Una docena de barcos captura anchoíta de buen tamaño y tenor graso que tiene demanda en la industria local para conserva y salado. Se suman el Don Giuliano y el Franco José luego de mejorar en propulsión y cubierta durante su puesta en seco en Contessi.
Una parte de la flota costera de Rawson está pescando engraulis desde hace unas semanas, materia prima que alimenta a la industria conservera de Mar del Plata, así lo informa REVISTA PUERTO.
Hasta que se decretó el paro del SOMU, barcos como el Padrino, Trabajamos, Madre María, Valeria Alejandra, Siempre Don Vicente, entre otros, completaban bodega en el día navegando sobre jurisdicción provincial en una zona de pesca al sur del puerto.
El Franco José está lejos de Playa Unión. Amarrado sobre la banquina chica del puerto marplatense, acaba de bajar de las gradas del Astillero Contessi, donde estuvo más de 40 días junto al Don Giuliano, el otro barco de la familia Vestuti.
“Aprovechamos que teníamos que ponerlo en seco y le sumamos algunos elementos que nos ayudarán a mejorar el trabajo a bordo”, dice Giuliano Vestuti, de Pesquera Gianfranco. Proviene de una familia de pescadores con historia en Puerto Rawson.
Empresa familiar
Su padre, Francisco, conocido por Franco en la banquina del puerto, encabeza la empresa familiar y quien siempre ha transmitido la importancia de la calidad de las capturas y todavía se anima a salir a pescar junto a la tripulación del otro barco de la familia, el Don Giuliano, que ahora flota amarrado al lado del Franco José.
“Se colocó un Bow thruster para mejorar la maniobra de pesca y también le pusimos una cinta en cubierta que permitirá optimizar el trabajo de la tripulación y mejorar el cuidado de la materia prima. Pensada principalmente para langostino y anchoíta pero también para merluza, aunque para esta especie hay que hacerle unas modificaciones adicionales. La idea es poder diversificarnos y trabajar durante todo el año”, remarca el armador.
En el costero embarcan nueve tripulantes incluyendo a los dos oficiales del puente. Cuando se desarrolla la maniobra y llegan las bolsas con langostino, todos menos el capitán se suman a la tarea en cubierta y se requiere una coordinación especial.
“El pescado se desplaza y automáticamente un regulador comienza a subirlo desde ambas bandas y llega a la cinta, la cual permite un trabajo más cómodo y volcarlo en la bodega que se está encajonando”, especificó Vestuti.
Anchoíta
Una vez que superen las inspecciones de Prefectura la idea es sumarlos a la flota que opera sobre anchoíta en aguas patagónicas. “El pescado es bueno, entre 40 y 42 piezas por kilo, con un nivel de grasa apto para poder trabajarse en la industria conservera”, informó el empresario.
En Mar del Plata la anchoíta llega a las fábricas de Marbella, Marbetan, Puglisi y también a Indupesa y algunos saladeros más chicos. Según pudo saber este medio, puesta en la ciudad, la engraulis tiene un precio de 55 pesos por kilo.
“Ha venido de calidad y tamaño irregular. Hubo envíos muy buenos y con mayores tamaños a 40 piezas por kilo y otros de calidad inferior pero porque hubo un mal trabajo a bordo”, reconoció Sebastián Grecco. En Puglisi han comprado unas 40 toneladas y destinan toda la materia prima para la conserva.
Alejandro Pennisi también reconoce haber comprado algo más de 2 mil cajones. “Nos sirve para tener actividad. Es un buen producto y estamos haciendo algo para salar. El recurso está relativamente cerca para la flota y nos permite trabajar, cosa que de otro modo no podríamos porque acá nadie ha armado todavía para anchoíta”, subrayó el industrial.
Tanto desde el sector armatorial como del reproceso han coincidido en la necesidad de darle continuidad al abastecimiento para poder tener un panorama completo del esquema de negocio. “Hoy es un recurso que nos sirve a todos, tanto barcos como empresas; y nuestro compromiso es generar un abastecimiento con continuidad. Los productos de conserva han crecido en demanda en UE a partir de la pandemia y la industria local puede hacer su aporte también”, consideró Vestuti.