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“En la flota pesquera no quieren mujeres a bordo”

Stefanía Pavón y Analía Morales son mujeres marineras y auxiliares de máquinas. Cuentan el peregrinar por los muelles sin la posibilidad de conseguir embarque. “Es frustrante pero no vamos a darnos por vencidas”.
Stefanía Pavón y Analía Morales son dos de las muchas mujeres que tratan, sin éxito, de incorporarse a las tripulaciones que se hacen a la mar como trabajadores a bordo de barcos pesqueros.
Ambas completaron el curso de marinería como muchos de sus compañeros varones y ahora acaban de terminar el de auxiliar de máquinas para sumar conocimientos y ampliar su campo de acción porque no les alcanza con un solo título para conseguir viaje.
Ambas charlaron con REVISTA PUERTO en la banquina chica del puerto. Desde la decisión de abandonar tierra firme, las puertas que comenzaron a cerrarse solo por su condición de ser mujeres y los obstáculos que enfrentan de manera cotidiana para que esa realidad pueda cambiar.
“Me fui al agua por una cuestión económica. La diferencia de plata que se hacía en la pesca era mucha en relación a otros trabajos. Mi hermano navegaba y comencé a estudiar en 2010 y al año siguiente ya tenía mi libreta”, cuenta Stefanía, 30 años, 2 hijos de 12 y 4 años.
“Lo mío fue distinto”, aclara Analía Morales, de 39 años, soltera y un tatuaje que le cubre buena parte de su cuello. “Hace 18 años que navego y no vengo de una familia de tripulantes. Me animó mi compadre y salí. Tiene que ver con mi identidad… me gusta ir y venir. Esa sensación de libertad la encontré en el mar”.
En estos años ambas han cumplido distintas funciones a bordo de barcos merluceros, poteros y de vieira. Mozas, cocineras, ayudantes de cocina y también en planta de procesamiento. “Siempre nos embarcamos en congeladores, con más de 30 tripulantes y siempre hemos cumplido con nuestro trabajo”, dice Stefanía.
RP: Si nunca tuvieron problemas ¿por qué están en tierra?
SP: Desde hace un tiempo tenemos problemas para conseguir viaje. Notamos que nos discriminan, que no quieren mujeres a bordo, nos dicen que no es nuestro lugar.
AM: Los barcos que antes embarcaban mujeres ahora no lo hacen, nos cierran las puertas. En los barcos que van a vieira, que son mejores para nosotras, ahora esos lugares los ocupan hombres. En la cocina antes había dos chicas y ahora quedó una sola.
Ambas estuvieron a bordo del congelador Beagle, de Baldino, en la última marea que completaron juntas. “Estuve en planta para ver si podía cumplir con esa función y lo pude hacer sin ningún problema, pero el capitán no quiere sumar mujeres que no conoce porque no quiere problemas. Si las conoce, las sube”, dice Stefanía, y mueve su corta melena rubia para mirar a su papá, que la acompañó a la entrevista y está sentado en las escaleras de la banquina mirando cómo los turistas molestan a un par de lobos marinos.
De la convivencia a bordo con una tripulación donde los hombres son mayoría casi absoluta, no guardan ninguna mala experiencia. “En los factoría compartís camarote con un hombre y no hay problemas. Son guardias de 12 horas y te vas turnando para descansar”, cuenta Stefanía.
Analía tiene argumentos para refutar cuando el capitán le dice que no tiene lugar para embarcarla en barcos más chicos. “Le pido que baje a un hombre y suba dos mujeres. Obvio que no me hacen caso pero tengo la esperanza de que algún día esto cambie. Debe haber 10 mujeres embarcadas… tenemos que ser muchas más”, pide Analía como quien pide un deseo.
Ambas tripulantes mantienen un contacto fluido con su sindicato, el SOMU. Son las referentes de las mujeres marítimas de Mar del Plata y junto a la Secretaría de la Mujer desde Buenos Aires colaboran con sus pares para conseguir subir a bordo.
“Yo perdí el lugar hace un mes en ese mismo barco”, confiesa Analía. “Me mandan a la planta de proceso pero el capitán no manda a una compañera porque no la conoce. Pero vienen chicos nuevos que tampoco conocen y no les hacen ningún problema. Ahí notas la discriminación. Decidí bajarme y dejarle el lugar a otra chica”.
Las tripulantes reconocen que hay cientos de mujeres en la misma condición que ellas y con los mismos problemas. “Muchas vienen de otros lugares, como Corrientes, y no encuentran nada… algunas duermen en el puerto para estar cerca por si sale alguna oportunidad, pero se van sin poder conseguir viaje”, agrega Morales.
Stefanía recuerda la última vez que se embarcó en el Beagle. “Salí de moza y el capitán me habló muy mal. En realidad le habló mal a todos, pero no quise que me siguiera maltratando. (Los oficiales) son difíciles, es como que tenés la obligación de ser simpática y caerle bien. Si les caés bien, no hay problemas. Pero es machista porque ninguno de mis compañeros tiene esa obligación. Tendrían que priorizar si trabajás bien o no, si hacés lo que te corresponde o no… No importa si soy mujer u hombre”.
Analía pone en evidencia otra diferencia que les causa indignación. “Todos coinciden en señalar que las mujeres somos mejores clasificando pescado porque somos detallistas, rápidas, prolijas… podríamos perfectamente embarcarnos en buques tangoneros pero creo que no hay una sola mujer haciendo esa tarea, clasificando langostino a bordo. Porque ahí los salarios son mucho más importantes y parece que solo los hombres pueden ganar dinero a bordo de un pesquero. En los tangoneros salís de moza”, lamenta.
Acaban de terminar el curso de auxiliar de máquina y la expectativa es poder salir en algún tangonero, donde ya hubo una compañera que logró embarcar. “Nos gusta trabajar a bordo y quisimos agregar una categoría”, dice Stefanía. “Si sos marinera no te suben porque sos marinera. Veremos ahora que también somos auxiliares de máquinas”, desafía.
Entre los nuevos retos que deben asumir las empresas armadoras, naturalizar que las mujeres tienen las mismas habilidades y competencias que los hombres para embarcarse, debería figurar en un lugar prioritario.
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Langostino Patagónico: Conarpesa obtiene sello de ‘Alimentos Argentinos’

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Langostino Patagónico Conarpesa. El langostino patagónico da un paso adelante para los mercados internacionales. Continental Armadores de Pesca S.A. (Conarpesa) obtuvo el derecho de uso del sello “Alimentos Argentinos, Una Elección Natural”, una distinción otorgada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca que no solo valida la excelencia del producto, sino que lo posiciona estratégicamente en las mesas del mundo.

La Resolución 111/2024, publicada recientemente en el Boletín Oficial, dio el reconocimiento del cumplimiento de estrictos protocolos de calidad en cada etapa de producción. El langostino entero congelado a bordo, comercializado bajo la marca de Conarpesa, se suma a la lista de productos que llevan este sello, diferenciándose en un mercado global cada vez más exigente.

El sello “Alimentos Argentinos” no es solo un distintivo; es…

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