Chubut Langostino

Cambio de reglas internacionales en la actividad pesquera

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Con 13.000 empleos generados en toda la provincia, la pesca es la segunda actividad económica de Chubut, detrás del petróleo, con un movimiento anual de alrededor de 600 millones de dólares de exportación. Un sector que podría generar aún más desarrollo económico para la provincia, pero atraviesa hoy los desafíos planteados por cambios en la demanda internacional y las consecuencias de un conflicto aún no del todo resuelto.

Flota amarilla, con epicentro en Rawson.

La importancia económica de la pesca en Chubut se refleja también en otro indicador de alcance nacional, ya que según refieren fuentes del sector, la captura del langostino frente a sus puertos alcanzó el último año un tercio de las 250.000 toneladas obtenidas en el caladero argentino.

“Nunca habíamos podido superar las 90.000 toneladas y el año pasado pudimos hacerlo -contó uno de los hombres de la actividad-. Lamentablemente, este año no se va a conseguir lo mismo, porque con todos los conflictos que tuvimos, ya es un año para el olvido”.

El potencial de desarrollo del sector tiene un fuerte contraste frente a los datos que arrojó la falta de entendimiento entre sectores empresariales y gremiales, en el inicio de la temporada que debía explotarse desde el puerto de Rawson.

Chubut es uno de los principales centros de pesca del langostino del país, pero los conflictos afectaron fuertemente la producción este año.

Actualmente se mantienen las negociaciones, en particular con el gremio del SUPA, que representa a los estibadores. Con el SOMU, que incluye a la marinería, los acuerdos parecen hoy un poco más lejanos.

Como en todo conflicto, cada parte tiene su porción de verdad y acusa a la contraparte de querer quedarse con más de lo que corresponde. Sin embargo, hay también un contexto externo que explica por qué las diferentes posturas pueden parecer difícil de conciliar, salvo que se acepte la modificación en aquel contexto de fondo.

Cambios en la demanda mundial y la educación económica, que obliga a adaptarse

Quienes conocen la actividad, explican que históricamente Rawson tuvo valor comercial importante, porque el kilo entero de langostino se vendía en torno a los 6,5 dólares.

De ese modo, un alto porcentaje de la captura se vendía entero. Sin embargo, en un marcado principalmente signado por la exportación, los cambios de hábito en la demanda mundial empezaron a modificar la ecuación económica.

El mercado comenzó a volcarse hacia el langostino ‘cola’, lo que significaba que hay descabezar al crustáceo para responder a esa nueva expectativa de los consumidores.

El producto, así presentado, mejoró su valor, ya que se elevó a 8 dólares por kilo. Sin embargo, para los pescadores y plantas, la ecuación resulta menos rentable que en el esquema anterior. Esto se explica porque para vender 1 kilos de cola, se necesitan 2 kilos de langostino entero. Pero ahora, en lugar de 13 dólares como se obtenían antes por esa misma cantidad, actualmente se consiguen sólo 8,5 dólares.

“Es decir, el precio del producto se reduce en un 33% a partir de esos cambios de hábitos”, siguió explicando el empresario.

A ese factor externo se suma otro, de origen interno. En los últimos 7 años, las paritarias se ajustaban por inflación, pero al mismo tiempo que subían los precios y salarios, también se ajustaba el tipo de cambio, aun con los retrasos o demoras que siempre cuestionaron los sectores exportadores.

El cambio llegó en diciembre, ya que, si bien en ese momento hubo una fuerte devaluación del peso frente al dólar, a partir de ese punto el tipo de cambio quedó bastante quieto, frente a una inflación acumulará alrededor del 60% en los primeros 4 meses del año.

El dato de la devaluación en diciembre obliga a otra consulta, vinculada a si el salto del dólar, que en teoría valía 370 pesos y pasó a 800, trajo una importante mejora para el sector. Sin embargo, la apreciación no es correcta: el dólar de exportación era, en diciembre, de 630 pesos; y al iniciarse el nuevo gobierno, además de elevar el tipo de cambio, también elevó las retenciones sobre la exportación.

La pesca genera alrededor de 13 empleos en Chubut. ¿Podría ser mayor?

En conclusión, con un 15% de retenciones, en ese primer momento el dólar de exportación se elevó al 670, lo que significaba una mejora de alrededor del 8%. En enero se eliminaron las retenciones, lo que efectivamente derivó en una mejora del 30% sobre el dólar de exportación.

Desde ese momento, advierten en el sector, el tipo de cambio quedó prácticamente estable (con una micro apreciación de sólo un 2% mensual), frente a una inflación que derivó en una suba de costos internos de alrededor del 70%. Por eso, insisten, la ecuación ha perdido gran parte de su rentabilidad.

Los costos del conflicto

Hasta aquí, hay dos factores que modifican el escenario. El primero, como se dijo, vinculado a la demanda externa. El segundo ligado a los vaivenes de la economía nacional. Hay un tercer elemento, también de origen externo, que golpea la línea de flotación: la baja en el precio internacional.

Esto impactó en los precios en alrededor de un 20%, a raíz de una sobre producción de Ecuador, con lagostino de criadero, que por esa vía produce 5 veces más que todo el volumen del caldero argentino.

