Las poblaciones de delfines del Océano Índico podrían haber disminuido en más de un 80 % desde 1950 a causa del uso de redes de enmalle a la deriva, un arte de pesca empleado para la captura de atún tropical. Así lo afirma un estudio realizado por un grupo internacional de científicos en el que ha participado Miguel Herrera, gerente adjunto de OPAGAC, y que estima que 4,1 millones de pequeños cetáceos, fundamentalmente delfines, habrían sido capturados de forma incidental por estas redes entre los años 1950 y 2018.
El estudio concluye que las poblaciones de delfines en el Índico representan actualmente sólo el 13 % del nivel de abundancia registrado en 1980, a pesar de las restricciones impuestas al uso de estas redes desde su prohibición por Naciones Unidas, efectiva desde 1993. Según los expertos, ello se debe, entre otros factores, al elevado índice de captura incidental de delfines actual, aproximadamente 175 ejemplares por cada 1.000 toneladas de atún, cifra que no obstante se aleja de los 600 registrados a finales de la década de los 70. Asimismo, destacan que la captura incidental de delfines alcanzó su máximo histórico entre los años 2004 y 2006 con aproximadamente 100.000 ejemplares anuales, disminuyendo hasta los 80.000 actuales.
Cabe señalar que las flotas que emplean redes de enmalle a la deriva pescan el 34 % del atún tropical capturado en el Índico, más que ningún otro arte de pesca, entre los que se encuentra el cerco empleado por la flota atunera española y en el que no se ha registrado mortalidad de mamíferos marinos por captura incidental en años recientes. Según el estudio, las flotas de nueve países representan aproximadamente el 96% de todas las capturas incidentales de cetáceos en la pesca de atún con redes de enmalle en el Índico. Se trata, por este orden, de Irán, Indonesia, India, Sri Lanka, Pakistán, Omán, Yemen, Emiratos Árabes Unidos y Tanzania.
Medidas para una problemática sin control
El principal problema del uso de este arte de pesca, señalan los expertos, es que la longitud de estas redes puede variar de 100 metros a más de 30 km, y de 5 a más de 20 m de profundidad. Por ello, en 2017, la IOTC aprobó una resolución que prohíbe el uso de redes de deriva de longitud superior a 2,5 km también en las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) a partir de este año. A este respecto, cabe señalar que, a la prohibición de la ONU del uso de estas redes en 1993, se sumó posteriormente la Unión Europea con la prohibición para la pesca de túnidos en 2002 y para toda su flota en 2015.
Ante esta situación, los autores del estudio llaman a la mejora de la gestión y el control por parte de los estados de pabellón y de la IOTC, fundamentalmente, por la falta de datos sobre la actividad de la mayoría de las flotas que emplean este arte. Entre las medidas concretas, señalan el establecimiento de un límite de esfuerzo para esta pesquería, vigilancia para garantizar que las redes de enmalle no sobrepasan los 2.5 km y un control más exhaustivo de la actividad a bordo, mediante la combinación de observadores humanos y soluciones de monitorización electrónica.
Arte de cerco
Por último, cabe señalar que, en oposición a las redes de deriva, el arte de cerco atunero registra una mortalidad por captura incidental prácticamente nula en el Índico, según un estudio presentado por la flota española a la IOTC en 2018. De acuerdo con este, en años recientes, la contribución del arte de cerco a la mortalidad de cetáceos ha sido nula; del 0,15 %, en el caso de tiburones, mantas y rayas; y de menos del 0,3 % para las tortugas.
En el caso de la flota española, estas cifras se deben a la adopción de medidas de gestión que prohíben las operaciones de cerco sobre atunes asociados a cetáceos y a la aplicación voluntaria de un Código de Buenas Prácticas verificadas por el instituto tecnológico AZTI e integrado en el Proyecto de Mejora de Pesquería (FIP) puesto en marcha con WWF en 2016, y que ha contribuido a reducir alrededor de un 10 % la mortalidad de tiburones y a aumentar casi un 100 % la supervivencia de tortugas.
Según Miguel Herrera, gerente adjunto de OPAGAC, “la importancia de flotas de países costeros en vías de desarrollo en el océano Índico, sus elevadas capturas y la falta de mecanismos de control ha impedido detener la proliferación del uso de redes de deriva. Revertir esta situación tan grave exige extremar el control e invertir en métodos alternativos de pesca para desterrar artes tan dañinas para el entorno marino. En 2023 se cumplirán 30 años de la prohibición de redes de deriva por la ONU y sería muy grave para la comunidad internacional que medidas como esta sigan siendo ignoradas”.