De respetarse las recomendaciones del INIDEP en dos meses debieran cerrarse aguas nacionales y promediando la temporada algunos ven en ese límite una señal positiva para los mercados que permitirá mejorar las ventas. Los volúmenes de captura siguen siendo altos y nuevas zonas se abren a la pesca mientras se esperan con ansias los resultados de la campaña de investigación.
La temporada de langostino avanza a ritmo lento. El inicio tardío, la apertura desordenada y atípica de pequeñas subáreas hace difícil compararla con temporadas anteriores. Mientras algunos hablan de niveles de abundancia similares a los del año pasado, otros se muestran preocupados porque observan una reducción importante en los rendimientos.
Hasta aquí los desembarques marcan una diferencia en junio del 19% respecto a 2018 y en julio, al parecer, será superior o al menos similar. Los registros oficiales del séptimo mes contabilizados hasta el día 18 indican descargas por 19.296 toneladas; en 2018 el mes terminó con 35.499 toneladas. En total desde el inicio de la temporada se llevan descargadas 37.103 toneladas, cifra inferior a lo capturado en aguas nacionales el año pasado.
Aunque si se compara las capturas acumuladas desde el 1 de enero al 30 de junio, las diferencias se acortan. En ese período de 2018 se capturaron 82.515 toneladas mientras que en 2019 se registraron 76.632 toneladas. Las cifras siguen hablando de abundancia y de un gran poder de pesca de la flota, aun cuando se observe una reducción.
Pero para tener mayores precisiones sobre la salud del recurso será necesario esperar los resultados de la campaña del INIDEP en el buque Angelescu, que acaba de finalizar. El langostino está; y ahora, con la información recolectada, se podrá saber dónde y en qué condiciones.
En cuanto a la prospección que finalizó el viernes entre los paralelos de 43º y 44º Sur y los meridianos de 60º y 63º Oeste, se supo que las capturas no fueron abundantes, que se necesitó mucho tiempo de arrastre para lograr una cantidad reducida de langostino. Los fresqueros han tenido días de 300 cajones y los congeladores de 7 toneladas, volúmenes que representan niveles muy bajos de capturas.
Quienes han participado de la campaña comercial aseguran que también fue bajo el bycatch de merluza y que los ejemplares del crustáceo estaban por encima de la talla L3. Con este panorama la apertura de la zona era inminente y el sábado se oficializó que se abriría a partir de la hora cero del domingo 28 de julio. Solo se requirió uso de artes selectivas para un sector donde la presencia de merluza era superior al 17%.
Aunque la temporada trascurre de forma extraña respecto de años anteriores, con pequeñas zonas que se abren mientras otras quedan habilitadas pero desiertas, los desembaques siguen siendo altos y el principal problema para muchos está en el mercado.
Las ventas están paradas y la abundancia está jugando en contra. Ni siquiera la apertura del mercado de Brasil genera un respiro porque las trabas siguen existiendo para el langostino entero. El único mercado que funciona es el del bloque que sale a terceros países para reproceso. Este esquema estaría atentando, en principio, contra el desarrollo de mercados de excelencia; y alentaría la pesca por volumen sin cuidar la calidad.
Afirman los empresarios que todo lo que sale es en bloque para reprocesarse en China, Perú, o Guatemala y a un precio bajo. Ese esquema, que beneficia a algunos, resulta perjudicial para muchas empresas que apuntan a la calidad y el valor agregado. Algunas no realizan operaciones desde noviembre para este tipo de productos porque las ventas están frenadas y comienzan a evaluar la progresiva parada de los barcos.
El langostino L2 se está vendiendo al costo y el L1 está muy cerca de su piso, afirman los industriales. Y sostienen que si bien el langostino de cultivo vannamei circula por canales distintos a los del langostino salvaje, termina influyendo en el juego de la oferta y la demanda. Sobre todo cuando sus precios han bajado gracias a una cosecha excelente en Ecuador e India.
El mercado europeo todavía tiene en cámara langostino salvaje comprado a un valor alto a fines del año pasado y allí se especula con poder reabastecerse en cualquier momento del año, gracias a la sobreoferta que existe.
Los operadores nacionales con los que hemos hablado señalan que cuando las capturas iban de mayo a octubre, había un límite y eso les permitía vender casi todo lo que se pescaba. Incluso decidían reservar una parte para el mercado interno, en algunos casos. Pero en los últimos años, con tanto producto, pasó a haber langostino todo el año. En ese momento los clientes comenzaron a elegir más y a comprar en destino, lo que derivó en un problema para las empresas nacionales.
China, que absorbió la abundancia de los últimos años, ha ingresado en un período de crecimiento moderado. Debido al volumen que implican las transacciones comerciales con el gigante asiático, esta variación, por mínima que sea, genera un fuerte impacto en las ventas.
Las expectativas están puestas en el año nuevo que se festeja en enero y para el cual necesitarán proveerse; pero al igual que ocurre con Europa, los compradores especulan con una mayor baja del precio. Por eso, muchos actores consideran que el mercado necesita una señal.
Quienes contemplan la idea de parar parte de su flota o ya han tomado esa decisión consideran que frenar la pesca sería un anuncio positivo para los mercados. Incluso si solo se hiciera lo que recomiendan los investigadores del INDEP, terminar la temporada en aguas nacionales el 1 de octubre, ya sería una buena señal.
Algunos hasta preferirían que se decida un cierre anticipado con el objetivo de cuidar la calidad y los mejores mercados. Pero otros tienen la necesidad de mantener en funcionamiento toda una estructura de barcos y plantas que dan trabajo a mucha gente. Es ese el sector que está requiriendo el langostino de esta temporada.
Parar la rueda productiva es un problema. En los últimos años la industria del langostino se ha expandido al ritmo de las capturas y miles de personas dependen de este recurso. En este sentido las trabas que impone Brasil al momento de permitir el ingreso de langostino pese a la apertura total anunciada, puede jugar a favor de un mayor desarrollo de productos.
Para ingresar a Brasil, todo lo que vaya para fábrica, que requiera algún proceso, debe cumplir con normas para cuidar la bioseguridad nacional; y por lo tanto requieren que sea sin cáscara, sin cabeza y sin vísceras. Esto ocurre a pesar de que las nuevas disposiciones no lo establecen puntualmente.
“Los clientes piden sin cáscara y sin vísceras porque no se quieren arriesgar a tener problemas con el procesamiento de los residuos y directamente no están en condiciones de tratar los efluentes”, cuenta Federico Angeleri, de la firma Veraz.
“Para nosotros es bueno, porque hemos montado una industria que lleva muchos años haciendo este tipo de productos, sobre todo cuando el mercado está muy bajo”, indica el joven empresario, que cuenta con una importante planta procesadora en la ciudad de Trelew.
Las exigencias que se mantienen en el mercado brasileño podrían contribuir a mejorar las producciones en tierra, diversificando aún más el mercado y reduciendo la exportación de bloques para producir como mínimo un langostino pelado y devenado. La venta de langostino entero, que hubiera sido de gran ayuda en este momento, al parecer debe esperar a que se solucionen varios problemas con el país vecino.