La temporada 2020 arrancó tarde por problemas gremiales, se pescó menos langostino y a menor precio. Algunas pesqueras compensaron una parte con calamar. Pero 2021 es una gran incógnita por precios, pandemia y gremios. La pesca de langostino no ha cerrado una buena temporada 2020. Pero hubo una multiplicidad de causales para eso. Si bien se logró terminar la zafra, los interrogantes para el 2021 son muchos.
Antes de comenzar la campaña, las empresas pesqueras anticiparon que la rentabilidad estaba en caída, ya que el negocio cambió producto de un derrumbe estrepitoso de los precios internacionales por la pandemia, en un contexto de costos internos altos.
“Si nos retrotraemos a marzo, además del tema gremial y de costos, se nos presentó el de la pandemia, que configuró un año muy complicado porque nuestros principales mercados se habían retraído, pero además porque se nos sumaban costos y complicaciones para mantener a nuestro personal sin contagios y poder movilizarlos hasta las embarcaciones”, el presidente de la Cámara de Armadores Pesqueros y Congeladores de la Argentina.
“Después de más de tres meses de negociaciones logramos llegar a un acuerdo” con la intervención del Gobierno para ello. “Todos cedimos algo para poder empezar”, destacaron desde el ámbito empresario.
Ese conflicto hizo que la zafra que debía iniciar el 15 de junio recién se largó, a pleno, en agosto. Esto acortó la temporada al extremo, ya que cierra entre fines de septiembre y principios de octubre, para respetar la época de reproducción de las distintas especies. “Se logró pescar un 50% de los volúmenes del trienio 2017-2019, por lo que, desde lo estrictamente productivo el año es malo, pero además es complicado desde el negocio en sí, porque los precios no terminan de repuntar”.
Precios hundidos
De acuerdo a la estructura de costos el punto de equilibrio estaría en torno a los USD 6.300 por tonelada. En 2005 el precio de la tonelada estaba en USD 12.196, mientras que en 2019, con una exportación récord de más de 107.463 toneladas de langostino, se obtuvo un precio de USD 5.611 por tonelada. La temporada no fue mala, porque la caída del precio se compensó con el volumen de captura.
De esta forma, de 2018 a 2019 se observó una baja en el precio del orden del 16% (de 6.600 a 5.600 dólares/ton). Este año, por la pandemia, en el mes de junio y cuando todavía el comienzo de la temporada era incierto, el precio se había derrumbado aún más: USD 4.700 por tonelada. Valor que se ubicó un 15% abajo del 2019 y 25% menor al punto de equilibrio.
La realidad es que el consumo se frenó en todo el mundo, y la demanda de langostino lo sufrió. Eso provocó la caída de precios a mitad de año.
Pero con la apertura de actividades la demanda se volvió a encender. En los últimos meses Europa volvió a demandar el langostino patagónico que es marca de calidad. Y con una zafra reducida que provocó menos capturas, el precio subió casi a los niveles del 2019, con un promedio de USD 5.350, de acuerdo a las operaciones realizadas al 30 de setiembre, faltando un mes para el cierre de la temporada.
En el sector destacan que se haya logrado trabajar en un año muy complicado, tanto desde las ventas, como también desde lo operativo por el impacto del Covid, que puso en jaque a barcos y plantas. Y obligó a la aplicación de estrictos protocolos para evitar contagios masivos.
El sector coincide en que la temporada para la pesquería la “salvó” la extraordinaria captura que se logró de calamar. En el caso del langostino, la producción y venta 2020 no llegó a cubrir los costos. Algo similar ocurrió con la merluza negra o centolla, que al ser productos especiales con demanda muy específica, se redujo notablemente la posibilidad de venta con una caída importante de precios.
“Para nosotros, si no hubiera sido un año extraordinario de pota (calamar), con una extensión en la temporada de 2 o 3 meses a 7 meses en total y con buenos precios, todo hubiera sido más complicado” reconoció uno de los empresarios. Al tiempo que admitió que así se pudo “compensar” el balance negativo que dejó el langostino este año.
Futuro incierto
“Desde el punto de vista de los precios, el langostino que producimos acá, congelado a bordo, se consume mayormente en España, Italia, Japón y China, y Europa está otra vez confinada y China, que representa el 25% de las exportaciones, hoy está poniendo muchas trabas a todo lo que importan, a raíz del Covid” apuntan.
Y en ese contexto de incertidumbre, el sector aprovechó para colar otros reclamos de vieja data. Buscan una menor presión impositiva, revisar los convenios colectivos de trabajo. “Barajar y dar de nuevo” afirman.
Y acotan que lo que pueda suceder el próximo año en la relación con los sindicatos “es un interrogante”, al igual que ocurre, en cada zafra, con el precio que tendrá el langostino.
“Veremos cómo se presenta el año 2021, los barcos necesitan trabajar más tiempo y producir más ante la actual estructura de costos” opinaron. Pero además, los productos del mar “necesitan que el mundo vuelva a la normalidad, sobre todo el turismo, restaurantes y hotelería”, analizan los entendidos.
“Es ilógico que un negocio de 100.000 toneladas por año de captura que debería representar 700 millones de exportación para la Argentina dependa del precio internacional para ser sustentable, por eso hay que repensarlo desde varios ángulos”.
Por lo que insisten que, se debe reformular la estructura de costos e impuestos, mejorar la oferta internacional, posicionar mejor de lo que ya está el langostino argentino como un producto salvaje, natural, etc., “porque en las condiciones actuales, si China estornuda se cae el negocio a pedazos”, concluyeron.