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Si las embarcaciones pesqueras se han triplicado en medio siglo no ha sido por la abundancia de peces en el océano. Por el contrario, investigadores australianos afirman que las capturas han caído más del 80 % desde entonces.
La pesca es conocida como una de las mayores víctimas del cambio climático. Se debe a los impactos que ha sufrido el medio natural donde se desarrolla esta actividad económica. La ciencia repite que los océanos han absorbido al menos el 93 % del calor adicional que se ha generado desde el boom industrial. El nivel del mar ha subido unos 20 centímetros durante el último siglo. No es para menos que el número de capturas disminuya en un 12 % para 2050, como se estima. Un último estudio acaba de confirmar esta crisis.
A partir de un análisis de los datos de pesca mundiales, investigadores de la Universidad de Tasmania, en Australia, y CSIRO, han encontrado que la flota se ha duplicado en tamaño en 65 años, pero por la cantidad de esfuerzo realizado. Mientras, la captura cayó más del 80 por ciento. Esa fue la conclusión del estudio, publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’.
Los autores afirman que la flota pesquera mundial creció de 1,7 millones de embarcaciones en 1950 a 3,7 millones en 2015. Sin embargo, a pesar de la mejor tecnología y la mayor motorización, los buques pesqueros modernos toman solo una quinta parte de la captura por unidad de esfuerzo (CPUE) que logró la flota pesquera de la década de 1950.
El investigador Yannick Rousseau, estudiante de Instituto de Estudios Marinos y Antárticos (IMAS) de la Universidad de Tasmania, y CMS Australia, quien dirigió el estudio, dice que los hallazgos reflejan una creciente presión sobre los recursos marinos y una caída en la abundancia de peces.
“Lo que hemos visto en los últimos 65 años es que cada vez más barcos pesqueros persiguen menos peces”, resume Rousseau. “Desde 1950, un aumento dramático en el tamaño de la flota pesquera en Asia ha superado con creces las pequeñas disminuciones en América del Norte y Europa Occidental”, agrega.
Y continúa: “La mayor parte del aumento en el número de embarcaciones se ha producido en embarcaciones de pesca motorizadas, un cambio con respecto a las embarcaciones de pesca ‘artesanales’ sin potencia que alguna vez caracterizaron a las flotas pesqueras asiáticas y africanas. Pero, a pesar de su avanzada tecnología y su creciente número, la moderna flota motorizada tiene que trabajar mucho más para atrapar menos peces”.
Rousseau explica que los científicos pesqueros utilizan la medida de captura por unidad de esfuerzo (CPUE) para evaluar la gestión de la pesca y el bienestar de las poblaciones de peces. “La CPUE refleja cuántos peces se capturan por la cantidad de esfuerzo gastado, como durante la pesca de un día, y esta medida pinta una imagen oscura del estado de los recursos del océano”, destaca.
“En los últimos años, una fuerte caída de la CPUE en el sudeste asiático, América Latina y el sur del Mediterráneo indica que sus pesquerías se expandieron a un ritmo mucho más rápido del que podrían soportar las poblaciones de peces”, pone como ejemplo. El estudio encontró que, en países desarrollados como Australia, la gestión más efectiva de las pesquerías y una fuerte caída en el tamaño de la flota pesquera en la última década ha llevado a una reciente estabilización de la CPUE.
“Sin embargo, en las tendencias mundiales actuales, podemos esperar ver otro millón de embarcaciones en el agua para mediados de siglo y la potencia promedio de los motores de la flota global sigue aumentando –prosigue Rousseau–. Estos cambios desafiarán aún más el uso sostenible de los recursos pesqueros en los próximos años. Esta es una preocupación particular para las poblaciones en regiones como el sudeste asiático, donde una alta proporción de personas depende del pescado para su sustento”.
Y concluye: “Nuestros hallazgos sugieren que se justifican medidas de gestión adicionales de manera urgente para garantizar la sostenibilidad futura de los recursos marinos globales”.
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