Analizar las causas que llevaron a una situación casi sin retorno para algunas empresas pesqueras españolas, es muy sencillo de explicar, difícil de haberlo podido prever y mucho menos tomar medidas para mitigar su impacto.
El sistema en grandes rasgos se sobredimensionó y ahora llegó el momento de asumir los costos.
La inflación sigue condicionando el comportamiento de los consumidores de productos frescos, conservas y hasta congelados, que modifican sus hábitos buscando el ahorro. Así lo reflejan algunos informes de encuestas que sondearon el mercado, por ejemplo «El consumidor de productos frescos ante la inflación«, elaborado por AECOC ShopperView.
El estudio expone que el 68 % de los consumidores ha cambiado sus hábitos de compra ante el aumento de precios de los productos frescos, con un 62 % que busca más ofertas y promociones a la hora de llenar su carrito. (no es específicamente de pescados, mariscos y conservas).
El documento señala que la mitad de los consumidores ha rebajado su volumen de compra de productos frescos para ahorrar, mientras que el 38 % opta por comprar más a granel y un 18 % busca productos de menor valor, en segunda y terceras marcas.
En relación a cuáles son los principales motivos de compra de productos frescos, el 78 % de los encuestados cita el aspecto, que pasa por delante del factor precio -relevante también para el 71 % de los consumidores-.
Pandemia, COVID-19, enfrentamientos armados en Europa del Este, crisis energética y hoy, hasta el impacto futuro por disturbios en medio oriente generaron y generarán implicancias en los hábitos y costumbres del consumo y la vida económica de la sociedad de consumo española y europea.
La sociedad cambió el hábito de una buena mesa calificada con productos de mar, cuyo objetivo era la degustación y el placer del sabor; por el bar, cerveza, amigos, y mayor frecuencia semanal o diaria. La juventud mucho mas sencilla y menos elaborada busca la amistad y el jean. Los hábitos de las buenas costumbres, el estilo y hasta la vestimenta pasaron a un segundo plano. Con ello, la fuerte caída de consumo, y detrás de eso, para evitar la pérdida de porción de mercado, las empresas rápidamente ajustaron por precios a la baja, sin encontrar aún la demanda. No es cuestión de precios sino de modificación de costumbres. La juventud es muhco mas practica y menos sosfisticada que se ajusta rapidamente a los cambios.
La caída de precios de venta, la desaparición del mercado de consumo más los incrementos en los tipos de intereses del sector financiero, llevaron a que las empresas que históricamente utilizan capital de trabajo e inversiones dependiendo de los bancos, tengan rentabilidades negativas. Hoy los bancos, fieles a su estilo, recalificaron a las empresas del sector como de riesgo medio alto y con ello la imposibilidad de acceder a tasas preferenciales.
Algunas, han querido enmascarar esos rojos pensando en una coyuntura reversible. Hoy, la situación manifiesta tendencia por lo tanto aparecen las primeras empresas heridas.
Tres empresas españolas de productos del mar, Atunlo, Actemsa y Fandicosta, han solicitado el preconcurso de acreedores. Las tres empresas se encuentran en dificultades financieras debido a factores externos, como los cambios en el comercio mundial y la subida de los tipos de interés; así lo manifestaron.
Atunlo, especializada en atún, está sufriendo un exceso de stock y una caída de ventas, con precios deteriorados por falta de demanda. La empresa registró 221 millones de euros en ventas en 2022 y tiene 94 millones de euros en activos al mes de octubre pasado.
Actemsa, también especializada en atún, está experimentando una caída de las ventas de atún del 25-30%. La empresa registró 175 millones de euros en ventas en 2022 y tiene 114 millones de euros en deuda.
Fandicosta, proveedora de marisco, tiene 72 millones de euros de deuda a corto plazo y 24 millones de euros de deuda a largo plazo. Todo hace pensar que podrá refinanciar el cuello de botella que presenta, pero la disyuntiva es si el mercado recupera más rápido que los tiempos de la refinanciación, ademas que reperfilar deuda siempre es a tasas muchas veces más altas que las originales. Estudian como salir del atolladero, nada fácil en estos críticos momentos europeos.
Las tres empresas tienen tres meses para elaborar un plan de reestructuración y obtener la aprobación de sus acreedores. Si no lo consiguen, se verán obligadas a declararse en quiebra o buscar una salida más decorosa fusionándose a otros gigantes del sector que por estos días pasan por las mismas particularidades.
La subida de los tipos de interés también está afectando a la industria de los productos del mar. Las empresas de productos del mar suelen financiarse con préstamos bancarios para sus operaciones, el sistema creció en base al crédito blando. Hoy, ese mercado yan o existe. Los bancos ajustaron multiplicando por 2.5 la tasa de préstamos y subiendo a categoría riesgo medio alto para el sector de productos de mar, por ende la situación es compleja.
Las dificultades financieras de Atunlo, Actemsa y Fandicosta son una señal de que la industria de los productos del mar está pasando por un momento difícil. Es posible que otras empresas de la industria también se vean afectadas por estos factores externos.
En resumen, el mercado del consumo mudó a otras necesidades. El sistema financiero modificó al alza tasas de financiación. Las rentabilidades desaparecieron y los números en rojo se ven mas seguido a pesar de su intención de no mostrarlo pensando en un bache momentáneo…. empiezan a aparecer primeras víctimas. El sector conservero muy deteriorado, con evidentes problemas financieros y ya económicos. Panorama complejo.
Las empresas que operan en la industria de los productos de mar deben tomar medidas para mitigar el impacto de estos factores externos. Esto puede incluir la diversificación de sus operaciones, la búsqueda de nuevos mercados, la reducción de sus costos y hasta la fusión con otros grupos empresarios algo más holgados financieramente. Panorama muy complejo para el sector conservero español, para el mercado del fresco e incluso el congelado. El mercado del consumo desaparece, los costos aumentan vertiginosamente y las rentabilidades son negativas. Para sus balances, resta solo un color, el rojo.