Nancy Jaramillo tiene 44 años. Es madre y abuela..Y además, la voz de mando en una embarcación tripulada por ella y 28 hombres. Sí la primera capitana de un barco pesquero de la Argentina De cuna humilde, nació en Chubut,en Trelew y desarrolló su infancia en un asentamiento precario de Madryn junto a sus cinco hermanos.
La vida la sorprendió con un hijo a los 17 años. ¿Cómo fue que llegaste a tener una vida en el mar? “Por necesidad”, me dice con su voz dulce y pausada. “A los diecisiete años fui mamá y nosotros nos habíamos criado yendo a comedores comunitarios y no quería repetir esa historia con mi hijo, quería que el pudiera sentarse en la mesa de su casa a almorzar”.
Con ese objetivo Nancy salió muy temprano a buscar un trabajo que le permitiera darle a su hijo una vida distinta, aunque eso implicara sacrificar la suya. Fue a la Armada y a la Policía pero la rechazaron porque era madre. En la Prefectura le pasó lo mismo, pero al menos le dieron la opción de hacer un curso de camarera para probar suerte y lo tomó.
Inicios
Arriba del barco debió soportar muchas veces el destrato de sus compañeros. Señalarla como la culpable de que no encontraran pescado por ser mujer y traer mala suerte, era habitual. “La mejor forma que encontré de protegerme, fue pasando siempre desapercibida”. Volverse invisible podía depararle una jornada apacible, pero a veces ni siquiera eso bastaba para que la respetaran. “En algún momento también me tuve que imponer con el mismo idioma de ellos, por las malas”, dice.
Al trabajo de la cocina en el mar y a la angustia de dejar a su hijo siendo todavía un bebé, Nancy debía sumarle el esfuerzo extra que implicaba mantener el empleo en un medio que sus compañeros volvían más hostil de lo que por sí ya es. Pero lo peor era que su lucha por ser respetada no terminaba cuando bajaba del barco, porque allí la esperaban, a un costado del muelle, las mujeres de los pescadores para insultarla.
“Me decían cosas muy feas, eran tan agresivas”, cuenta Nancy y revive esos momentos oscuros. “Piensan que las mujeres que nos embarcamos somos unas… locas, por no decir otra cosa… y entonces descargaban toda su furia cunado me veían bajar. Y en entre ellas, pobrecito, estaba mi hijo que venía a buscar a su mamá”, recuerda . Ella había llegado al agua para ganar dinero y veía que como marinera podía mejorar sus ingresos; decidió entonces ir a la Escuela de Pesca Luis Piedra Buena para formarse.
Mejor promedio
Nancy no solo estudió sino que fue el mejor promedio, pese a lo cual debió esperar que pasara bastante tiempo hasta que le permitieran continuar los estudios para obtener el grado de oficial. Cuando recibió un reconocimiento el Día del Trabajador en Chubut por ser la primera marinera mujer, aprovechó para pedir públicamente que se le permitiera seguir estudiando y fue su jefe en la empresa Harengus quien realizó las gestiones para que fuera aceptada.
Logró graduarse con las mejores calificaciones y siguió juntando horas de navegación, trabajando en cubierta a la par de sus compañeros. Dice que no sintió nunca agotamiento físico, que pudo soportarlo sin problemas a pesar de que todo lo debió hacerlo sola, sin que nadie le diera una mano, porque si quería estar ahí tenía que ganarse el lugar. “Le estaba robando el lugar a un hombre” es la explicación que encontró Nancy a la falta de colaboración.
Ya trabajando en la empresa Wanchese, dedicada a la captura de vieira, decidió completar los estudios para ser capitana. Otra vez se encontró con trabas pero ya no tenía veinte años y había aprendido a lidiar con los obstáculos que le imponía el hecho de ser mujer. Finalmente se recibió y fue la primera mujer egresada con ese título de la Escuela de Pesca. Otra vez con calificación excelente.
Capitana
Desde hace unos años está al mando de un buque, no fue fácil imponerse, pero hoy sin problemas se desempeña como la jefa de una dotación de hombres.
Le pregunto, ahora que logró ser capitana, que pudo ofrecerle un futuro a su hijo como quería, si se arrepiente de haber elegido una vida en el mar: “Por tener este trabajo tuve que resignar tener una vida en tierra, formar una familia, porque no es fácil que un hombre quiera hacer pareja con una mujer que se va muchos meses al mar en un barco cargado de varones. Por eso digo que la discriminación fue lo que más sufrí: arriba del barco por ser mujer y abajo por ser una mujer que trabaja en un barco lleno de hombres”.