el tablero: la finitud del langostino.
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