Internacionales
Remodelación del edificio que albergará el centro de negocios en Beiramar. // R. Grobas
El sector arroja sus mejores cifras en medio siglo al pasar de 2.825 a 3.500 millones en solo tres años
La eclosión de la industria pesquera de Vigo a mediados del siglo pasado no se entiende sin una confluencia de factores: la constitución de empresas tractoras (Copiba, Casa Mar, Pescanova, Pereira o Pescapuerta), la Ley de Fomento y Renovación de la Flota Pesquera (1961), la entrada en servicio de la flota congeladora -con la incorporación del nailon y el poliestireno a las redes- o la fundación de la Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi). Entre 1950 y 1970 la flota de bandera española, principalmente gallega, disparó su productividad y duplicó sus volúmenes de capturas por encima de las 1,4 millones de toneladas; nunca volvió a faenar tanto pescado. Hasta superaba las descargas declaradas por la ahora todopoderosa China, en un escenario de práctica incomparecencia de la actividad industrial en caladeros como el de Namibia, Argentina o Chile. Aquella revolución que exportó la marca de Galicia por todos los mares del mundo, y que propició asimismo el arreón de la construcción naval privada, solo es equiparable a lo que el sector ha consumado en los últimos tres años. La gran industria de Vigo ha sumado al menos 50 buques -operativos o en construcción- y una docena de factorías a través de operaciones corporativas y de crecimiento orgánico (sin compra de empresas).
La estrategia ha sido heterogénea, pero en todos los casos se ha basado en el aumento de capacidad extractiva, logística e industrial, y en un impulso a la producción con valor añadido. Y se ha producido en un contexto complejo, tras la depuración de operadores durante la doble recesión -el concurso de Pescanova SA y su posterior ajuste en volumen de activos es el mejor ejemplo- y el estancamiento de la pesca salvaje con nuevo invitado -China, no precisamente bienvenido- al baile. ¿Vientos de cola? Coinciden los empresarios del sector en el extraordinario -por su excepcionalidad- clima de financiación bancaria y tipos bajos, la buena salud financiera y escaso apalancamiento de los principales players, el aumento de la demanda de productos con base de proteína marina y la irrupción como agentes dinamizadores de los fondos de inversión y private equity. Un trienio de éxitos durante el que la facturación agrupada de las principales firmas ha alcanzado los 3.500 millones de euros, un aumento de casi 700 millones.
En el segmento de flota, a excepción de Mascato, el incremento de la capacidad extractiva se ha centrado en los caladeros de Argentina, Namibia, Sudáfrica, Marruecos, Malvinas (Falkland Islands), Mozambique y NAFO. La compañía presidida por Julio Lloves construyó un buque de palangre para el caladero de Gran Sol e iniciará a corto plazo una segunda unidad, ambas adjudicadas a Industrias Navales a Xunqueira. A los catalizadores ya mencionados, en el caso de Mascato -también aplicable a Grupo Profand y Nueva Pescanova- entra en juego el desarrollo sin fin de Mercadona, de las que son interproveedoras, y que arranca este verano con sus primeros puntos de venta en Portugal. La concentración de actores dentro de la venta minorista, y en particular el crecimiento de la compañía presidida por Juan Roig, requiere a las empresas un esfuerzo adicional por aportar volumen, aprovisionamientos sin riesgo de rotura en el sistema logístico, para colmar los lineales en todo momento.
Liderazgo
En todo caso, y en cuanto a flota, son dos las compañías que más han elevado su capacidad en el mismo periodo: Grupo Iberconsa y Profand. Solo la primera engordó su nómina de buques en 17 efectivos, en una fase de expansión que arrancó con la entrada del fondo Portobello Capital en el accionariado y consolidará con su venta al norteamericano Platinum Equity. Con un relanzamiento de la marca Nós, ha sumado una factoría en Vigo (comandada por el exdirector de Frigalsa, Gonzalo López) y otras tres en Argentina, además de haber instalado sistemas de refrigeración IQF ( Individual Quick Freezing) en su filial patagónica y de Namibia. Profand incorporó, con la toma de control de Sofinas -para amarrar más materia prima de cefalópodos-, diez pesqueros en Marruecos, además de otros tres en Argentina (con una planta de procesado) y una filial de comercialización en Estados Unidos. Ambas sociedades, con Pescapuerta, han irrumpido en el top 100 de mayores compañías del mundo, un coto reservado antes a Pescanova. La última, con un intenso plan de renovación de sus bases logísticas en España, ha incorporado un fresquero para el Atlántico Sudoriental y ha asignado a Nodosa la construcción del mayor pesquero contratado hasta la fecha por la industria viguesa, un arrastrero de 75 metros de eslora bautizado ya como Falcon. Seguirá la estela del Argos Cíes, de Pereira, que se adentró con éxito en el mundo atunero ( Point Saint Louis, ex de Pevasa) y con nueva planta (de la conservera Portomar). Rampesca (dos unidades, una ya en funcionamiento), Pesca Vaqueiro, Calvo y Nueva Pescanova también han aportado más efectivos al número de buques; todos los de nueva construcción han sido asignados a astilleros de las rías de Vigo y Pontevedra. La multinacional de Chapela que comanda Ignacio González, además de los siete barcos para Namibia y Mozambique, ha recibido el plácet para duplicar la producción de surimi en Redondela, y tendrá tres plantas más para abastecer al mercado de sushi (en alianza con Kabuki).
Pese al minifundismo de la industria han aflorado, en medio de compañías de extensa trayectoria, partícipes noveles que completan esta fase expansiva. Videmar es, junto con otra firma que acaba de comprar un palangrero, la última en sumar un nuevo buque a su equipo, un potero para el caladero argentino. Contaba ya con el Isbjorn (Namibia) y el Floridablanca IV (Argentina), y asumió el control de la planta de Greciamar en Puerto Madryn. O Worldwide Fishing Company (Wofco), que ha pasado a complementar su actividad de trader con la puesta en marcha de una factoría en Teis para la elaboración de productos con la marca Marina San Marco. Esta vía -la de reforzar y consolidar su actividad en Vigo- ha sido la elegida también por Interatlantic, a punto de estrenar sede y nueva propietaria de los frigoríficos Galiciamar.
Entre las novedades de este proceso se incluyen también alianzas entre compañías -pese a la ausencia de un clúster-, o un refuerzo de las ya existentes. En el segundo grupo consta la ampliación por parte de Profand de su posición en Frioya (que comparte con Pescapuerta y Pereira); en el primero, la construcción de una factoría de lomos de atún en Vila Nova de Cerveira (Portugal), promovida por Atunlo y Marfrío a través de la sociedad Central Lomera Portuguesa. Atunlo, que prevé alcanzar los 300 millones de facturación en 2021, se alió con Frigalsa para disponer de más capacidad de frío con la completa remodelación de la antigua nave de Freiremar en Beiramar.