Frente a esta situación, las plantas pesqueras marcan un precio más bajo frente al barco, al verificar que los costos internos suben, pero el valor del producto se reduce. La polea de transmisión los barcos que vendían a 2,60 dólares ahora lo venderán a un 1,80, lo que significa una baja del 30%.

Como consecuencia, se termina llegando a una situación de intransigencia entre todas las partes, lo que termina explicando conflictos como el que se dio entre noviembre y febrero de este año, cuando se perdió prácticamente toda la temporada de captura del langostino.

El conflicto de este año paralizó las capturas de langostino de la flota amarilla.

Las cifras de las pérdidas sufridas por el sector como consecuencia de esa falta de acuerdo entre las partes son por demás elocuentes. De acuerdo con registros oficiales, por el no pago de canon pesquero y de Ingresos Brutos, en los meses de noviembre y febrero, cuando se focalizó el conflicto, la provincia dejó de recaudar algo más de 400 millones de pesos.

El monto de las cifras crece aún más cuando se considera lo que no llegó a producirse y exportarse. Si la temporada anterior cerró en algo más de 90.000 toneladas, este año se redujo a 63.000, con una pérdida de 27.000 toneladas, aproximadamente.

A 6.500 dólares por unidad, significan unos 175,5 millones de dólares que dejaron de venderse al mercado externo, cuando el año anterior había alcanzado los 585 millones de dólares.

Las pérdidas castigan a todas las partes, no sólo a las empresas, sino a los propios trabajadores, que perciben sus salarios en función de un porcentaje de la pesca, como también de la economía provincial.

El desafío del langostino de cultivo de educador y la necesidad de articular estrategias entre empresas y gremios

La bandera blanca frente a tanta conflictividad y pérdidas económicas de tal magnitud pasa por el interrogante de cómo podría establecer acuerdos, el sector pesquero de Chubut, para adaptarse a las nuevas exigencias de la demanda internacional y recuperar mercados que hoy no están garantizados.

Hay quienes se preguntan si podría haber pactos similares a los que se establecieron en ámbitos petroleros, donde en épocas de crisis por cuestiones externas se aceptan determinadas condiciones a la baja, hasta que la actividad resurge con nuevos incentivos y mejores condiciones de distribución. El razonamiento no apunta a una mera puja empresarial-gremial, sino a una base de consensos para un mejor aprovechamiento del potencial que aún tiene por desarrollar Chubut en materia pesquera.

Por caso, se mencionó la ‘saturación’ del mercado internacional con langostino Vannamei producido en criaderos de Ecuador, que en 2022 alcanzó una producción de 1 millón de toneladas, ganando compradores que antes optaban por el langostino salvaje de Argentina. Con un menor precio, ese producto salió a competir fuerte y amenaza con quitar mayores porciones a la oferta del langostino argentino.

El langostino Vannamei de Ecuador gana mercados y ya quintuplicó la producción de Argentina.

Cuando se piensa que en la provincia se perdió prácticamente una temporada de pesca a raíz de la falta de acuerdos por no interpretar los cambios de la demanda externa, tal vez haya en esa vía algunos puntos a recorrer ‘en yunta’, para mejorar la ecuación para todas las partes.

En Chubut ya se trabaja con una consultora internacional, para obtener una certificación que brinde una diferenciación al langostino salvaje de la Patagonia, que además es capturado con criterios de sustentabilidad, a fin de recuperar posiciones en mercados exigentes.

“Estamos en la etapa final y si nosotros obtenemos ese sello azul, de pesca sostenible, por parte de la consultora MSC, podríamos llegar a nuevos mercados y probablemente a mejores precios -se entusiasman quienes trabajan en el tema-. Estamos hace años queriendo certificar y es un proceso muy largo, pero ya estamos cerca”.

El langostino ‘salvaje’ que se captura frente a aguas de Chubut busca certificarse con un sello de calidad y sustentabilidad a nivel internacional.

En ese proyecto se encuentran las plantas pesqueras con epicentro en la provincia, con acompañamiento de las empresas que operan la flota de buques. Se trata de un objetivo que podría abrir la puerta a nuevas oportunidades, pero seguramente requiere de un diálogo fluido, para establecer las bases de apoyo para un nuevo andamiaje productivo, que pueda elevar las cifras de empleo y producción que, si bien son importantes, pueden todavía aportar mucho más a la economía provincial.

Nacionales

Usarán inteligencia artificial para detectar parásitos en la pesca

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El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) avanza con su proyecto “Inteligencia artificial aplicada a la detección de parásitos en productos de la pesca” para una fiscalización más eficaz y eficiente.

Impulsado por el Centro Regional Buenos Aires Sur del Senasa junto a profesionales de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), el uso de la inteligencia artificial busca descomprimir el trabajo en las líneas de producción, mejorar las actuales herramientas para prevenir parásitos y agilizar los controles, en el marco de la fiscalización inteligente que lleva adelante el organismo sanitario nacional.

Los avances del proyecto fueron expuestos por profesionales del Centro Regional Buenos Aires Sur del Senasa en la Semana TECHWEEK, que fue organizada por el clúster de empresas tecnológicas Aticma en la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires.

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