Es el rey de los arrecifes de coral. El pez napoleón, que tiene una protuberancia característica en la cabeza, puede alcanzar casi dos metros de longitud, pesar hasta 200 kilogramos y vivir durante 30 años, de acuerdo a National Geographic.
Estos gigantes son unas bellezas, con un patrón diamantino, escamas variables de color verde, azul y amarillo, y unas distintivas líneas negras en diagonal tras cada ojo parecidas a pestañas. Los peces viven en las aguas tropicales de casi 50 países, de la costa de África oriental al océano Pacífico.
Sin embargo, están desapareciendo por tener la reputación de ser una delicia. Los consideran un alimento de lujo en Hong Kong, que tiene uno de los índices de consumo de pescado per cápita más elevados del mundo, según la ONG marina medioambiental Bloom Hong Kong.
La pesca de peces napoleón se ha intensificado en los últimos años. En 2004, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que establece el estado de conservación de las especies silvestres, reclasificó al pez de especie vulnerable a especie en peligro de extinción.
Ese mismo año, el Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES), que regula el comercio transfronterizo de especies salvajes, estableció regulaciones más estrictas para proteger al pez de la sobreexplotación. Muchos de los países donde viven los peces napoleón han prohibido su comercio, pero Indonesia (cuyas aguas representan casi una quinta parte del área de distribución del pez) permite la exportación de 2000 ejemplares al año, cifra que para algunos expertos es demasiado elevada.
Yvonne Sadovy, profesora del Instituto Swire de Ciencias del Mar de la Universidad de Hong Kong y codirectora del grupo de especialistas en meros y lábridos de la UICN, indica que se desconoce cuántos peces napoleón quedan en el mar y cuál ha sido su índice de disminución. Lo que sí se sabe es que el Triángulo de Coral, que abarca una parte considerable del área de distribución del napoleón y es de gran importancia ecológica, está amenazado por la sobrepesca.
A diferencia de los elefantes, los peces napoleón no consiguen mucha publicidad, pero es «probable que estén en una situación peor», afirma Colman O’Criodain, director de políticas de fauna silvestre de WWF. Sadovy, que hace poco dirigió estudios poblacionales de peces napoleón, afirma que los peces son tan escasos que «nos quedamos bastante conmocionados». Los submarinistas y los biólogos también la han informado de que ya no ven tantos peces napoleón maduros en estado silvestre.
El hecho de que los peces napoleón salvajes escaseen pese a las protecciones es una evidencia del comercio y la pesca ilegales, pero determinar la escala del comercio ilegal es muy difícil. Según Sadovy, las plataformas de comercio por Internet, como las páginas de comercio electrónico chinas TMall y Taobao, pueden facilitar el tráfico. Las redes sociales, los chats y los grupos de WhatsApp «dificultan aún más la detección», afirma O’Criordan.
La falta de rastreos de los peces napoleón motivó a Sadovy a crear una herramienta pudieran usar tanto las autoridades como el público. En lo que supone una novedad en el mundo de los peces, ha usado la tecnología de reconocimiento facial para determinar si un pez napoleón se ha importado mediante las marcas oculares únicas de los peces.
En colaboración con un desarrollador, ha creado Saving Face, una aplicación para móvil que permitiría a los clientes, restauradores y agentes de delitos contra las especies en peligro de extinción comparar una foto de un pez napoleón a la venta en un restaurante o en un mercado con fotografías de una base de datos de peces napoleón importados legalmente.
Sadovy afirma que la aplicación se encuentra en fase de prueba. Espera que Hong Kong ayude en la promoción de la aplicación y que empodere a los consumidores para que actúen como vigilantes y contribuyan a detener la venta ilegal del pez.
Según ella, cada vez más restaurantes de Hong Kong quieren ofrecer especies obtenidas legalmente que no estén en peligro en estado silvestre y los propios consumidores son cada vez más conscientes de las especies asediadas que no deberían comer.
Para que la aplicación tenga repercusiones reales en el comercio ilegal, Hong Kong necesitaría tener suficientes inspectores en los puertos para fotografiar cada pez napoleón vivo y registrarlo en la base de datos de la aplicación. Además, los restauradores que compran el pescado a los mayoristas y los clientes de los restaurantes tendrían que adoptar la aplicación.
Si la aplicación cuestiona la legalidad de un pez, los usuarios tendrían que encargarse de denunciar la falta de coincidencias faciales a las autoridades pertinentes, quienes tendrían que priorizar el seguimiento estas denuncias.
Sadovy afirma que el gobierno de Hong Kong debe tomar la iniciativa para educar y concienciar al público, el sector hostelero y los comerciantes de productos del mar. «Creo que se necesita educación», dice.
De Indonesia a Hong Kong
Indonesia no solo exporta peces napoleón capturados en estado silvestre, sino que también los cría en cautividad en las remotas islas Anambas y las islas Natuna. En 2018, por primera vez, el país fijó una cuota de exportación anual de 40 000 peces napoleón de acuicultura. Estos peces son capturados en estado silvestre como juveniles y se crían en corrales.
Al igual que los peces salvajes, los transportan vivos (la mayoría a Hong Kong) para que los mantengan en tanques en mercados y restaurantes hasta que se venden como alimento (o mueren por otras causas). Este aluvión de peces napoleón en el mercado ha dificultado los controles, tanto por la gran cantidad de peces como porque no hay forma de distinguir los peces napoleón salvajes de los criados en acuicultura.
A O’Criordan le preocupa que esta explotación agrave la difícil situación de estos peces en peligro de extinción. Afirma que retirar peces napoleón en edad reproductiva de poblaciones silvestres diezmadas podría poner en peligro su capacidad de recuperarse y que Indonesia no cumple la norma CITES que establece que solo se permite el comercio de peces napoleón de acuicultura si no pone en peligro las poblaciones silvestres.
«No hay nada sobre el tamaño total de la población ni sobre si arrebatar a los juveniles es sostenible en relación con ese tamaño total». El CITES también exige que un número determinado de peces criados en acuicultura sean devueltos a la naturaleza para fortalecer las poblaciones menguantes, pero Indonesia no ha declarado su intención de hacerlo, según O’Criordan.