El DIPOA rechazó varios envíos con productos pesqueros originados en Mar del Plata. En las empresas reconocen que el cambio de gobierno en el país vecino endureció los controles. En SENASA niegan que existan controles más estrictos.
Brasil es uno de los principales destinos de las exportaciones pesqueras argentinas. Las 30 mil toneladas enviadas el año pasado y que ubican al país vecino en el sexto lugar del ránking, se componen mayoritariamente de filet de merluza congelado a bordo e interfoliado procesado en tierra.
Los cambios desde la asunción del nuevo gobierno de Jair Bolsonaro alcanzaron al DIPOA, el organismo sanitario brasileño. Y comenzaron a repercutir de este lado de la frontera. Industriales pesqueros marplatenses advirtieron en los últimos días el rechazo de envíos de pescado refrigerado por no cumplir con distintas normas regulatorias.
“Hay muchos más controles y ahora rechazan envíos por cosas que antes pasaban por alto”, reconoció un industrial a este medio en tanto reveló que fue necesario modificar el límite del PH en merluza porque algunos envíos superaban el parámetro determinado.
El límite era de 7 partes por millón y se debió subir a 7,2 partes por millón para solucionar el inconveniente tras el endurecimiento de los controles. Pero el PH no es el único inconveniente. Algunas cargas de abadejo también fueron rechazadas por contener un nivel de sodio superior al permitido.
Acá el problema es que el filet queda fuera de norma al momento de ser procesado fresco, por lo que desde las cámaras empresarias están en permanente contacto con el SENASA para tratar de flexibilizar la barrera.
Adrián Ballesteros, coordinador de Pesca del SENASA, ante la consulta de este medio aseguró que los problemas con los envíos de productos pesqueros a Brasil no se limitan a los niveles de PH y sodio.
“Se han detectado parásitos y también hielo con sangre en cavidad abdominal y otros casos de mal rotulado”, aseveró el responsable del organismo en el área Pesca al tiempo que aseveró que no han detectado mayores controles que antes de la asunción de Bolsonaro.
En las empresas la sensación es otra y creen que el celo en los controles roza con medidas paraarancelarias para entorpecer el ingreso de pescado al mercado brasileño. En tanto las cámaras empresarias, CaIPA y Cafrexport, iniciaron gestiones con Cancillería y el propio organismo sanitario en Mar del Plata para intentar encontrar una solución.
Estos problemas surgen mientras Brasil mantiene vedado el ingreso de langostino argentino entero, crudo y congelado desde hace varios años. Con la medida protegen a su langostino de cultivo por el posible contagio de enfermedades que podría tener el marisco patagónico, más allá de que la Organización Internacional de Epizootias rechazó esas acusaciones sobre el producto argentino.
De las 252 mil toneladas que se declararon desembarcar de langostino el año pasado se exportaron 186 mil según el último informe de coyuntura. Una parte de la diferencia se consumió en el país mientras otra, imposible de precisar, se contrabandeó por la extensa y permeable frontera con el vecino país.
Revista Puerto