La captura llega en camión en buenas condiciones de temperatura y abastece a una media docena de empresas, entre conserveras y saladeros. Precio oscila entre 85 y 95 centavos de dólar por kilo, flete incluido. Aspiran a poder comprar 100 mil cajones.
Con un esfuerzo pesquero limitado para atender a una demanda cada vez más reducida por la caída de ventas y el cierre de algunas empresas, la temporada de anchoa patagónica hace camino al andar, despacio, pero avanza.
Esta historia está unida por dos extremos ubicados a más de mil kilómetros de distancia. En el sur, epicentro de la media docena de buques costeros de Rawson, pescando anchoa de buen tamaño a tres horas de Playa Unión, y en el norte, un grupo de conserveras y saladeros de Mar del Plata que reciben la materia prima para transformarla, generar trabajo y valor.
“Copeca”, “Natusur”, “Delicias Marinas”, “Marbella” y “Disemar” son las principales compradoras. Las dos primeras están utilizando la anchoa para conserva, en presentaciones de 125 gramos y 160 gramos, y también para salado. En “Delicias…” hacen filetes envasados al vacío que venden en el mercado interno y exportan a Brasil.
La llegada de materia prima fresca desde Rawson permitió activar casi 500 puestos de trabajo en Mar del Plata. Por estos días definirán mejor el precio –al momento de hacer este informe todavía los armadores no habían emitido ninguna factura– pero a partir de la calidad de las primeras entregas, estará más cerca de 0,95 dólares por kilo que de 0,85. En ese rango oscilaba el precio en las conversaciones previas.
Sabiendo que la demanda es acotada, en Rawson dosifican la entrega de pescado. Por ejemplo, el sábado pasado no salieron a pescar. Los barcos intentan pescar en función de la capacidad de la caja térmica de los camiones que transportan la anchoa hasta Mar del Plata: 650 cajones o 1300 cajones, de modo de aprovechar al máximo la capacidad del flete.
Tras recibir los primeros envíos, desde las fábricas destacaron que, si bien la captura llegaba en buenas condiciones, se podrían adoptar algunas medidas que contribuirían a mejorarla aún más. “Tiene que llegar más fría. Con más hielo a bordo y con menor temperatura durante el viaje”, confió un industrial.
También deben unificar el peso de los cajones, algunos llegaron con 33 kilos y otros con 39 kilos, y evitar que el pescado quede apretado en la cubierta de los barcos. “Son cosas perfectibles, recién arrancamos; nos vamos a ir acomodando”, indicaron desde Rawson.
La flota operativa en Playa Unión la componen los buques “Trabajamos”, “Siempre María Elena”, “Nuevo Anave”, “Altar”, “Nuevo Quequén”, “Siempre Don Conrado” y se sumaba por estas horas el “Don Giuliano”.
No hay contratos individuales entre fábricas y barcos como suele pasar con el langostino. Cuando vienen los camiones se van repartiendo en función de las necesidades. Si alguna tiene mucho pescado, se manda a otra que lo pueda recibir.
La zafra de anchoa comenzó casi dos meses más tarde de lo imaginado. Eso les quita chances a las conserveras locales de poder planificar. “Esto es día a día, lo importante es que podemos trabajar; pero para ganar mercados tenemos que mostrar una previsibilidad que por distintos motivos, no podemos tener”, reconoció otra fuente empresaria consultada.
El año pasado la industria conservera y saladeros locales compraron más de 4 mil toneladas de anchoa patagónica. En Rawson se esperanzan con poder llegar al menos a los 100 mil cajones, y si el tamaño del recurso logra mantenerse, alcanzar los 120 mil. Con seis o siete barcos pescando, podrían completar lo que falta en treinta días.
Fuente: Revista Puerto