La pesca, la acuicultura, el transporte marítimo o los alojamientos en la costa son solo algunos ejemplos del enorme despliegue de actividades que se abre alrededor del mar. Los océanos, las playas y los ríos dan vida a multitud de empresas, agrupándose bajo la sombra de un término que poco a poco va ganando fuerza: la economía azul, que abarca toda actividad económica relacionada —directa o indirectamente— con estas grandes extensiones de agua. Un motor que genera cada año 2,5 miles de millones de dólares —poco más de dos miles de millones de euros— alrededor del mundo, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WFF).
Pero la contaminación que generamos día tras día da poca tregua. Las fábricas, las emisiones de los turismos o de los aviones, la transformación de bosques en zonas de cultivo o calentar nuestro hogar, son actividades que emiten grandes cantidades de dióxido de carbono que son absorbidas por los mares y océanos y afectan a su capacidad para regular el clima global.
Unos efectos que podrían tener un coste de 428.000 millones de dólares anuales en 2050 (352.000 millones de euros) y de 1,98 miles de millones anuales en 2100 (1,63 miles de millones de euros), según un informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático.
España es el principal contribuyente a la economía azul de la zona euro en términos de empleo y el segundo en cuanto a valor añadido
Al margen de la propia salud del planeta, está en juego el trabajo de más de tres mil millones de personas que dependen de la biodiversidad marina y de las costas, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
¿Cómo poner solución a esta problemática? No es una cuestión sencilla, pero el covid-19 ha supuesto un punto de inflexión para el planeta, que ahora tiene un objetivo claro: retomar el crecimiento económico con absoluto respeto hacia el medio ambiente. Y en este reto, el cuidado de nuestros mares juega un papel esencial. De hecho, representa uno de los 17 objetivos de la ONU para transformar el mundo, recogidos en la Agenda 2030 sobre Desarrollo Sostenible.
El futuro pasa por la innovación
Naciones Unidas estima que el mercado de los recursos marinos y costeros representa alrededor del 5% del PIB mundial, una cifra que podría crecer en los próximos años gracias a “la innovación y el emprendimiento, que pueden ayudar a reinventar industrias existentes de la economía azul y a crear otras nuevas —afirma Deutsche Bank—. En este terreno la tecnología contribuirá a garantizar que se tomen decisiones basadas en hechos”.
Un botón de muestra. En las ciudades costeras, “los océanos pueden desempeñar un papel muy importante a través del desarrollo de proyectos de energía eólica marina”, explica el profesor Jason Scorse, del Instituto Middlebury de Estudios Internacionales.
La producción eólica marina ha dado un gran salto en el mundo gracias a su desarrollo en Europa y Asia, con un crecimiento del 10% en 2019 hasta un total de 6 GW de capacidad instalada, según el informe ‘Entender la economía azul’ elaborado por Deutsche Bank. No obstante, “aún debe acelerarse mucho para seguir el ritmo de crecimiento de la población y para poder sustituir la energía de combustibles fósiles por alternativas con cero emisiones de carbono”, añade el profesor.
Esta transformación se apoya en una base sólida de actividad. En La Unión Europea (UE), la economía azul creó cinco millones de puestos de trabajo directos en 2018, con un beneficio bruto de 94.000 millones de euros y un valor añadido (VAB) —valor total creado por el sector tras descontar subsidios operativos e impuestos indirectos— de 218.000 millones de euros. El volumen de negocio fue de 750.000 millones de euros, un 12% más que en 2009, según datos de la Comisión Europea. Y en España el peso también es importante. De hecho, nuestro país es el principal contribuyente a la economía azul de la zona euro en términos de trabajo, creando el 5% del empleo, y el segundo en cuanto a valor añadido, generando un 3% del VAB de la economía española en 2018.
Oportunidad de inversión
Al objetivo de convertir el mundo en un lugar más sostenible se unen las claras necesidades de inversión que necesita este sector. “Los sistemas de financiación de la economía azul siguen estando poco desarrollados, y en este sentido creemos que una mayor participación del sector privado podría alentar la innovación”, exponen desde Deutsche Bank.
Según el citado informe de la entidad bancaria, la participación privada es mínima en comparación con la financiación de gobiernos e instituciones internacionales, que acaparan un 80% del total de inversiones. Apuestas como la del Banco Nórdico de Inversión, la institución financiera internacional de los países nórdicos y bálticos, que lanzó el año pasado un bono azul (similar al bono verde, que es un tipo de deuda destinada a financiar proyectos sostenibles) para proyectos que prevengan la contaminación del agua y ayuden a erradicar el cambio climático. O iniciativas como la del Banco Asiático de Desarrollo en China, que se comprometió en 2019 a destinar 5.000 millones de dólares (4.100 millones de euros) durante los cinco años siguientes para fomentar océanos más sostenibles a través del ‘Plan de Acción para la Salud de los Océanos y Economías Azules Sostenibles’.
“Los sistemas de financiación de la economía azul siguen estando poco desarrollados, y una mayor participación privada podría alentar la innovación”
Las iniciativas privadas van ganando terreno, aunque a un ritmo lento. “Los fondos relacionados con la economía azul aumentan, de hecho, hemos visto varios lanzamientos en 2020, aunque de momento suelen ser a pequeña escala”, declaran desde Deutsche Bank. Y, en este contexto, ¿dónde están las oportunidades de inversión? Para el banco, la innovación y la inversión en el área de la economía azul no deberían dirigirse únicamente a nuevas actividades, porque “podría haber las mismas o más oportunidades en la transformación de industrias que ya existen para que estas sean más sostenibles”.