Las praderas de pastos marinos, uno de los ecosistemas más amenazados de la tierra, y uno de los más ignorados hasta ahora, podrían tener un futuro prometedor gracias a su capacidad de absorber carbono, así lo revela El Nuevo Siglo de Bogotá.
El pasto marino es una planta floreciente cuyas hojas forman densas praderas en áreas poco profundas a lo largo de las costas. Sus beneficios son amplios: actúa como vivero y fuente de alimento para una amplia variedad de especies marina, proporciona un hogar para muchos peces y animales como tortugas y dugongos, reduce el impacto de las olas, produce oxígeno y limpia el océano, ya que absorbe los nutrientes contaminantes que viajan de la tierra al mar.
A pesar de que ocupa solo 0,2% del fondo marino, las praderas marinas contribuyen a capturar 10% del carbono almacenado por los océanos -el llamado “carbono azul”-, y puede retener carbono de la atmósfera hasta 35 veces más rápido que los bosques tropicales.
Según el informe “El océano como una solución al cambio climático: 5 oportunidades para la acción”, del Instituto de Recursos Mundiales, la restauración de praderas marinas tiene un potencial de mitigación relativamente alto, pero no tan alto como el de la conservación de estos ecosistemas. El potencial de mitigación puede ser incluso mayor al de la preservación de marismas y manglares.
Pero todavía existen muchas incógnitas respecto al pasto marino.
“Los datos sobre la cobertura y las reservas de carbono de las praderas de pastos marinos son escasos en algunas regiones, particularmente en África, América del Sur y la región Indo-Pacífica”, dice una evaluación científica sobre la capacidad de estos ecosistemas para secuestrar carbono.
Sin embargo, el potencial de los pastos marinos está comenzando a ganar atención internacional a medida que los esfuerzos para enfrentar la emergencia climática se vuelven cada vez más urgentes. El último informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, centrado en los océanos y la criósfera, señala que los manglares, marismas y praderas de pastos marinos pueden almacenar hasta 1.000 toneladas de carbono por hectárea, mucho más que la mayoría de los ecosistemas terrestres.
Cumplir los objetivos
Cada firmante del Acuerdo de París debe presentar a las Naciones Unidas un compromiso -la contribución determinada a nivel nacional-, el cual debe renovar sucesivamente, demostrando un aumento en su ambición.
La restauración y conservación de estos hábitats podría ayudar significativamente a elevar el nivel de la ambición climática, ya que 159 países tienen pastos marinos en sus costas y hasta el momento solo 10 se han referido a este ecosistema en sus compromisos existentes, según un análisis de GRID-Arendal. Cinco países contemplan la conservación y la restauración en acciones de mitigación, mientras que ocho planean usarlo en medidas de adaptación.
“Claramente, hay una gran oportunidad perdida en este sector, así como hay mucho potencial para que más países incluyan los pastos marinos en su caja de herramientas para mitigar y adaptarse al cambio climático”, dice Gabriel Grimsditch, experto en ecosistemas marinos del Programa de las Naciones Unidos para el Medio Ambiente (UNEP).
“Los prados de pastos marinos están desapareciendo rápidamente en muchas partes del mundo, y una de las principales causas es el impacto de los más de mil millones de personas que viven en las costas, a menos de 50 km de estos ecosistemas. Eso incluye los daños del desarrollo costero y la degradación de la calidad del agua a causa de la contaminación por nutrientes”, agrega.
“Las tasas anuales de disminución de pastos se han acelerado y son comparables a las de los arrecifes de coral y los bosques tropicales”, añade Grimsditch.
UNEP, GRID-Arendal y el Centro de Monitoreo de la Conservación Mundial (UNEP-WCMC) convocaron a la Red Internacional de Expertos en Pastos Marinos para lanzar un informe global sobre la importancia de estos ecosistemas a principios de 2020.
Ampliar la restauración
Mientras tanto, países como Estados Unidos y Suecia han estado experimentando con la restauración de pastos marinos durante varios años, y un equipo en el Reino Unido está a punto de embarcarse en el proyecto de restauración de pastos marinos más grande que se haya realizado en sus aguas.
La restauración puede ser complicada y costosa. La evidencia sugiere que cuanto más grande es el proyecto, más posibilidades de éxito hay: si el proyecto es demasiado pequeño, es muy susceptible al daño. UNEP y la Convención de Nairobi trabajan en un manual sobre restauración de pastos marinos para el Océano Índico occidental.
“Los humanos aún no tenemos experiencia a largo plazo en la reforestación marina, en contraste con nuestros muchos siglos de experiencia en la tierra. Siempre que sea posible, es mejor conservar lo que ya tenemos”, concluye Grimsditch.