La fundación Vida Silvestre lanza hoy una campaña contra el descarte ilegal planteando que la industria pesquera arroja anualmente más de 110.000 toneladas de merluza en buen estado al mar, lo que pone en riesgo la conservación a largo plazo de los recursos pesqueros del país
“El descarte de merluza es la cara visible de un déficit de manejo mucho mayor: presenta un problema biológico, pone en riesgo las exportaciones y avala una pesca ilegal”, indica el comunicado difundido por la Fundación Vida Silvestre Argentina que ha sido redactado por Guillermo Cañete, especialista en Pesca Sustentable y Planificación Espacial Marina. La campaña que hoy se ha lanzado pretende visibilizar el descarte de 110.000 toneladas de merluza que la industria pesquera nacional desecha como descarte, según los informes de evaluación realizados por el INIDEP. Sobre esa base La Fundación presenta una cadena de responsabilidades y propone acciones para frenar el “déficit de manejo histórico en la industria pesquera, que pone en riesgo los recursos pesqueros del país”.
El comunicado difundido por Vida Silvestre recuerda que según la FAO, alrededor del 33.1% de las poblaciones de peces del mundo están sobreexplotadas y el 60% se está pescando hasta su límite biológicamente sostenible y que para esta organización pesca ilegal es la que se realiza sin permiso de los estados pero también las capturas que no han sido declaradas o lo fueron de modo inexacto a la autoridad nacional competente.
Pesca sostenible
Al referirse puntualmente al caso argentino, citan la Ley Federal de Pesca que establece que debe ser una actividad desarrollada de manera sostenible, con buenas prácticas y máximo aprovechamiento racional de los recursos y que tiene expresamente prohibido arrojar descartes y desperdicios al mar. Es por ello y ante los registros de descarte señalados que el autor asegura que “Argentina está avalando una pesca ilegal, permitiendo un uso irracional del patrimonio natural y generando impactos directos sobre la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas marinos”.
Por otra parte señala el documento que esta situación presenta, además, un problema político y ético: “es un aprovechamiento que perjudica los recursos naturales y un desperdicio de alimentos, contrario a la administración responsable y a la utilización sostenible de los recursos”.
La práctica habitual de devolver al mar sin vida aquellos ejemplares que no serán comercializados, responde en gran medida a a la búsqueda de maximizar los beneficios económicos en el corto plazo, y señalan desde Vida Silvestre que eso lo que ocurre en varias pesquerías argentinas, pero que se ha documentado en las pesquerías de merluza y langostino.
“En este problema todos los actores tienen su cuota de responsabilidad, las autoridades, empresas, capitanes y tripulantes. Obviamente la mayor responsabilidad la tiene la autoridad de aplicación, que según la ley tiene la obligación de realizar una administración racional de nuestro patrimonio. Sin embargo, se ha naturalizado el dejar de lado el marco normativo, incorporando a la cultura del sector que el descarte está bien, a pesar de ser ilegal. Lamentablemente, no hay un plan de manejo que establezca reglas claras para resolver el problema con transparencia. Enfrentamos grandes desafíos para llegar a la necesaria transformación del sector pesquero para lograr la sustentabilidad ambiental, social y económica, que asegure el acceso a mercados internacionales, cada vez más exigentes”, señala Guillermo Cañete.
Riesgo
“El descarte de merluza no solo es un problema biológico, también pone en riesgo las exportaciones y el empleo” entienden desde Fundación Vida Silvestre Argentina y plantean la urgente necesidad de “aplicar correctamente la Ley Federal de Pesca, mejorar el desempeño de las pesquerías para incorporar mayor transparencia y trazabilidad, y minimizar la captura incidental de otras especies, el descarte y el impacto sobre el hábitat marino”.
“Cuando todo esto pase y empiecen a reactivarse las actividades, muchos países (incluido el nuestro) van a necesitar un fuerte estímulo a la producción. Y resulta lógico que así sea. Pero en este punto es clave que, para evitar seguir cometiendo los mismos errores, nos preguntemos cómo hacerlo y revisemos los actuales esquemas productivos. La reactivación económica no puede ser a cualquier costo, existen otras formas de producir y es momento de redefinirlas” señala Fernando Miñarro, director de Conservación de la Fundación. “La recuperación económica postpandemia no debe retomar las actividades económicas pesqueras sostenidas en sistemas que presentan un déficit de manejo histórico”, concluye categórico.
La campaña de la Fundación Vida Silvestre que es presentada hoy ante la opinión pública busca que desde el Estado se avance en una trasformación responsable de la pesca, y puede conocerse más al respecto en descarteilegal.vidasilvestre.org.ar